El ámbito decisorio y la reputación de los firmantes
¿Dónde? El ámbito de negoción de una democracia es el Congreso, el del populismo “la mesa chica”. Siempre en la mesa chica los ciudadanos no invitados pagamos la cuenta. Gobiernos autoritarios o democráticos vivieron negociando durante décadas con sindicalistas y empresarios en “mesas chicas”, logrando con este mecanismo, la maximización de sus beneficios personales a costa del resto de la sociedad. El más claro ejemplo de los no invitados son los jubilados que más aportaron en su vida laboral. (salvo obviamente los jueces y funcionarios con mecanismos de privilegio y a los que poco les importa el resto).
¿Por qué? Hay que negociar porque no hay más remedio. Intentar llegar, indignamente, pero al menos llegar sin un colapso al 2023. A partir del resultado de las elecciones, la necesidad de cerrar el acuerdo con el FMI, el nivel creciente de pobreza e indigencia y una inflación del 50% anual no son situaciones de equilibrio ni siquiera de corto plazo.
¿Con quién? Quien debe definir este tema es el gobierno. ¿Quién manda? ¿Quién es el decisor? Si dicen que piensan igual presidente y vicepresidente al menos en los hechos parece que lideran distinto y sería bueno aclararlo antes. Si logramos que el ámbito de discusión sea el Congreso, deberá darse entonces en comisiones, con intervención de los representantes de las fuerzas votadas hace un mes.
¿Qué negociar? Este terreno será el que va a traer más problemas. Si son objetivos obvios como que todos los argentinos coman, que no haya inflación superior a un dígito, que la seguridad mejore y haya buena calidad educativa sin discutir el cómo, ahorren tiempo. Firmen ahora y dejen al Frente de Todos gobernar. Es el actual gobierno quien debe elegir los medios conducentes al logro de esos objetivos pues para eso fue elegido en 2019. Habiendo tantas diferencias que van desde el control de precios para reducir la inflación hasta el cierre de escuelas para evitar el COVID, es mejor que la sociedad tenga claro quién será el responsable de mejorar o empeorar la calidad de vida heredada del gobierno anterior. Si acuerdan no tener déficit para no aumentar la deuda, pero unos proponen subir impuestos y otros racionalizar los gastos difícilmente se logre negociar. Una digresión no menor. Esperemos que “los famosos cuadernos” donde empresarios confesaron sus coimas auto incriminándose no sean parte de la negociación. La oportunidad que tiene la Justicia para dar una señal contundente en la dirección correcta para la democracia será tan valiosa como el “Nunca Más” prologado por Ernesto Sábato.
¿Cuál es el ámbito decisorio de este escenario de negociación? Es de incertidumbre. Hay grandes diferencias de diagnóstico en casi todos los partidos, que se potencian con una manifiesta incapacidad de gestión del gobierno actual. La vocación por la postverdad, no es más que la apología de la prementira. A esta altura no asombra, pero daña.
La reputación de los firmantes. Las empresas y los países tienen la moral de su máxima conducción. El problema más serio que tenemos para un acuerdo hoy no consiste en arribar a un decálogo consensuado, sino en la reputación de los firmantes. Esto acentúa la necesidad de trabajar sobre los resultados con un seguimiento on line. Si no se cumple lo firmado tener previstos y acordados los medios alternativos que conducirán al logro de los objetivos. Un ejemplo podría ser si no se logra equilibrio fiscal aumentando impuestos o creciendo, que se bajen gastos superfluos y remuneraciones impúdicas hasta que el equilibrio se retome.
Las últimas elecciones nacionales dan una esperanza. Hay una esperanza de construir un país donde sea más barato ser honesto que ladrón. La tecnología, el blockchain y la famosa partida doble combinadas son una gran oportunidad para lograrlo, pero convengamos que requerirá un compromiso serio del Poder Judicial. Pongamos toda nuestra actitud y nuestra aptitud para cambiar una Argentina que valga la pena. Una Argentina de la que nuestros hijos no quieran irse sino regresar.
Demóstenes nos decía, 250 años antes de Cristo: No os descorazonéis ante la situación actual por desesperado que os parezca. Pues aquello que en tiempos pasados era lo peor, resulta lo mejor en el futuro. ¿Y esto por qué? Porque como no habéis hecho atenienses, nada de lo que era necesario, os han ocurrido malas cosas; mas si anduvieran así habiendo hecho vosotros todo lo necesario, no habría esperanza de mejora.