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¡Hay esperanza!

Estrellas que se asocian a la esperanza
Escrito por Sergio Lavagna
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Este año, luego de una pandemia como la que vivimos, y sumada a una realidad muy difícil en nuestro querido país donde más del 40% de sus habitantes vive por debajo de la línea de pobreza, encontramos incontables casos de personas que se preguntan cómo seguir. Amigos y conocidos que luchan cada día por salir adelante, hijos que piensan (y algunos lo hacen) en buscar nuevos rumbos en el exterior, y repetidas charlas en distintos ámbitos con incertidumbres sobre nuestro futuro. 

En ese contexto, dentro del grupo G40 en ACDE nos propusimos hacer de la Esperanza, la línea temática del año para nuestros encuentros. No fuimos los únicos, ya que tanto dentro de ACDE como fuera, muchos habremos sentido esa necesidad de volver a poner en valor y en perspectiva lo que tenemos, lo que somos, lo que podemos, y buscar esa manera de salir adelante. Les comparto algunas de las reflexiones que nos dejaron estos encuentros y charlas con nuestros invitados.

Como primer punto, y para enmarcar un poco estas reflexiones, les comparto esta frase de Martin Descalzo en Razones para la esperanza: “Se dice que la gran enfermedad de este mundo es la falta de Fe o la crisis moral que atraviesa. No lo creo. Lo que está agonizando es la esperanza, las ganas de vivir, de luchar, el redescubrir las infinitas zonas luminosas que hay en las gentes y cosas que nos rodean.”

En una de nuestras primeras charlas del año comentábamos las distintas acepciones de la palabra y las varias formas que dan origen a la Esperanza, y de todo ello, una cosa en particular me pareció de gran valor para resaltar: ¡el entendimiento de que la esperanza, se practica! No se trata de esa actitud pasiva de espera a que alguien o algo puntual nos venga a sacar de nuestro estado de contemplación; se trata de involucrarse en lo que uno cree, en lo que uno valora, en pos de que esa realidad mejore cada día. 

En las charlas con nuestros invitados del ámbito empresario, abordamos una cantidad amplia de ejemplos de personas que ponen en práctica esa esperanza, aun a pesar de las dificultades. Empresarios que se animan a apostar, emprendedores que no dejan de soñar. Muestras sobradas de que con un poco de confianza en nosotros y en quienes nos acompañan, con humildad y caridad humana, mirando más allá de nuestros horizontes cercanos, buscando con curiosidad y anhelo nuevas oportunidades, mucho hay por hacer. 

Y esta fuerza interna, no aplica solo al mundo laboral, sino a todo aspecto de nuestras vidas. El verbo emprender, puede aplicar a muchas cosas, pero parte sobre todo desde un conocimiento de mí mismo, por encontrar mi motivación, mi propósito. Y desde ese punto de vista, Emprender no se refiere solamente a quien funda una empresa; puede referirse a formar un grupo musical; puede ser simplemente salir a buscar oportunidades nuevas; puede ser involucrarme de manera distinta en mi comunidad. Se trata de encontrar la causa que nos motiva, animarse y dar ese paso. Armar redes, encontrar puntos de encuentro, objetivos comunes, formando equipos. Escuchamos a lo largo de estas charlas, casos de grandes iniciativas que empezaron simplemente con un WhatsApp entre dos amigos o conocidos, o con una juntada de firmas barriales, una charla en un grupo en la Iglesia entre dos desconocidos que compartieron una preocupación (Padres Organizados por la Educación; Vacuname; Juntos Noches solidarias; #SeamosUno, solo por nombrar algunas). 

No por eso quiere decir que todo nos vaya a salir bien, no se trata de engañarnos pensando romántica o idílicamente, ni negando la realidad que nos rodea, sino teniendo Esperanza y sabiendo que nuestra búsqueda no debe estar condicionada por el contexto, sino que debe ser a pesar del mismo. Y les agrego una cosa que encontré como punto común a lo largo de las charlas: la claridad de que ninguna de estas cosas suele suceder mejor en el ámbito individual, que en el grupal. No se trata tanto de uno como individuo, sino de uno como parte de una sociedad, de una comunidad. No es en soledad que nos desarrollamos. 

Tapa del libro Maestros de maestros“Y cuando la búsqueda en soledad se hace difícil, entonces cada miembro de la comunidad sabe que puede confiar en sus hermanos, sabe que sus secretos o las dudas que se compartan, serán bien guardados. Es entonces cuando se produce lo que yo llamo un efecto milagroso: el ver a dos o más personas hermanadas por la fe, el cariño mutuo y la búsqueda de una respuesta o la solución a un problema, o de un consejo o lo que sea. El ver, en suma, multiplicadas las energías, la alegría, la capacidad de lucha…” (Maestros de maestros. Las cartas de Gamaliel – Ignacio Driollet). 

Por todo esto, no puedo más que ver la Esperanza en cada uno de nuestras reuniones, en cada encuentro con personas que buscan crecer, mejorar; en cada charla, en cada iniciativa que vemos día a día a nuestro alrededor (¡tantas!); muchísima gente que pone todo para salir adelante, y que lo hacen por sí mismos, por el prójimo, por nuestra sociedad, por nuestro país. Y como nos decía el Padre Manolo Fernández en nuestro último encuentro del año: tener Esperanza sabiendo que lo que encaremos, vale la pena independientemente del resultado. No dejemos de buscar.

Sobre el G40

El G40, es un espacio en ACDE que busca convocar a socios e invitados de entre 35 y 55 años. Personas que están atravesando la mitad de sus carreras con los desafíos profesionales y personales propios de esta etapa. Se organizan desayunos o almuerzos con uno o más invitados especiales cuyos testimonios sirven como disparador para charlar y reflexionar entre los asistentes de manera abierta e informal.

Sobre el autor

Sergio Lavagna

Sergio Lavagna, 49 años, padre de familia casado con Teresita y papá de Sofía y Matias. Ingeniero Industrial de profesión. Trabaja en Tenaris, parte del grupo Techint, hace casi 25 años.Su rol actual es el de Director de Procesos y Sistemas Comerciales y Logísticos. Miembro de ACDE hace 5 años.

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