Valores

Colaboracion público-privada

Escrito por Antonio Argandoña
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¿Qué hace falta para que un proyecto salga adelante? Muchas cosas: ideas, personas, dinero y recursos varios, un marco adecuado, aceptación social, capacidad de resolver problemas… Todo esto son recursos escasos. Por eso, a menudo, hace falta la llamada colaboración público-privada, por ejemplo, para conseguir la modernización de la economía y de la sociedad, el crecimiento sostenible, la conservación del medio ambiente y muchas cosas más.

Pero la colaboración público-privada es algo más que empresas privadas y sector público administrativo, porque incluye, o debe incluir, la sociedad civil, que a menudo está representada por instituciones del tercer sector (fundaciones, asociaciones, cooperativas, mutualidades, etc.).

A algunos no les gusta esa colaboración. Unos, porque creen que el sector privado es autosuficiente, y que el sector público no debe participar más que cuando se producen determinados fallos del mercado, y porque el sector público acaba respondiendo no al bien común, sino a los intereses de los partidos o de la burocracia del Estado. Otros, porque creen que el sector privado siempre va buscando su interés personal, que suele ser la maximización del beneficio, de modo que no debe participara en iniciativas público-privadas porque lo estropea todo.

Pero el hecho es que la colaboración público-privada es necesaria en muchos ámbitos en los que la definición del bien común está más o menos explícita, pero hacen falta recursos cuyo volumen exige la participación masiva del sistema financiero, habitualmente privado. En proyectos con muchas facetas, como combatir una pandemia como la del COVID, en proyectos de larga duración, con riesgos importantes que distintas entidades pueden repartirse porque unas están mejor preparadas que otras para hacer frente a tal o cual riesgo, en proyecto de largo plazo, con implicaciones que afectan a muchos agentes sociales…

La participación de la sociedad civil suele ir más allá de aplicar unas técnicas de gestión bien desarrolladas por las empresas, como por ejemplo cuando hace falta la presencia de instituciones de investigación y universidades, instituciones financieras, voluntarios, etc. En fin, que vale la pena contar con la participación de todos, por encima de los intereses particulares o ideológicos.

#Publicado originalmente en su blog Economía, Ética y RSE

Sobre el autor

Antonio Argandoña

Profesor Emérito de Economía y titular de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE (España). Imparte clases principalmente en las áreas de macroeconomía, economía monetaria y economía internacional, además de publicar investigaciones sobre ética empresarial, responsabilidad social corporativa y gobierno de las organizaciones.

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