*Imagen destacada: www.buenosaires.gob.ar
Mi acercamiento inicial a la economía social fue desde mi propia mirada y diría que descreído, ya que esta forma de organización económica presenta múltiples desafíos: es difícil especializarse o ganar escala, la logística de entrada y salida es mucho más cara y compleja, cuenta con poco capital, resulta difícil hacer algo de alta calidad y las unidades productivas y cooperativas están más familiarizadas con producir que con vender B2B (empresa a empresa) que es más difícil.
Considero errado plantear a la economía social como un modelo alternativo al capitalismo más humano que pregonamos desde ACDE. Haciendo foco en Argentina, nuestro capitalismo más humano tiene una forma diferente vis-a-vis al de otros países. En Argentina tenemos que seguir promoviendo conciencia sobre el valor de la iniciativa, la inversión y el empleo privados, la importancia de más simples y menores impuestos, la necesidad de un estado productivo y efectivo, así como de un diseño institucional más robusto que asegure justicia independiente, vigencia y respeto a la Constitución y separación de poderes.
Habiendo dicho esto, descubrí que también hay una mirada desde los ojos de las personas pobres que viven en los márgenes de nuestra sociedad. Desde esa perspectiva, también aprendí que muchos pobres y desempleados no tienen nada que hacer durante todo el día. No hay orden ni horarios. Con suerte, se llega a las 3C del Padre Pepe Di Paola (club, colegio y capilla). Todos aquellos que hemos participado de misiones en el Norte de nuestro país hemos visto esto. Desde dicha mirada, creo que hay un valor en que los hijos pobres en esos hogares pobres no vean padres y madres vencidos o pasivos esperando cobrar un subsidio como única opción, sino levantándose temprano e intentando producir algo para salir a venderlo. Puede que produzcan algo de calidad mejorable o vendan relativamente poco, pero es mejor que hacer nada. Creo que hay cierta analogía en promover la cultura del esfuerzo y del trabajo de los pobres de hoy con la cultura que trajeron millones de inmigrantes décadas atrás (muchos de los cuales eran pobres).
Dada la realidad de que tenemos muchos millones de conciudadanos pobres en Argentina y nacen cientos de miles de chicos pobres todos los años, es innegable que vamos a tener que convivir por un tiempo con tener muchas personas pobres en Argentina. Estas unidades productivas y cooperativas en barrios desventajados dan una respuesta aquí y ahora para transcurrir esa transición hacia un país más próspero a través de un capitalismo más humano. De hecho, permiten desarrollar una población de ciudadanos pobres que han experimentado el concepto de horario, comprar, trabajar, producir y vender.
Finalmente, en el campo de la economía social y popular aparecen buenas ideas y productos de calidad. Este año, el catering del coloquio de IDEA fue llevado adelante con muy buen nivel por tres unidades productivas de barrios vulnerables y hoy ya hay decenas de empresas de todo tamaño que compran a unidades productivas en barrios vulnerables (catering, impresiones, textiles, regalos). Hay mucho conocimiento empresario que podemos ofrecer a la economía social como ser herramientas digitales simples, metodologías agiles o lean startup y enfoques de venta de modo de lograr exponer a los trabajadores de la economía social a herramientas y tecnologías modernas. Enrique Shaw nos invitaba a “ser un puente entre quienes conocen el problema y el sumergido que piensa en su problema inmediato”.
A veces se pondera a la economía social de manera de construir una falsa dicotomía – capitalismo versus economía social – que, en lugar de acercarnos a los pobres, nos aleja. Creo son dos enfoques diferentes pero complementarios en lugar de dicotómicos: promover un capitalismo más humano puede también ir de la mano de fomentar la economía social y popular en la base de la pirámide mientras logramos que dicho capitalismo más humano genere dignidad para todos. Yo creo es preferible comprarle a una persona pobre que darle dinero por nada a cambio, también imagino que esa persona pobre prefiere vender algo en lugar de pedir limosna.