El modo en que conversamos impacta directamente en la forma en que accionamos, lideramos y gestionamos. Por eso estoy convencida de que la manera de conversar es la llave para transformar la gestión.
Todavía hay quienes sostienen que la palabra se utiliza únicamente para describir. Es concebida como un instrumento pasivo que permite dar cuenta y registrar lo que pensamos, sentimos o hacemos. Sin embargo, la palabra abarca mucho más que la posibilidad de describir pasivamente la realidad.
La palabra es generativa: hace que las cosas pasen. La palabra genera mundos, genera identidad, genera compromisos, genera nuevas realidades.
La palabra no es inocente.
Necesitamos de la palabra para coordinar acciones que amplíen nuestra capacidad de hacer y nos lleven a alcanzar los resultados que estamos buscando. Por eso la importancia de enfocarnos en el modo en que estamos conversando para tomar conciencia de cuáles son los principios que sostienen nuestra conversación. ¿Desde dónde nos embarcamos en cada conversación?: ¿desde la manipulación del otro para lograr el objetivo que tengo en mente o desde la intención de acercar posiciones que nos permitan potenciarnos como seres humanos e integrantes de un equipo, una organización o una familia?
Tenemos tan naturalizada la conversación en nuestra vida que consideramos que para conversar no se requiere de ninguna habilidad especial. Sin embargo, aprender acerca de las competencias conversacionales nos permite ser más asertivos al momento de conversar y así generar un mundo más armonioso que promueva relaciones y vínculos que amplíen la capacidad de acción de todos. Es el camino que materializa que todos juntos somos más que la suma de las partes.
Muchos directivos siguen aplicando hoy el modelo de control de la era industrial, aunque estemos inmersos en la era del conocimiento.
La mayoría de las modernas prácticas de gestión tienen su origen en la era industrial que impuso la creencia de que debemos controlar y dirigir a las personas generando miedo en ellas para que obedezcan y así se logren los objetivos. Y ese trato hacia las personas, en definitiva, significa ni más ni menos que tratarlas como si fueran cosas. ¿Qué ocurre cuando cosificamos a las personas? Hace que se sientan insultadas y alienadas, despersonaliza el trabajo y genera una cultura sindicalizada que promueve la desconfianza y en la que se mide bajo la lupa lo que se da y lo que se recibe. Se vive con el reglamento bajo el brazo.
¿Eso es vida?
La calidad de vida profesional y personal depende de la calidad de nuestras conversaciones
Como líderes estamos invitados a promover la autonomía en nuestros colaboradores, a promover un clima de confianza, a transmitirles su valía y su potencial de un modo tan claro que lleguen a verlos en sí mismos. Y es la conversación la herramienta que tenemos a la mano para lograrlo. ¿Será tiempo de poner foco en las competencias conversacionales para lanzarnos al aprendizaje de comunicarnos más asertivamente?
Es tan cierto y útil este artículo. Realmente cambiarían los vínculos y los avances en cada lugar de trabajo si se tuviera el cuidado necesario que estimule el trabajo en equipo y la valoración individual. muy clara en su articulo, de mucha utilidad.
Buenos días muy claro y creo también que es fundamental las conversaciones en la empresa y también en otros ámbitos de nuestra vida, gracias por la nota
Que tema! Da para mucho….
Este artículo incentiva a profundizar y leer más al respecto, analizar está circunstancia en profundidad. Muy buena introducción que deja abierta una puerta para estudiar más.
Gracias.