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Inversiones, infodemia y algo más

Escrito por Ernesto Rey
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A diario recibimos información sobre inversiones, bonos cortos o largos, indexados o a tasa, plazos fijos o títulos con ajuste dólar. Bueno es aclarar que un Excel, por mejor armado que esté, es solo una promesa de rentabilidad. En un país donde el Estado es el principal violador serial de derechos de propiedad, la información de este tipo es tan relativa como peligrosa. Las redes enredan no solo en información patrimonial o financiera y suele pasar que cuantos más datos recibimos peor informados estamos.

¿Dónde está el problema en materia de inversiones?

El punto clave en esta materia es que cuando los gobiernos no pueden saquear más flujos – con ingresos brutos o ganancias- van por nuestros stocks. La desventaja para los gobernantes, es que cada vez precisan mayores dosis, pues los argentinos lo sabemos y los extranjeros ya se enteraron. Un ejemplo patético pero contundente es el impuesto a bienes personales cobrado a los jubilados. Los trabajadores pagamos impuestos toda nuestra vida laboral y, si nos va bien, con el resultado adquirimos activos. Buscamos vivir dignamente nuestra vejez y ayudar a una magra jubilación. Esos activos son recurrentemente defaulteados por el mismo Estado que demanda que invirtamos en el país. El impuesto a los bienes personales cobrado a un jubilado es violatorio del derecho de propiedad. En momentos de la vida donde ya no hay revancha, y como si no bastara con el impuesto inflacionario, los jubilados deben vender sus activos para pagar el impuesto a los activos.

La sociedad laburante lo sabe y los jóvenes -futuros jubilados- también. Las opciones para ellos son ganar lo máximo posible antes de llegar a ser adulto y e intentar simultáneamente ocultar esa renta. Es muy razonable, aunque no positivo para la equidad social. Es la forma de que cuando toque ser saqueado se pueda quedar uno con lo suficiente. Lo conocen muy bien los políticos, los sindicalistas y los empresarios cortesanos. Lo van aprendiendo también las nuevas capas geológicas de receptores de cheques del Estado. Cada uno procesa con asimetría en el poder su capacidad de supervivencia en una república perdida cuyo piso desconocemos.

Visiones punk decretan el fracaso del capitalismo. Podrían ser hasta graciosas reflexiones en un país donde no hubiera el 50% de inflación, de pobreza, de informalidad y de deserción en la escuela secundaria. Expresiones y visiones que dramáticamente nos confirman que hace décadas vivimos con dos problemas, los problemas y los que están a cargo.

Por supuesto hay injusticias y desigualdades hirientes que se necesitan cambiar. Es tan cierto como que el capitalismo, el mercado y el comercio han sacado a millones de seres humanos de la pobreza. Decenas de tesis en Universidades en todo el mundo proponen mejoras y correcciones a un sistema que puede ser corregido. Pero el Muro de Berlín se cayó para un solo lado y la gente huye de países neosocialistas del siglo XXI como Venezuela. Muy triste para los argentinos que vivimos un país donde se decía que éramos derechos y humanos defender a quienes hablan con los pajaritos mientras sus ciudadanos emigran.

Hay que dar en algo la razón a quienes, viviendo en la opulencia, con dietas y altas pensiones se quejan de esa opulencia. El capitalismo criollo fracasó e hizo ricos a sindicalistas y políticos cuyas cajas de seguridad desbordan. No resistirían un origen y aplicación de fondos que mostrara la evolución de sus patrimonios. No es responsabilidad principal de los más pobres, de los excluidos del sistema, ni de la clase media sobreviviente. El apunamiento del erudito le ha hecho más daño al país que la presunta ignorancia del menesteroso y quienes más dones recibieron mayor responsabilidad tienen.

La falta del tan declamado Pacto Moncloa estilo argentino, no es por falta de creatividad de los redactores, sino por la nula reputación de los firmantes. Un país en que un pagaré y un cheque han dejado de ser instrumentos de pago, una declaración jurada falsa habilita a un funcionario a robarse una vacuna define claramente su señal a la inversión. Un Congreso que además de tener honrosos integrantes, es también el escondite de impunidad perpetua de quienes aprovecharon del Estado para hacerse ricos, es una fuerte señal. Tiene razón en sus declaraciones del jefe de gabinete y no es solo por motivos impositivos que no hay inversión y empleos privados.

El problema central es la ausencia de valores, pero quienes respetamos hacer bien lo que se debe hacer, advertimos en simultáneo una profunda incapacidad de gestión.

Difícilmente se pueda resolver la situación actual con gradualismo. Cuidar a las personas y destruir los incentivos corruptos debe ser el lema de oficialismo y oposición. Debemos generar incentivos que hagan más barato ser honesto que ladrón. La tolerancia a la corrupción debe ser cero y la grieta con los farsantes y corruptos profundísima. Tan profunda pero tan justa como lo fue con el Nunca Más.

Si aceptamos vivir sin plan, vamos a morir sin pan. Un país que produce alimentos para 400 millones de personas y cobra impuestos para alimentar gratis a 200 millones, no puede tener 5 millones de niños que pasen hambre o no accedan a los nutrientes necesarios para desarrollarse.

Estoy convencido que hay esperanza de cambio. Soy parte de los que no queremos emigrar y tampoco deseamos que nuestros hijos lo hagan. Podemos luchar para que esto sea una realidad aceptando que pensar distinto no es vivir distantes y a cada protesta acercando una propuesta.

Paradójicamente es difícil, pero es imprescindible y posible. El cambio comienza con el primer paso y ese depende del compromiso personal de cada uno de nosotros.

 

 

Foto destacada: © Hernán Piñera/Flickr

Sobre el autor

Ernesto Rey

Costos y mejoras de Rentabilidad. Ex vicedecano UCA Económicas. Miembro consejo directivo IAEF. Ex Gerente y Director de Empresas.  Miembro de ACDE. 

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2 comentarios

  • Muy cierto y agrego que ver a políticos de apariencia honestos e ideas claras pelearse entre ellos por puestos políticos en listas sábanas me da bronca y me hace pensar que no entienden la gravedad en la que estamos.