Hace dos meses empezó el primer ataque ruso contra Ucrania, empezó la guerra. Hace unas semanas, ante el desarrollo inhumano e imprevisible de la guerra entre Rusia y Ucrania (una guerra en apariencia local, pero en realidad global), convencidos de la necesidad de iniciar un diálogo constructivo y creíble entre las dos partes, y conscientes de nuestras limitaciones, como ciudadanos ordinarios, lanzamos una provocación, una oración silenciosa inspirada en el testimonio de San Francisco, maestro del diálogo. Un diálogo que, para ser auténtico, debe basarse en el respeto al otro.
Cuanto más pasan los días, más se disipa la esperanza de una tregua y sobre todo del inicio de un diálogo “auténtico”. Recordamos las palabras pronunciadas por el Papa Francisco hace unos días durante una entrevista: “el mundo ha elegido -es duro decirlo- el patrón de Caín, matar al hermano”. Estas palabras, ante una fraternidad negada y violada cada día más a lo largo de esta absurda guerra, nos invitan a reflexionar sobre la pregunta que surgió del corazón de Caín, ante la demanda de Dios de saber dónde estaba su hermano Abel: “¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?” Con fuerza y determinación sostenemos que el reto al que nos enfrentamos hoy todos nosotros, toda la humanidad, es saber construir una respuesta común que sólo puede ser “SÍ”: cada uno de nosotros está llamado a custodiar y favorecer la vida de su hermano. La “buena” política tiene una mirada larga, al mirar hacia el futuro. Mientras intenta interpretar la realidad cotidiana en la que está inmersa, se preocupa por el mañana, se fija en el destino de la vida de la humanidad y del planeta, piensa en los más jóvenes y en los más pequeños, se pregunta cómo dar respuestas a su sed de futuro. Si el origen del que surge la violencia es el corazón de los hombres, entonces es esencial recorrer el camino de la no violencia primero en el seno de la familia y luego en nuestra vida en sociedad. A pesar de la oscuridad del ambiente, seguimos viendo un poco de luz con las próximas reuniones que el Secretario General de la ONU, António Guterres, tendrá la próxima semana en Moscú y Kiev.
Creemos en un milagro posible y necesario: que el sentido de la realidad se imponga por parte de todos los protagonistas consensuando acciones en favor de una tregua inmediata, preludio de la construcción de un mañana para las generaciones futuras, que sepa conjugar las raíces del pasado con los retos del futuro para promover el “desarrollo humano integral”.
¿Por dónde empezar? Por los orígenes de la humanidad: Después del silencio de Dios (bohu = vacío, silencio) (Gn 1, 1-2), Dios dijo: “Fiat lux” (que exista la luz), y la luz existió (Gn 1,3) … Luego dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”, y “los creó varón y mujer” (Gn 1,26-27)25. Estos son los orígenes de la humanidad: después de la creación del mundo Dios creó al hombre y a la mujer reconociéndolos como co-creadores de su futuro dándoles libertad, intelecto y voluntad. Todos iguales en la diversidad, todos de la misma esencia, todo regalo del Creador, todos con el derecho a vivir de la creación. Dios, bondad infinita26, quiso nuestra participación en la realización de los planes divinos, haciéndonos co-creadores al confiarnos la gestión del universo. Para abordar el futuro, un futuro de fraternidad, debemos fijarnos en nuestros orígenes, debemos volver al “Creador”, a Dios, como garante del Bien Supremo. El pensamiento franciscano nos lleva a meditar sobre nuestros orígenes. El sueño de la visión franciscana está bien descrito en el cuadro de la “Alegoría del Buen Gobierno” de Ambrogio Lorenzetti (1338-1339) en el Palazzo Pubblico de Siena: la unificación de los hombres en una gran familia, con mil rostros, a través del sueño de la fraternidad reencontrada, fuente de la originalidad del Creador.
Una imagen que puede inspirar las conversaciones que va a tener el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres. Con la esperanza de que estas conversaciones puedan iniciar un «diálogo» entre las partes, esperamos que este mismo diálogo se enriquezca en el futuro con la participación de los representantes de las distintas religiones.
Aprovechando la Pascua Ortodoxa, concluimos nuestra reflexión retomando algunas consideraciones escritas en un reciente artículo del Secretario General de Religions for Peace, el profesor Azza Karam27, en el que, refiriéndose a la coincidencia de muchas fiestas religiosas en este mes de abril28, escribe: “Sin duda, el mejor momento, pues, para rezar (o, para los de tierna sensibilidad antirreligiosa, digamos «para reflexionar») sobre el nacimiento simultáneo de la humildad y la misericordia”.
Que este mes termine con el lanzamiento de un proceso que pueda guiar a toda la humanidad a trabajar juntos para construir un futuro de Paz.