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La Divina Comedia: felicidad individual y felicidad publica (Parte III)

Dante Alighieri
Escrito por Vincenzo Putignano
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Esta es la tercera (y última) entrega que el autor propone por el séptimo centenario de la muerte de Dante Alighieri. Para leer la segunda publicación, hacer clic acá.

Justicia y libertad

La idea de Justicia y Libertad de Dante es una de las piedras angulares y fundamentales de la Divina Comedia.

 Justicia infierno, canto iii

Per me si va ne la città dolente,
Per me si va ne l’etterno dolore,
Per me si va tra la perduta gente.       3

 

Giustizia mosse il mio alto fattore,
fecemi la divina podestate,
la somma sapienza e ’l primo amore.   6

 

Dinanzi a me non fuor cose create
se non etterne, e io etterno duro.
lasciate ogne speranza, voi ch’intrate.  9

por mí se va hasta la ciudad doliente,

por mí se va al eterno sufrimiento,

por mí se va a la gente condenada.

 

la justicia movió a mi alto arquitecto.

hízome la divina potestad,

el saber sumo y el amor primero.

 

antes de mí no fue cosa creada

sino lo eterno y duro eternamente.

dejad, los que aquí entráis, toda esperanza.

 

Versos de los más memorables, de los más inquietantes y amenazantes. Hablan de una puerta. De hecho, a hablar es la puerta. Y esta puerta se cierra directamente en nuestras caras con sus inexorables palabras. Un mensaje de amonestación, de “bienvenida”. Mensajes similares se han producido en el siglo XX, por ejemplo “Arbeit macht frei” (‘el trabajo hace libre’) a la entrada de lager nazis, el infierno moderno.

«Por mí… por mí… por mí...», la cadencia es hipnótica, todo en este epígrafe parece ser múltiplo de tres, la triple repetición inicial, la referencia a la Trinidad «divina podestate, /somma sapienza è l’primo amore”.

Domina la palabra Justicia. Las tres cánticas de la Comedia son los tres aspectos del amor de Dios. Esta primera cántica representa el amor como Justicia. De esto viene, quizás, la imagen de inflexibilidad de la prisión, – ¿acaso el Infierno es inconstitucional? – que luego será contradicho en el Purgatorio y en el Paraíso.

La inscripción solemne de la puerta, una inscripción de color oscuro, ya indica al ojo y al alma la esencia profunda y trágica de este lugar: el dolor y su eternidad, sin esperanza, una vez cruzada la puerta no hay esperanza de volver. Esto es el Infierno: el reino de la ausencia de toda esperanza de salvación. Las inscripciones en la puerta son una advertencia de que este lugar de castigo es eterno. Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate”.

Lloros, gritos, suspiros, maldiciones, blasfemias, en diferentes idiomas – porque el mundo entero se vierte allí después de la muerte si uno está en pecado -, perturba profundamente a Dante, quien, en vida, entra en la vida de los otros.

Hay un viento impetuoso que levanta nubes de polvo, en esa total ausencia de tiempo. Es natural y conmovedor de parte de Dante preguntarle a Virgilio la razón de tanto dolor. Dante quiere saber quiénes son esas personas. Son los cobardes, que vivieron su vida sin desprecios y sin alabanzas. Tienen, en el sentido ético de Dante, la peor condena: el mundo no conoce su fama. Virgilio, insta al peregrino Dante a no razonar sobre el destino de ellos, con menosprecio hacia estas almas.

Estas almas están condenados a un castigo muy severo, en el que se ve claramente el “contrapaso”: deben seguir en toda la eternidad un trapo, una bandera anónima. Así como no han seguido ningún ideal en la vida terrenal, ya que sus vidas han sido sin propósitos, ahora deben seguir una bandera que no indica nada. Sin sentido. Dante los define como desdichados, que nunca estuvieron vivos.

Los condenados son descritos en su físico, como cuerpos desnudos y postrados, acurrucados en la orilla del rio Aqueronte, ansiosos por cruzar al otro lado, de cumplir su propria condena. Virgilio le explica a Dante que es la justicia divina la que los impulsa a este “apuro”. Estas almas se “hacen” tribunal de ellas mismas. Son su propio tribunal.  Sera’ Justicia.

Dante se siente atraído por ese nuevo e increíble mundo; mira y ve una señal que corre tan rápido al girar, que parece indigna de cualquier posición (alegoría de los perezosos: nunca toman una posición exacta, no están ni en el cielo ni en la tierra, ni con Dios ni con el diablo). Las almas son tan numerosas, que el Poeta se asombra al pensar «que tanta muerte las haya deshecho»(v. 57).

Pero parece reconocer a alguien en el tumulto de la multitud, en la conmovedora multitud: es la sombra de un hombre famoso que ha hecho el gran rechazo. Se identifica, casi seguramente, Papa Celestino V, el que hizo por cobardía la renuncia al trono papal: Dante le reprocha haberle dado la tiara a papa Bonifacio VIII, su enemigo y autor de su exilio. Están también los ángeles que, en el momento de la rebelión de Lucifer contra Dios, no tomaron partido por ninguno de los dos lados, permaneciendo neutrales.

