La pandemia del Covid-19 fue el disparador de una serie de procesos que requieren ser regulados. Una mala regulación, como resultó la sanción de la ley de Teletrabajo, puede empeorar el estado de las cosas. Porque peor que la informalidad laboral es la falta de trabajo.
Los cambios tecnológicos paulatinamente han permitido prescindir de la intervención del hombre en el proceso productivo, así como también relativizar las distancias y el tamaño de los desafíos. La inteligencia artificial, la robótica, la nano y la biotecnología, harán parte de ese trabajo. Sólo parecen quedar pendientes la independencia energética que mueve a los procesos y el modo en que se absorben los gases de carbono que producen el cambio climático.
Los cambios tecnológicos gestaron otros nuevos patrones sociales tales como el auge del entretenimiento virtual, una acelerada urbanización de la vida y nuevos criterios alimenticios, entre tantos otros, que requieren ser considerados en toda su dimensión.
Ahora el hombre deberá reflexionar acerca de su papel en el mundo, en el universo. Si los cambios tecnológicos sólo aportan comodidad se fomentará aún más el individualismo, a punto tal de poner en riesgo la misma supervivencia futura de la especie o, peor aún, de que la extensión de la expectativa de vida llegue a convertirse en una condena, en algo indeseado. La Nueva Civilización deberá repensar para qué se vive, cómo será la familia, si habrá una patria. ¿Habrá un Dios, varios o ninguno? en tal caso, ¿habrá religión o religiones? ¿cómo serán? Por otra parte, ¿cuáles serán los criterios asociativos, los físicos o los propios de los entornos digitales? ¿Quién es mi prójimo, mi vecino o mi contacto en las redes sociales?
Pero no es cuestión de amargarse o desesperar, ya que la economía colaborativa es una de esas respuestas que señalan la capacidad gregaria del hombre que lo conduce siempre a perfeccionarse por medio del amor, de la entrega desinteresada al otro. Todavía hay mucho por explorar en esa materia que obliga a los hombres a relacionarse con los demás para vivir. Además, habrá nuevos emprendimientos en la masificación de la movilidad aérea con el auge de los drones, que podrían facilitar la vida en casos de aislamiento territorial, por mencionar un caso.
Más aún, la gran cantidad de modificaciones que ha sufrido el capitalismo durante su existencia se ha acelerado en las últimas décadas. ¿Qué es el capitalismo en la actualidad? ¿Cuánto se asemejan o se diferencian las grandes corporaciones privadas y anónimas de las formaciones públicas o estatales o de las cooperativas y mutuales? ¿Cómo se resolverá la cuestión de los excluidos? ¿se distribuirá un salario universal? ¿Quién lo hará, una autoridad pública o privada? ¿Sobre qué criterios?
Todo esto, obviamente, tendrá un correlato en la vida institucional de la sociedad; en la esfera política. ¿Qué sistema de gobierno se dará esta gente? ¿será comunitario, nacional, continental, planetario o universal? ¿Llegará el hombre a habitar en otros planetas o la carrera espacial es solamente la meta que se fija para dominar el espacio exterior? ¿y los océanos y el centro de la tierra? ¿Cuál será la nueva frontera de la humanidad?
Estos interrogantes sirven para saber prepararnos. Tenemos que identificar los cambios estructurales, comprender el entorno cambiante y regular aquellos procesos que pueden conducirán a la vida humana a una instancia de superación.