Encuentro Anual ACDE 2021

Discurso Apertura de Ignacio Gorupicz

Escrito por Ignacio Gorupicz
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Discurso Apertura del Presidente del XXIV Encuentro Anual ACDE 2021

Todos tenemos el mismo sueño para Argentina – Una sociedad y una economía donde haya un lugar digno en la mesa para todos. Así fue como arrancó y se desarrolló la Argentina. Así es como avanzan hoy los países que generan las mejores condiciones para que cada persona y comunidad tenga las oportunidades y despliegue su potencial. 

Hay algo que caracteriza a los países que progresan: hay trabajo, hay mucho trabajo. Hay muchos trabajos nuevos y hay otros que cambian por la tecnología. Hay tanto trabajo en estos países que actúan como un imán que atrae trabajadores y sus familias de otros países.

Junto con un equipo organizador al que le estoy muy agradecido, iniciamos la preparación de este encuentro el año pasado. En ese momento de incertidumbre, decidimos hacer una encuesta a los socios jóvenes de ACDE. Nos alegró encontrar que más de la mitad era optimista sobre el futuro. Nos llamó la atención que muchas respuestas versaban sobre lo mismo: aparentemente hay dos acepciones de la palabra contexto. Por un lado, hay un contexto macro que en general no ayuda ni inspira. Un contexto macro que muchas veces desanima – un lugar donde pareciera que hay que “remar en dulce de leche”. Pero hay otro contexto cercano: es uno más positivo donde hay oportunidad y donde hay mucho por hacer. Volviendo a la analogía del deporte, es en este contexto cercano donde buscamos remar sincronizados con los que tenemos alrededor. Una de las respuestas ilustraba acabadamente esto de los dos contextos y se las quiero transcribir literal: “Porque depende de mí lo que vaya a hacer. Si espero al contexto macro no asumo mi responsabilidad”. 

El desafío que tenemos como país es que nos falta Encuentro – Es un desafío especialmente importante para un país cuyo lema fundacional desde hace más de 200 años es “En Unión y Libertad”. Nos está costando esa unión de voluntades libres para constituir ese sueño común que es la Argentina. 

El primer paso para superar este desafío es lograr ver más allá de las etiquetas que ponemos sobre los otros y aquellas etiquetas que nos ponen a nosotros. Nos debemos plantear la posible combinación de varias verdades que se repiten a menudo. Hay que enseñar a pescar, pero las parábolas nos enseñan que existen muchas situaciones en las que también hay que ofrecer el pescado. Debemos integrarnos de forma muy inteligente al mundo, del mismo modo que saber vivir con lo nuestro, potenciando nuestros activos y capacidades – que son muchas. La igualdad de oportunidades va de la mano del valor del esfuerzo y del mérito y de hecho los aumenta. Lo opuesto a la igualdad de oportunidades en realidad son los privilegios y la corrupción. Pero bien nos decía Enrique Shaw que la Justicia sola no puede, necesitamos también la Caridad Social.

No quiero profundizar en la naturaleza de este desafío en torno al encuentro de los argentinos. Creo que si algo nos propusimos para estas dos mañanas que tenemos por delante es mirar menos al pasado y más al futuro. Tenemos que enfrentar los desafíos con respuestas más que con explicaciones y lamentos. Si no tenemos todas las respuestas al menos ofrecer un camino concreto a transitar. 

Una causa donde se entrelazan la promoción del bien común y la construcción de confianza es la generación de Trabajo – Trabajo con mayúsculas: registrado, productivo y de calidad. La Organización Internacional del Trabajo lo describe con el adjetivo de decente. Este tema del trabajo decente, trillado pero no por eso menos valido, plantea esta dinámica de contraposición entre ese sueño que compartimos y ese desafío del desencuentro.

