Como en aquella escena bíblica condenatoria en la que Poncio Pilato presenta a Jesús, en el Pretorio en su condición de reo ante la multitud, el presidente Alberto Fernández señaló a quien tendrá la tarea de corregir el rumbo del gobierno: «ecce homo» (este es el hombre).
Ungido, el tucumano apeló a sus conocimientos médicos para dar por concluida la pandemia electoral acompañado por su colega, la ministra de Salud Carla Vizzotti. La ciudadanía se empezaba a preguntar por el uso del barbijo cuando la oposición realizó una reunión para recordarles que hacía tan sólo diez días había salido triunfante de las PASO.
Sucedió tal como explicó Diego Genoud el fin de semana pasado: la derrota electoral obligó al gobierno a cambiar jugadores inexpertos por experimentados, y también a abandonar apresuradamente la priorización del cupo femenino y de cierta dialéctica inclusiva. Se destacó el gesto del flamante ministro de Educación separando la Sagrada Biblia de la Constitución, pero se soslayó el hecho de que el resto -todos hombres enfundados en sobrios trajes oscuros y corbatas- hayan jurado «por Dios, la Patria y sobre estos santos Evangelios». El protocolo rigió, lo que señaló el respeto por la ceremonia y la responsabilidad que ésta implica.
Con actitud pródiga, el elegido operó la suba del piso de ganancias -solamente a empleados y a una baja escala de los autónomos- y convocó al Consejo del Salario para subir el Mínimo, Vital y Móvil, en 52,7 por ciento. Se produjo una especie de multiplicación de panes y peces, mientras el esmerado Julián Domínguez no consiga restituir la salud en el mercado de la carne.
«Salieron a tirar guita desde los helicópteros», dijeron algunos conocedores de la mentalidad conurbánica. Habrá que ver si con eso alcanza. Lo cierto es que la Provincia ya piensa en agregar clases los sábados. Evidentemente, no se ahorraron la autocrítica y están yendo a fondo en la corrección de las causas de la derrota. El desatendido reclamo de clases presenciales también estuvo presente -o, en algunos casos, ausente- en las urnas.
El temblor continuó. El gobernador cambió tres ministros para colocar a dos intendentes y a una referente del peronismo que gobernará a nivel nacional. Más aún, la jefatura de gabinete a cargo de Martín Insaurralde pareció más una intervención que un reemplazo.
Otro que no pudo hacer lo que quiso fue el Canciller. Santiago Cafiero se había llevado a la Vicejefa de Gabinete para que ocupe la posición de Jorge Neme y a su tocaya Nicolini para reemplazar al secretario de Relaciones Exteriores. Pero alguien le dio un coscorrón y pareciera haberle dicho que para improvisados alcanzaba con su nombramiento, y el embajador Pablo Tettamanti se mantuvo como Vicecanciller. Por su parte, el ejecutivo Neme recaló en la Vicejefatura, debajo de quien fuera su jefe en Tucumán.
Lo que no pudo resolver Manzur fue la interna tucumana. Pudieron encontrar la fórmula de la licencia para que asuma el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, hombre del kirchnerismo. Como mencionamos el lunes siguiente a las PASO, uno de los dos grandes triunfos del gobernador tucumano en aquella oportunidad había sido doblar en votos a su enemigo interno, que ahora -en lugar de desaparecer-, alcanzó algo más de lo que procuraba para 2021.
Muchos aseguran que la Vicepresidente salió ganando de este entuerto. En el caso de Jaldo, podría ser. Pero hay que recordar que la gente que le respondía a ella no quedó bien parada en la confección de las listas y que algunos de los nuevos hombres del gabinete, si bien fueron funcionarios de ella, son gente del peronismo. Ella misma, durante la crisis ministerial, envió mensajes de peronización, tales como el haberse sacado el Fernández de su usuario de Twitter. El apellido Kirchner no es cristinista; la reivindicación del kirchnerismo suele ser utilizada como una diferenciación del colectivo vicepresidencial. Por otra parte, pareciera que ella prefiere no ver lo que le va a pasar y que la pérdida de espacio actual le parece chiste comparado a lo que sufrirá si pierden en 2023. Con esta jugada ella, como diría su terapeuta, soltó. Este boletín aventura que su presencia irá mermando rápidamente.
En cambio, el que salió ganando fue el jefe de Gabinete que, tras esas generosas decisiones, se dio el lujo de reunir al gabinete en sus dominios -la Casa Rosada; Alberto permanece mayor tiempo en Olivos- sin la tutela presidencial.
Es el comienzo de la transición.
Excelente!!!
Muy bueno!!
Bien Hernán, muy preciso