Valores

Cincuenta años no es nada… febril la mirada

Escrito por Ernesto Rey
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¿Qué ha pasado con los dirigentes de empresas en Argentina en medio siglo?

Hace unos años en un artículo en El Cronista afirmaba que “el apunamiento del erudito había hecho más daño a nuestro país que la presenta ignorancia del menesteroso”. Algunos de mis pares se sintieron injustamente involucrados y generalizar siempre tiene estos riesgos.

Enrique Shaw decía que si nos regalaban una lapicera la mejor forma de agradecer era escribir una carta. Muchos de nosotros recibimos el regalo de varias lapiceras. La oportunidad de una buena formación y la combinación del puente familia-escuela-universidad-empleo nos posibilitó desarrollar nuestros talentos. El sacrificio de nuestros padres y nuestro esfuerzo personal, fueron una parte importante, pero Dios estuvo allí para regalarnos la oportunidad.

Argentina nos sigue dando oportunidades pues seguimos siendo actores de una película que se está filmando y protagonistas de un libro que se está escribiendo.

Vivimos una niñez y adolescencia donde nos asombraba enterarnos que en las calles de Nueva York la genta caminaba sin detenerse antes seres humanos tirados. Hoy en la Ciudad Autónoma hay familias enteras invisibilizadas. Ni que hablar en Buenos Aires, provincia que sería la envidia geográfica y climática de muchos países del mundo y es el ejemplo más contundente del fracaso en la gestión.  

¿Qué hicimos? ¿Qué dejamos de hacer?

Con cierta dosis de suerte y mucho esfuerzo, algunos logramos mantener ahorros a resguardo de un Estado predador. Era nuestra responsabilidad primaria familiar y empresaria, pero sentimos que no alcanzó. De tener un PBI que nos ubicaba como la séptima potencia en el mundo, pasamos a un séptimo ranking de miseria a nivel mundial.

Por qué pasó lo que pasó y qué nos lleva en el presente a expresar más protestas que propuestas, más culpables que protagonistas del cambio por llevar adelante. En lugar de pensar que es imposible debemos poner todos nuestros esfuerzos en equipo para hacer lo imprescindible.  

Recuerdo hace 50 años las palabras de Manolo Moledo en la intimidad. Nos decía en una reducida cena familiar: “Los mayores no lo podrán resolver y el futuro dependerá de ustedes”.

Con cierta frustración les dije por años los mismo a mis hijos y mis alumnos en la Universidad. Argentina perdió medio siglo y lo que más me interpela es el mensaje que podemos dejar a los que nos siguen en los cincuenta años por venir.

ACDE puede y debe apostar a los más jóvenes escuchando las reflexiones de sus mayores.

La combinación el Estado predador, sindicalismo mafioso y empresariado prebendario exigió hasta ahora ser casi un mártir para no perder la empresa y el empleo. Eso es lo que Uds. los jóvenes deben cambiar, pues si no, les pasará lo mismo. Es imprescindible lograr instituciones e incentivos a que hagan más barato ser honesto que ladrón.

ACDE puede ser el ámbito profesional para acercarse y encontrar una voz que escuche y un equipo que te apoye en esos momentos tan difíciles donde se juega la supervivencia empresaria o familiar a la hora de tomar decisiones. El lugar donde compartir un consejo sabio de sus adultos mayores y la ayuda concreta de los pares.

Una oportunidad para llevar a la práctica el mensaje papal. Seamos amplios en la comprensión del mensaje del Papa: “no nos salvamos solos”.

 

 

Sobre el autor

Ernesto Rey

Costos y mejoras de Rentabilidad. Ex vicedecano UCA Económicas. Miembro consejo directivo IAEF. Ex Gerente y Director de Empresas.  Miembro de ACDE. 

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2 comentarios

  • Gracias Ernesto. En el modelo de individualismo está nuestro modelo actual, la autonomía, la autonomía por sí sola, el individualismo para su propio fin, un individualismo que no tiene en cuenta la vulnerabilidad del otro que no está escuchando a los demás.
    Este modelo, me parece, no funciona.
    No podemos hacerlo solos, necesito a los demás, es la red que funciona. Se necesita la muerte de una cierta forma de pensar para volver al crecimiento.

  • Ernesto, claro que los jóvenes serán agentes de cambio y apuntaran a hacer mejor las cosas que nuestra generación, pero habemos muchos «jovenes de espiritu» que no queremos deslindarnos de responsabilidades y dejar todo el peso en manos de los que vendrán. Todavía tenemos mucho para aportar compartiendo experiencias, reconfirmando valores, dando el ejemplo como buenos ciudadanos y buenos cristianos haciendo asi mas fácil el camino a los que nos seguirán.