Valores

Admitir, Acordar, Pacificar… ¿Perdonar?

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¿Locura o acto de suprema sabiduría ante el mundo?

  1. Desconfianza: ¿es factible el tránsito de la desconfianza a la concordia imprescindible? La contrición inicial. 

El tiempo pasa y la República no acierta a recuperarse. El mundo nos mira perplejo.Mucho  no anduvo bien desde 1930 al presente. Décadas con alta proporción de nepotismo dirigencial y no precisamente ilustrado. Con escasa cuota de meritocracia, nuestra reputación decrece. Extraño país que vive enarbolando potencialidades que no concreta, asombra por sus actitudes, algunas infrecuentes, otras casi irreverentes. Logros  individuales se agotan ante demandas de acuerdos difíciles en las decisiones sociopolíticas. Destructivo estilo de código político donde disentir es triunfar y acordar es perder.Gestión orquestal integrada por individualistas primeros violines que no logran ni armonía, melodía ni siquiera ejecutar la misma música. Empresarios y sindicalistas, maestros y alumnos, pobres y clases medias, evasores y cumplidores impositivos, pacíficos y violentos, espectadores y barras bravas, médicos y pacientes nos erosionamos cruzados por décadas en diferencias irreconciliables. Vidas, tiempos,  recursos, energías físicas y mentales desperdiciadas en discusiones interminables sin abrochar equilibrios de intereses que permitan sensata convivencia. La inestabilidad hace que el litigio, el diferir y la controversia sean casi un estilo de vida. Semianalfabetos de la con-cordia nuestra aptitud no incluye la actitud de sumar a la otredad.  El desorden es la regla (¿el orden un desvalor?) ycontiene paros, huelgas sorpresivas,  protestas, tomas de espacios públicos y privados y piquetes interminables. Verdaderas fábricas de costo-país y pésimo humor. Ingenieros honoris causa del corto plazo, zurcimos y remendamos leyes, procesos y sistemas sin cambiar lo obsoleto para implementar lo sano. Vivimos económicamente exiliados. No un exilio inexplicable. Simplemente la incertidumbre de mala praxis crónica expulsa y acumulaahorros poderosísimos  fuera del país.Sería más cómodo tener una moneda estable pero el ciudadano aloja en su memoria los partos infaustos de los “default” y los corralitos. La confianza es débil y el refugio permanente la moneda dura. La inflación (¿cáncer virtuoso?) supra estimulada es aprovechada (los mercados terminan siendo imperfectos) por algunos para remarcar infinitamente y ocultar sus ineficiencias ante las debilidades de la competencia.Colados de los exiliados inefables se suman “los piolas evasores seriales de siempre”  que han dedicado a las sombras su operar. Una ciudadanía maltratada por 80 años de inflación, la gestión inadecuada de los recursos del Estado, deficiente en identificar apropiadamente lo que está bien y lo que está mal, y el clima deja vu de no distinción entre lo adecuado y lo que no lo es. Evaluar, medir, premiar, desestimular la holganza, estimular el esfuerzo, revelar, distinguir,  es de “buchón de carnero o de dictadura”. Desafiamos los mejores tratados de comportamientos razonables.La honradez y el respeto por la propiedad ajena son un recuerdo del pasado, el que devuelve dinero encontrado sale en la tapa de los diarios, las oficinas de objetos perdidos no existen más, simplemente porque se los quedan los no propietarios. Ser motochorro no es mal negocio. Los anticipos y retenciones de impuestos en exceso no se devuelven. No respetamos el termómetro del INDEC ni los sistemas de pesos y medidas. Se suma el decaimiento permanente de la calidad de las agrupaciones políticas, subordinadas éstas  a la aparición de liderazgos personales y espasmódicos con equipos improvisados y sin planes concretos. No sabemos bien dónde queremos ir lo que imposibilita elegir un camino. ¿Y entonces? ¿Hay que escaparse a países vecinos? ¿Hay que importar inspectores de tránsito que bajen los siniestros del  flagelo? ¿No sorprende que el presidente electo uruguayo quiera convocar a vivir allí a 100 mil argentinos y que su expresidente compare a convocar a 100 mil defecadores?

2. ¿Algo rescatable?: ¿acaso tenemos arreglo? 

