En un escrito titulado “La empresa, su naturaleza, sus objetivos y el desarrollo económico” (1961)[1], Enrique Shaw, haciendo alusión a la perfección humana y cristiana de la empresa, recurría al contenido del radiomensaje de Pío XII difundido el 31 de enero de 1952 a la Unión Internacional de Asociaciones Patronales Católicas (UNIAPAC). Síntesis que, según indicaba a pie de página, tomaba de Francisco Valsecchi.
Referencia cuya historia intentaré reconstruir, y que nos trasporta a agosto de 1958. Fecha en la que se celebraban en Mendoza las III Jornadas Nacionales de Profesionales de Acción Católica (A.P.A.C.) dedicadas a tratar “el palpitante tema de los problemas humanos en la empresa (Valsecchi, 1958: 70).[2] Evento organizado por dicha agrupación y por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), cuyas sesiones públicas estarían a cargo de “cinco profesionales (economistas y sociólogos), tres empresarios (miembros de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa), y un obrero (dirigente sindicalista cristiano)” (Valsecchi, 1958:70).
Componían el temario de dichas Jornadas: [3]
- Conceptos básicos
- Concepción integral (privada, social, cristiana) de la empresa, por Francisco Valsecchi
- El papel de los dirigentes de empresa, por Enrique Shaw
- Empresa privada y empresa estatal, por Francisco García Olano
- La empresa y sus trabajadores
- Condiciones de trabajo y salarios, por Alfredo Di Pace
- Relaciones humanas, por Héctor Jasminoy
- Participación de los trabajadores en la gestión y en los resultados, por Francisco Muro de Nadal
- Concentración y difusión de la propiedad de la empresa
- El hecho de la concentración. Ventajas e inconvenientes de la gran y pequeña empresa, por José Miguens
- Promoción de las empresas pequeñas y medianas, por Jorge Peire
- Difusión de la propiedad de la gran empresa, por César Belaúnde
- Sesión de clausura
- Recapitulación de las Jornadas y conclusiones aprobadas
- Palabras finales del Presidente de la A.P.A.C., Axel Labourt
Fue pues en aquella sesión inaugural en la que Francisco Valsecchi hacía alusión a “los cuatro escalones” indicados por Pío XII, señalando que “la empresa no debe contentarse con una perfección puramente humana, sino que ha de tender también a la perfección cristiana” (Valsecchi, 1958). Cuarto y último peldaño que completa lo económico-individual (subsistencia), lo técnico-económico (coordinación de factores productivos), y lo económico-social (justicia social). Afirmaba: “Pío XII, después de haber señalado las finalidades naturales de la empresa en sus tres grados sucesivos, advierte que, si la empresa no fuera más que esto, sería todavía insuficiente para establecer y promover el orden completo, porque el orden completo no es tal hasta que no apoya toda la vida y toda la actividad material, económica y social, en el espíritu cristiano, fuera del cual el hombre queda siempre incompleto. (…) Este ideal – señala Pío XII – es el ejercicio pleno, elevado, cristiano de vuestra empresa, penetrado por sentimientos humanos en la más amplia y más alta acepción de la palabra” (Valsecchi, 1958).
Argumento que confirmaría Shaw en el XI Congreso Mundial de U.N.I.A.P.A.C., indicando: “El gran Pontífice señala, de este modo, la cima a la que debe tender la empresa para lograr su perfección completa, e invita a los empresarios a ascender hasta ella. (…) El hombre, después de la redención, no puede considerarse solamente en el plano natural; debe integrarse en el plano sobrenatural. La empresa, que es el factor más importante de la vida económica-social moderna, debe estar impregnada de un alto sentido humano y cristiano si quiere ser eficaz elemento de orden en este mundo convulsionado” (Shaw, 1961: 93).
Resta señalar para completar la biografía de aquel pie de página, que junto a Shaw, formaron parte de la delegación argentina que viajó a Chile: Oreste Popescu, Francisco Valsecchi, y Hernando Campos Méndez; y que el tema elegido para la disertación estuvo dedicado a las “Metas del Desarrollo Económico”.[4] Concluía Shaw: “Estamos frente a un nuevo modelo económico, ni liberal, ni dirigista, ni espontáneo, sino orientado y promovido para lograr, cuanto antes, la mayor elevación humana integral (…). En los países subdesarrollados hay menor conciencia por parte del empresario de la seria responsabilidad que tiene en este proceso. La responsabilidad del empresario frente al desarrollo económico surge, siguiendo a Komar, de su condición de dirigente, de su condición de hombre de acción, de su condición de ciudadano, de su condición de poseedor de bienes, y de su conciencia humana y cristiana” (Díaz, 2014: 108).
[1] Shaw, E. (1961). La empresa, su naturaleza, sus objetivos y el desarrollo económico. En: “…Y dominad la tierra”. Mensajes de E. Shaw (2010), Buenos Aires: ACDE, pp. 80-104.
[2] Valsecchi, F. (septiembre, 1958). Los problemas humanos de la empresa. Boletín Oficial de la Acción Católica Argentina, Buenos Aires, pp. 70-72.
[3] Problemas humanos de la empresa, Boletín Oficial de la Acción Católica Argentina, julio 1958, p. 23.
[4] Díaz, M.C. (2014). Hombre, riqueza y sociedad. Tributo a Francisco Valsecchi, a su pensamiento económico y social. Buenos Aires: EDICON, pp. 107-109.