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Argentina post pandemia

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Por iniciativa del Grupo Joven de ACDE y con la participación de la fundación Konrad Adenauer se llevó a cabo un diálogo entre Luciano Laspina, diputado nacional por la Provincia de Santa Fe de la coalición Juntos Por el Cambio y Marco Lavagna, actual director del INDEC y ex diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires del Frente Renovador. Felipe Videla, abogado y socio de ACDE, ofició como moderador.

¿Por dónde pensás que debería empezar el cambio cultural?

Luciano L.: “Es muy difícil hablar de cambio cultural. Es una apuesta muy frágil, en el sentido de que la estructura de valor en una sociedad, de visiones, es de mediano y largo plazo, se van moldeando en base a los resultados del corto plazo”.

“Una de las conclusiones que uno puede sacar, en la experiencia de los cuatro años de juntos por el cambio, es precisamente que ganar una elección no implica para nada un cambio cultural”.

“Yo creo que en el rumbo de los países hay una enorme importancia de los liderazgos políticos. Ha habido en la Argentina dos visiones de país en conflicto, muy fuertes. Gobiernos militares y democráticos por igual han generado desajustes macroeconómicos de los cuales después se hace muy complicado salir. Y luego al venir los procesos de ajuste, generan más condiciones para el fracaso que para el éxito”.

Marco L.: “Yo no le puedo cargar a la sociedad en su conjunto la idea de ´hagamos un cambio cultural para mejorar´. Creo que el cambio tiene que venir primero desde la dirigencia, no sólo la política o la de un funcionario de turno, sino en amplio sentido”.

“Creo que parte tiene que ver en un cortoplacismo en el que vivimos. Muchas veces en Argentina hay una falta de lectura de qué es lo que está pasando en el mundo. Creo que también tenemos un problema de enamoramiento de algunas políticas, que en algún momento dan resultado y las estiramos hasta que terminan reventando”.

“Nosotros podemos entrar en la discusión de la grieta electoral, que nos pasa a nosotros y le pasa a todo el mundo. La grieta está, después tenés todo un marco institucional muy arraigado, muy fuerte, que hace que siga funcionando en un rumbo y nos estés a los ponchazos de una esquina a la otra como un péndulo”.

¿Cuánto tiene que haber de privado y cuánto de Estado?

ML: “Siempre fui partidario del estado presente. Yo no lo tomo en términos del tamaño del estado, porque el tamaño es relativo. La clave es la eficiencia que tenga el estado y el rol que tenga que cumplir dentro de una sociedad. El tamaño depende de las necesidades que tengas. Tiene que ser un estado presente, promotor, igualador, articulador”.

LL: “El estado en la argentina se ha convertido en una gran máquina de intento distribucionista bastante mal administrado”.

“El estado tiene que ser mucho más eficiente y mucho más austero. Eso se ha perdido con el pasar de los años”.

“Cuando uno tiene que trazar el diagnóstico de los consensos para el crecimiento y el desarrollo, se necesita que la argentina aumente considerablemente su tasa de inversión, que aumente las exportaciones, y que equilibre las cuentas públicas”.

“Acá se castiga al que invierte, al exitoso, al que crea empleo. Por eso es que no crece el empleo privado y si el público, que se paga con más impuestos y eso hunde la inversión privada”.

¿Qué debe hacer el gobierno para tener una moneda en nuestro país?

ML: “El problema de la moneda argentina no es de un gobierno, no es de ahora. Es una historia que vos tenés. El problema que tiene Argentina es que, a lo largo de su historia, los vaivenes que ha sufrido la moneda han sido muy grandes y la memoria colectiva también. Desde ya que hay que trabajar en los equilibrios macroeconómicos. Y no me refiero solamente al déficit fiscal, que es solamente una parte, también estoy hablando de los déficit de la cuenta corriente, de la cuenta de capital, y como te da la balanza de pagos. Porque los equilibrios tienen que ser mirando toda la economía”.

¿Qué podemos hacer los empresarios desde nuestro lugar para cambiar la imagen de “chantas”?

LL: “Respecto al empresariado, creo yo que se ha ido instalando un discurso anti empresario, en términos de que en realidad el empresario se aprovecha de las situaciones. Tiene que ver con una visión de cierta subestimación de los beneficios del funcionamiento del mercado”.

“En Argentina hemos empezado a crear la idea de que los empresarios están ligados al estado y al lobby político. Eso ha ido desprestigiando su imagen. Eso le ha hecho mucho daño al país, y también esto explica el éxodo gradual de empresarios. Nosotros acá trabajamos para espantar a los empresarios. Es algo que tiene que ver con una tradición, con un discurso que hay que erradicarlo, y ahí sí yo creo en la batalla cultural”.

 Todos somos responsables de nuestro país. Confiamos desde ACDE en el diálogo entre personas que piensan distinto pero que al final del día buscamos un objetivo común que es que nuestro país crezca y mejorar la vida de las personas.

Sobre el autor

Francisco Domínguez

Fue becario en Revista Empresa.

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