Si partimos de la premisa de que más trabajo es menos pobreza y por lo tanto más inclusión, surge una pregunta. ¿Qué tan tierra fértil es Argentina para generar este trabajo decente? Vayamos repasando al menos 12 ingredientes de la receta probada para crear trabajo decente: (i) contexto macro previsible, (ii) educación para la empleabilidad, (iii) igualdad de género, (iv) seguridad jurídica para invertir en crear trabajo, (v) cuidado del medio ambiente y economía verde, (vi) libertad de contratación, (vii) condiciones de trabajo saludables y seguras, (viii) adaptabilidad al cambio tecnológico, (ix) umbrales mínimos de ingreso por arriba de la línea de la pobreza, (x) menor presión impositiva en las escalas más bajas para que haya mayor ingreso disponible para el trabajador, (xi) foco en desarrollo de todo tipo de trabajos para todos los niveles socioeconómicos (xii) marco legal justo que proteja de los abusos y la extorsión. Listar estos ingredientes nos ayuda a dimensionar lo complejo que es generar trabajo decente. Si respondemos esta pregunta con honestidad intelectual posiblemente concluiremos que no hay solución fácil ni atajos. Al terminar volveré sobre esta lista.

En el libro del Éxodo se cuenta que el pueblo de Israel guiado por Moises enfrenta al pueblo nómade de los amalecitas en el medio del desierto. Ocurría que mientras Moisés tenía en alto la mano vencía Israel, mientras que cuando bajaba la mano vencían los amalecitas. Como a Moises le pesaban las manos, dos de sus ayudantes tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase y luego le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así Moises sostuvo los brazos firmes hasta la puesta del sol y la victoria en esa batalla en el desierto. 

Esta historia tiene muchas enseñanzas. Rescato dos que me parecen oportunas para el momento que nos toca: no solo no tenemos que bajar los brazos sino también tenemos que sostenernos mutuamente. 

Lo bueno de plantear esta causa en torno a generar trabajo decente es que nos orienta a poner los principios cristianos en movimiento. Menciono algunos de estos principios tan centrales en las exhortaciones del Papa Francisco y de otros líderes religiosos: el principio del bien común, el principio de subsidiariedad que fomenta la toma de iniciativa tan propia del espíritu humano, el principio de solidaridad y los valores de verdad, libertad, justicia y amor. Creo hace más sentido hablar de militancia de estos valores. Tenemos muchas formas de poner estas palabras en acción más allá de la empresa. También tenemos que militar estos valores en nuestro barrio y comunidades, en las periferias que tenemos cerca y donde hay tanta pobreza, en la educación, en la política, en todo ámbito del trabajo y de la cultura.  

Seguramente los que estamos compartiendo este encuentro tenemos muchas ocupaciones e intentamos poner en acción varios de estos valores – ¿Qué más puedo hacer? ¿Qué puedo hacer mejor? Visualicemos a las personas alrededor nuestro: los que trabajan con nosotros y también quienes trabajan en nuestros hogares. Miremos los lugares por los que transcurrimos: el colegio de nuestros hijos, pero también otros colegios, los lugares con más pobreza y en esta época de elecciones los lugares donde se va a votar. Esta militancia en valores es algo de todos los días. No se requiere impacto a escala sino solo el compromiso de hacer lo correcto porque es lo correcto. Atahualpa Yupanqui decía que la arena es un puñadito, pero hay montañas de arena. 

Nuestro fundador Enrique Shaw nos dejó una hoja de ruta para ir hacia ese capitalismo más humano que queremos para Argentina. Esa hoja de ruta no está solamente en sus palabras, sino principalmente en su modo de vivir . Enrique vivió hasta los 41 años, pero fue un militante en valores en espíritu y en verdad. Junto con empresarios y ejecutivos, tuvo la visión de largo alcance y el empuje de fundar ACDE para lograr llevar el mensaje de Cristo a la empresa y humanizar la fábrica.  Es en sus últimos años cuando su obra empieza a tomar volumen y es lo que permite que su legado haya trascendido y tenga la vigencia que tiene hoy. Seguramente Enrique sabía que el que achica los sueños, achica las realidades.

Aceptemos que a veces es preciso perderse para volver a encontrarse. En vez de mirar lo que fuimos miremos hacia el futuro con la convicción de que podemos ser mejores. Hay mucho de bueno que hacer en nuestro país. Les pido que al final de estos dos días podamos tener la lista de ingredientes para crear Trabajo con Mayúsculas en Argentina. 

 

Muchas gracias

 

Ignacio Gorupicz

Presidente del XXIV Encuentro Anual de ACDE

Sobre el autor

Ignacio Gorupicz

Socio en McKinsey & Company. MBA Stanford University. Master en Finanzas UTDT. Contador y Licenciado en Administración (UBA). Vicepresidente Primero ACDE y Presidente del Encuentro Anual ACDE 2021.

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