Introducción a la dogmática laicista en el ámbito público y académico
«Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen.»
1 Pedro 3,15
«Los estudiantes salen cada vez peor formados de la escuela.» «El nivel educativo del secundario es un desastre y entrar a la universidad implica un salto cada vez más grande”—dice (regularmente) un profesor arquetípico de una asignatura universitaria introductoria en la Argentina. La preocupación por la educación se expresa insistentemente por miembros de ACDE y por las autoridades eclesiales[i]. Si bien nuestro país necesita elevar el nivel educativo en materia de física, química y matemática—lo reconozco como científico—, me preocupa aún más la ignorancia de los jóvenes en materia de filosofía, ética, historia y derecho natural. No me refiero a la cantidad de datos—hoy en día tenemos acceso casi ilimitado a ellos por medio de nuestros celulares. Veo una carencia en la calidad del conocimiento y en la capacidad de razonar.
Pensamiento crítico y cientificismo
En el mundo posmoderno el “pensamiento crítico” parecería significar “criticar el orden anterior y aceptar acríticamente el nuevo orden establecido”. Temas como aborto, homosexualidad, justicia, bien común, moral, y eutanasia, encuentran resoluciones dogmáticas que se reducen a imperativos de “deconstrucción” y posterior construcción de algo nuevo y contrario al sentido común. Como si la verdad y la moralidad fueran cosas que varían con el tiempo.
Más aún, el dogma del cientificismo se impone desde la escuela. El científico parecería ser el clérigo del siglo XXI, encargado de custodiar y defender la verdad. Y es cierto que el método científico es algo brillante, que le ha traído cosas muy buenas a la humanidad. Sin embargo, las ciencias naturales solo nos permiten dar explicaciones descriptivas—muy útiles para realizar predicciones—, pero no nos dicen nada acerca de lo que son las cosas en sí mismas, ni acerca del bien moral. La pretensión de algunos científicos ateos de explicar la totalidad del mundo con las ciencias naturales—algo lógicamente imposible—ha calado profundamente en la mente de los estudiantes. Ahora bien, ¿de qué nos servirá saber hacer muchas cosas si no encontramos el motivo verdadero de nuestra existencia? ¿De qué nos sirve tener un potente auto deportivo si no sabemos a dónde queremos ir?
El salto hacia la universidad y el dogma del laicismo
Cuando entramos a la universidad, lo aprendido en la escuela católica o en la catequesis entra en conflicto con los dogmas del posmodernismo: el dogma del relativismo (“toda verdad es relativa”), el dogma del estado laico, el dogma de la exclusión de la fe del ámbito público. Así, se nos vacuna desde el ciclo introductorio con materias como “Introducción al pensamiento científico” o “Introducción al conocimiento de la Sociedad y Estado Argentino”, que nos enseñan a pensar como un buen universitario argentino de “mente abierta”. El plan de estudios incluirá una teoría del conocimiento de corte kantiano—superadora de la metafísica clásica, se nos dirá—, y un repaso de la leyenda negra de la Iglesia Católica con especial énfasis en el problema de “los pueblos originarios”. Todo lo nuevo es bueno, todo lo viejo es obsoleto—se nos explicará. Así resulta sencillo perder la fe de los estudiantes y reducir la práctica religiosa al relativismo y a la esfera de lo estrictamente privado.
Esto que a algún lector pudiera parecerle normal no siempre fue así. Muchos procesos diferenciales, pequeños pasos filosóficos, fueron atrofiando la razón y el sentido común[ii]. Citando a un profesor universitario de ciclo introductorio, podríamos decir que hoy «el sentido común es el menos común de los sentidos». La “razón pura” que parte de premisas falsas termina llevando al hombre a la destrucción de su humanidad[iii].
Columna y fundamento de la verdad
¿De dónde venimos? ¿Por qué hay algo y no “nada”? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? ¿Es posible demostrar razonablemente la existencia de Dios? ¿Cómo explicar el sufrimiento? Estas preguntas, acalladas en muchos ámbitos hoy en día, marcan el rumbo de las empresas, la política, la economía y las familias. La Iglesia Católica siempre ha sido defensora y abanderada de la verdad (cf. 1 Ti 3,15) y como tal ha dado respuestas racionales y ciertas a estos interrogantes—en esta serie de artículos, desarrollaremos algunas de ellas. Sin embargo, los católicos del siglo XXI parecemos indiferentes a ella y a sus enseñanzas. Esto hace que muchos anden como ciegos, ignorantes de la verdad Evangélica, tan cotidiana y tan lejana para nuestra sociedad. ¿Acaso alguien tendrá la claridad y la valentía necesarias para alzar la voz en defensa de la verdad? Tal vez algún lector de este artículo sea el que encabece la vuelta al Evangelio y al sentido común que la Argentina y el mundo tanto necesitan.
Créditos de la imagen principal: John Granville Gregory’s
[i] Juan Pablo II, Discurso a la Unesco (2 de junio de 1980); n.11, 13 y 18: AAS 72 (1980).
Congregación para la Educación Católica. La escuela católica en los umbrales del tercer milenio (28 de diciembre de 1997), n.2.Ref
[ii] Una breve reseña de la historia de la filosofía que explica este proceso se desarrollará en un próximo artículo.
[iii] Cf. Chesterton, G.K. Othodoxy. Hendrickson Christian Classics. USA, 2017. p.22.
Muy bueno!!!!!, felicitaciones al autor y ¡¡¡¡que bueno sería que el Portal pueda publicar la serie que el autor promete. En materia de educación todo son diagnósticos catastróficas basado en las deficiencias en matemáticas, física y otras «exactas» (no tan exactas). Poco se dice de las deficiencias en humanidades. Hace un tiempo escribí en El Portal e. Seccion Cartas del Director «Educacion, ¿y si volvemos a la Edad Media?» Quise expresar lo que este artículo afirma con gran lucidez muchas gracias
Estimado Enrique:
Muchas gracias por tu comentario, que lamentablemente veo después de meses.
Me alegra que el artículo te haya gustado.
Por parte del portal, hay interés en la serie que comento, pero no he tenido tiempo de poner pulir las ideas para los artículos pendientes. Espero poder hacerlo antes de que termine este año.
Respecto de tu artículo «Educacion, ¿y si volvemos a la Edad Media?», no he podido encontrarlo por internet. Si llegaras a leer este comentario, te agradecería que me lo envíes por mail o via LinkedIn.
Un cordial saludo,
Martín N. Greco Coppi