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El valor estratégico del propósito de Larry Fink

Cohete espacial despegando
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Larry Fink

Larry Fink

Han pasado ya varios años desde el afamado artículo de Friedman sobre la responsabilidad social de la empresa: la maximización de la ganancia. Esta afirmación y todo el razonamiento detrás de ella son parte de los motivos de la crisis institucional que existe hoy en día. La crítica al modelo de empresa cuyo único propósito es la maximización de la ganancia para los inversionistas, es una tendencia vigente entre algunos directivos del sector corporativo. En el artículo anterior, abordamos la discusión de modo general. En esta ocasión, expondré en detalle la postura sobre el propósito de la empresa y las consecuencias prácticas que ha planteado Laurence (Larry) Fink en su calidad de CEO del fondo de inversiones BlackRock, la empresa más grande en manejo de activos a nivel mundial y estandarte de empresas del modelo ESG (enviromental, social and corporate governance). Sus ideas y directrices están recogidas en sus cartas a los CEO de las empresas financiadas por BlackRock de los años 2018 a 2021.

En 2018, Fink llamó la atención sobre la manera de hacer negocios del grupo de empresas que maneja. En la carta de ese año, dio un giro a sus recomendaciones. La tituló “A Sense of Purpose”. En ella, indicó que la empresa debía tener un enfoque más holístico y tener en cuenta a todos los stakeholders para generar la estrategia de la empresa.

Para Fink, la empresa tiene el propósito de crear valor a largo plazo. La estrategia de la empresa debe estar enfocada en asegurar el desempeño financiero a largo plazo. Ahora, para conseguir esto es necesario incluir en las decisiones de gobierno corporativo a los stakeholders. Además, se debe prestar una especial atención al impacto ambiental. Para poder hacer una estrategia sostenible se deben prever los potenciales riesgos climáticos o por lo menos el impacto medioambiental del negocio. De esta manera, la estrategia sería capaz de lograr el objetivo de la sostenibilidad a largo plazo.

El enfoque a largo plazo viene del interés por responder a los inversionistas que han depositado sus fondos y confianza en ellos. Por eso, existe la responsabilidad de informarles sobre qué se está haciendo con su dinero. A esto, se debe añadir el impacto que se ocasiona a la comunidad y al medio ambiente. Un buen manejo de los fondos ayuda a que la sociedad en su conjunto mejore y el deber como empresario es responder a los inversionistas.

Ahora, en las cartas de los últimos años (2020 y 2021) pone especial énfasis en la importancia del medio ambiente para la estrategia corporativa. Afirma que es necesario replantearse las finanzas de la empresa. En principio, por los cambios climáticos que causan estragos a las personas y en especial con la crisis de la pandemia. La pandemia aceleró la transición al enfoque climático y la sostenibilidad de las empresas en el mercado de valores. Fink pone el ejemplo de los préstamos de inversión inmobiliaria a largo plazo. Es imposible para una persona que ha perdido todo en algún desastre climático poder pagar las deudas que le corresponden. Por lo cual, se puede considerar que el préstamo es incobrable y, la sucesiva pérdida para el sistema financiero. En un desastre natural los impactos no afectan solo a las personas naturales sino también a las empresas, de modo que los créditos a corto plazo para el capital de operación también se ven afectados. En este sentido, existe un duro golpe a los índices de riesgo financieros. Por ello, plantea que los indicadores de riesgo y los índices financieros deben considerar el impacto ambiental. De esta forma se disminuye el impacto de las empresas al medio ambiente y se puede planificar una estrategia a largo plazo por parte de las distintas entidades financieras.

La crisis del covid-19 ha dejado en evidencia varios problemas que tiene la sociedad. Ha acuciado las desigualdades ya existentes. También ha asestado un duro golpe a la economía a nivel mundial. Estos problemas, según su carta de este año, han adelantado el cambio a una economía atenta al medio ambiente. Las inversiones y el mercado de valores favorecen a las empresas que dan importancia a sus emisiones y son responsables con el medio ambiente. A la sazón, exhorta el movimiento a un modelo de negocios “Net-Zero” (sin emisiones de carbono) necesario para la conservación del planeta. Incentiva a obtener datos y mediciones concretas sobre estos temas para que estén incluidos realmente en la estrategia de las empresas. Además, pide las acciones estratégicas concretas con las que se incluirá esta transición a las empresas del grupo.

Este conjunto de guías que dicta Larry Fink como CEO de BlackRock es una consideración concreta sobre el papel de la empresa en el mundo. La importancia que da al medioambiente obliga a que muchas empresas tengan que cambiar su modo de operación para poder seguir las indicaciones dadas. La inclusión de índices financieros y otros indicadores para la medición del impacto ambiental y de otras variables relacionadas con este son una forma concreta de traducir la preocupación por el medio ambiente. En mi opinión, esta manera de concretar la incorporación del medio ambiente comienza a abrir los horizontes a que los “intangibles” dejen de serlo.

Si bien es cierto que existe una apertura de la responsabilidad que tiene la empresa con la sociedad, su ámbito no se reduce solo a su impacto ambiental. La empresa, en primer lugar, es una comunidad de personas y, como tal, debe tener a estas en el centro. Por lo tanto, el origen del enfoque de estos temas no debe ser el cuidado de la naturaleza por sí misma sino la visión del planeta como lugar donde la persona habita. Además, todos los desastres naturales deben invitar a las empresas no solo a interesarse por el planeta sino también por todas las personas que habitan en él. El loable movimiento de cuidado de la naturaleza no debe olvidar que las personas van siempre primero y se debe atender a estas.

En mi opinión, el propósito de la empresa no solo debe ser el añadido del valor en el largo plazo. La empresa, como comunidad de personas inserta en una sociedad, debe colaborar con el bien común. Tanto hacia afuera, ofreciendo bienes y servicios que ayuden a las personas considerando todo su entorno, como hacia dentro, desarrollando a cada una de las personas que forman parte de ella. El puro enfoque medio ambiental nos puede hacer perder de vista que la importancia del planeta radica en que las personas habitan en él y que lo van a seguir haciendo. Por lo tanto, tenemos la responsabilidad de cuidarlo y resguardarlo por justicia con los demás ciudadanos y las próximas generaciones.

También en momentos tan sensibles como los de hoy, las empresas deben estar especialmente enfocadas en las personas. Proveedores, trabajadores, clientes, etc. hemos sido víctimas de algún tipo de golpe por la pandemia. De modo que el reaccionar buscando la eficiencia energética como cumplimiento del propósito me parece desenfocado a largo plazo. Si la empresa no aprovecha momentos de crisis como este para afianzar la unidad con los distintos stakeholders, no estaría considerando el largo plazo. No se debe olvidar que, en último término, lo que hay detrás de cada dólar es una persona que lo produce, que lo recibe, que lo paga. 

#Artículo publicado originariamente en el Blog del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra.

Sobre el autor

Hugo Cañarte La Mota

Ingeniero electrónico por la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador. Desde 2018 lleva trabajando para TECELE Comercial, empresa de la industria eléctrica. Además, ha colaborado con la Universidad San Francisco de Quito como asistente de Cátedra.

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