La Banalidad del Mal de Hannah Arendt, el libro en el que relata el juicio de Adolf Eichmann, es un ejemplo moderno. Como oficial del ejército alemán, Eichmann organizó trenes para llevar judíos a Auschwitz. Cuando fue capturado y juzgado, su línea de defensa fue:»¿Qué quieres de mí? ¿De qué me acusas? No hice nada malo, no maté a nadie, sólo obedecí órdenes». En pocas palabras, nunca entendió lo que estaba haciendo. simplemente estaba sin ideas, y esta falta de ideas lo convirtió en un individuo predispuesto a convertirse en uno de los mayores criminales de ese período. ¿Cuál es la culpa, dantescamente, de Eichmann?  No eligió.

 Libre albedrío

Es decir, la libertad de elección, el fundamento de toda libertad.

Aquí ya estamos en la arquitectura de la Comedia. El hombre, creado por Dios, tiene algo que lo diferencia de las demás criaturas: el libre albedrío. Corresponde al hombre decidir qué camino seguir: esta es la posibilidad de elección del hombre. La facultad de pensar, de actuar, de elegir según el propio talento, de forma autónoma. Y este es el significado de la libertad: la libertad de elección.

Dante trata específicamente, en el Canto XVI del Purgatorio (el quincuagésimo de los cien cantos, casi el centro exacto de la Comedia), el tema del libre albedrío en el dialogo con Marco Lombardo.

PUR XVI, 67-72

“Voi che vivete ogne cagion recate

pur suso al cielo, pur come se tutto

movesse seco di necessitate.

 

Se così fosse, in voi fora distrutto

libero arbitrio, e non fora giustizia

per ben letizia, e per male aver lutto”.

Cualquier causa achacáis los que estáis vivos al cielo, igual que si moviese todas las cosas él obligatoriamente.

 

Destruido sería así en vosotros el

libre arbitrio, y no sería justo

dar la alegría al bien, y al mal dar luto

En estos versos, Dante afirma claramente que el hombre se enfrenta continuamente a una elección entre el bien y el mal a lo largo de su existencia, y que sólo él es responsable de esta elección, que es sólo suya, él que está equipado con todas las herramientas para hacer la elección correcta.

Así salimos a ver las estrellas

Dante está ansioso por salir del Infierno y volver a ver el cielo después de tantas horas pasadas en la oscuridad de las profundidades de la Tierra. A través de un agujero redondo en la roca que marca el final del camino, Dante y Virgilio estarán en la playa del Purgatorio. “Así salimos a ver las estrellas«. Salimos. Nosotros. Todos.

El trato más evidente de esta salida infernal es el aire sereno y el cielo despejado que se ofrecen de nuevo a la vista de Dante, cuyo corazón había sido contorsionado por la dramática experiencia del descenso por el infierno. Dante se emociona con la salida del sol en la mañana del domingo de Pascua (que evidentemente marca la victoria sobre el pecado).

De ahí las estrellas: son la meta de Dante: de ahí la mirada que Dante dirige a ellas al salir del Infierno, la preparación para ascender hacia ellas al final del viaje por el Purgatorio y el sentirse, una vez completada la ascensión al Paraíso, movido por esa misma fuerza que mueve el universo, «el amor que mueve el sol y las demás estrellas» (Par. XXXIII, 145).

Desde los primeros versos, el lector de la Comedia entiende que esta frente a una historia donde el mismo lector es el protagonista.  Y entre el momento inicial y el final, Dante-protagonista muestra todas las actitudes en las que todo hombre puede identificarse fácilmente; miedo, debilidad, dudas, curiosidad.  Es un viaje que va desde la desesperación a la esperanza, desde el desconcierto a la felicidad, desde el pecado a la gracia, a través de tres momentos: la comprensión del mal, la purificación del mal, el conocimiento del bien. El Infierno, el Purgatorio, el Paraíso.

La Divina Comedia es la mirada de un hombre que ha ganado una mirada plural a la vida, de un hombre que se pone a sí mismo, y generosamente, dentro del pulsar de la vida de otros hombres.

Es necesario promover un acercamiento a Dante y a la Divina Comedia que pueda interesar a todos aquellos que quieren entenderlo más y comprender su diseño político-religioso y el lenguaje plural de su obra. Quienes leen hoy a Dante no pueden dejar de subrayar su sensibilidad civil y política, exaltar su itinerario propuesto hacia la salvación. Dante no solicita un viaje de purificación individual. Exhorta a toda la humanidad, mira al mundo.

Dante es un profeta que indica una meta, un fin por el cual vale la pena luchar. Y también como resistir, si fuera necesario, con los pies en el suelo y con la cabeza y los ojos vueltos hacia el cielo, “purgando la calígine del mondo” (Pur. XI, 30) causada por la soberbia, niebla del mal.

Disfrutemos de la Divina Comedia y dejemos que Dante penetre e ilumine nuestras mentes, paso a paso, línea a línea, para comprender esta obra conmovedora, desafiante, inolvidable.

Con la conciencia de que nuestra acción es verdaderamente moral, solo cuando actuemos para que se convierta en una norma para el mayor número de ciudadanos.

Sobre el autor

Vincenzo Putignano

Licenciado en Ciencias Políticas (Universidad de Torino, Italia) y con Diploma en Dirección de Empresas (IESE, España). Sus intereses están dirigidos en como los clásicos pueden influenciar el gerenciamiento público y privado.

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