Rarezas argentinas…. ¿algo rescatable? Por supuesto: inmensas virtudes/condiciones   en muchos casos absolutamente inigualables. Crisol de razas, la argentinidad es casi una “especie” única. Amigueros y empáticos, viviendo en territorio con riquezas geográficas, climáticas y energéticas de todo tipo. Descendientes principalmente de esforzados hispánicos e italianos laburantes y creativos. Con excepción de la guerrilla y su exterminio por la dictadura, sin conflictos bélicos independentistas. Carencia de violencia entre religiones y/o de odios raciales.  5 premios Nobel, destacados en las ciencias, en los deportes de todo tipo, el arte, la literatura, cine y teatro, la tecnología, y en tantas otras disciplinas. La proporción de destacados sobre el total de la población, excede el ratio de muchos países desarrollados. La educación de primer nivel en los albores del siglo XX, es hoy una asignatura pendiente, que bien ejercida descubriría enormes talentos saliendo a la luz. Mano de obra privilegiada y jóvenes sorprendentes con altos grados de adaptabilidad se incorporan hoy  a ámbitos donde las normas prevalecen (el software y la robótica). Jóvenes generaciones distinguen a la ley como sendero a cumplimentar y no más un mojón para gambetear.Exportamos – sin retención alguna – más de 2,5 millones de maravillosos recursos humanos que brillan en sus diversas especialidades en lejanas geografías, enriqueciendo a y ahorrando en otros países. Importamos recursos humanos de menor nivel de conocimientos por lo que adecuar las fronteras porosas a lo deseable es una tarea democrática y pendiente.

3. Casuísticas infrecuentes requieren soluciones atípicas. Admitir de manera franca: … ¿piedra  basal de un perdón insoslayable?

Resucitar implica el previo admitir, reconocer, comprometer el ánimo de enmienda.  El psiquiatra identifica el tomar conciencia como la clave de la solución. Las violencias y las guerras se terminan cuando así lo deciden las partes, paz que hasta ayer lucía impracticable. Nuestro caos transcurre mientras los tiempos y los ciudadanos no son infinitos. Sabido y obvio que la justicia en su “versión despacito” tardará décadas en identificar y sancionar culpables e inocentes. ¿La sociedad toda deberá tragarse infinidad de batracios, para ingenierizar una salida pacífica? Afortunadamente esta vez sin crímenes probados de lesa humanidad involucrados, abundan sí macro delitos económicos como nunca antes. Las inflamadas redes sociales gastan tiempos improductivos en proclamar  venganzas que sólo deteriorarán más la Patria. ¿Serán tiempos de soluciones pacíficas y prácticas atípicas? La devolución al Estado de lo inhibido por la Justicia no debería ser negociable. Ya el costo de la paz interior nos demandará perdones que serán difíciles de digerir. ¿Conmutar penas por exilio voluntario adecuadamente regulado? ¿Perdones condicionados a la renuncia absolutamente irrevocable al futuro ejercicio de la política? ¿Pactos institucionales de no competencia política futura? Se impone la novación del poder prudente y de verdad. Muchísimos han rotado más de la cuenta por décadas. Los  poderes del Estado acompañados por  instituciones públicas y privadas, pueden gestar pacíficos “torniquetes de tolerancia” y cortar por lo sano esta verdadera hemorragia de calamidades que fanaticamente nos enquista agrietados. ¿El Congreso Nacional apadrinará perdones con sabiduría o seguirá como tribuna de nuestros añejos pases de facturas recíprocos y decadentes?  La civilidad sabe y conoce quienes son de manos limpias y/o quienes carecen de ellas y piden recurrir a la historia para que los perdone. No habrá paz cívica en la Argentina hasta que los responsables admitan, por acción u omisión, los errores cometidos. Los perdones emanados de específicamente armados por ministerios condicionados, solo nos perpetuarán en el odio y seguiremos discapacitados para la democracia sana. Sólo saldremos sin venganzas, si la ciudadanía demanda y también apoya el perdón.La zozobra republicana no puede prestarle  más la “pista de pruebas” a un puñado de pilotos repetidos que deben dejar de soñar con el verdor eterno del poder. La sabiduría llama al perdón y alternancia.Argentina inviable tiene cansados a países estables que ya ni nos entienden… ¿quién nos compra un auto usado? La desconfianza impide colocar futuros o valores seguros ante el terror al reperfilamiento crónico que contamina la confianza . El Cronista, tituló recientemente “Una agenda disruptiva para una Argentina inviable” aclarando la confusión que mezcla causas con efectos y viceversa. Concluye que todo el sistema impositivo debe ser cambiado y no reformado.La epopeya de tiempo y esfuerzo que allí se oculta es simplemente titánica. Admitir, acordar, perdonar y pacificar, sin nepotismos, será también imprescindible. Sepan los líderes captar los peligros de no hacerlo. El caos y las crisis no entienden de piedad. Un acto de suprema sabiduría convoca a las coaliciones partidarias air por los/las mejores y articularlos/las por encima de ideologías de juguete que no funcionan.Acordar en serio lo sustancial. Diputados y senadores han dado la primera puntada con la aprobación de la ley que permita renegociar nuestra deuda. El mundo necesita que reinventemos la confianza. Dios aguarda… la Patria también y amanece, que no es poco.

Sobre el autor

Ignacio González García

Socio de ACDE. Síndico Titular del Grupo Diario La Nación, de IDEA y de La Anónima de la Patagonia.

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