La descomposición del Estado Nacional es un fenómeno visible y tangible para cualquier ciudadano en la Argentina y en el mundo.
Pero a nosotros nos interesa nuestro país. Sus notas constitutivas están todas desvirtuadas. Una de las más visibles es el monopolio legítimo de la fuerza. La marcha piquetera impuso, con orden y disciplina, su rigor sobre la cada vez más pequeña masa de trabajadores. Los policías, como suele pasar en estos casos, custodiaron a los manifestantes para que puedan impedir el normal desplazamiento de los habitantes y eventualmente ser agredidos por quienes quisieran hacer justicia por mano propia ante la ausencia de sanciones.
Hablando de justicia, los magistrados se ocuparon de ilustrar con otro caso esta situación cuando la Corte Suprema de Justicia se apersonó en una juntada nacional de jueces federales para señalar a otros por la justicia que ellos no imparten contra los narcotraficantes.
“Hace falta decisión política”, dijo Ricardo Lorenzetti, el mismo día que la jueza que había detenido a los camioneros por extorsión tuvo que pedir licencia cuando el cristinista Leopoldo Moreau le pidió el legajo para verificar si no se había excedido en sus funciones. Algo parecido le tocó explicar a la fiscal Goyeneche, cuya acusación contra el exgobernador Sergio Uribarri casi le cuesta más a ella que a él.
Otro elemento constitutivo del Estado es la moneda, que solamente en abril su valor se vio afectado por una inflación del seis por ciento. Al mismo tiempo, oficializaba el aumento de tarifas y el Presidente hacía esfuerzos ingentes para que sus funcionarios ejecuten sus órdenes. Es que los miembros de la alianza gobernante juegan al Gran Bonete. La Vicepresidente a cargo del ejercicio de la Presidencia habla de lo que habría que hacerse como si no hubiese sido responsable de la coyuntura y el presidente de la Cámara de Diputados exhibe a sus economistas para probarse el traje de Juan Carlos Pugliese.
La soberanía territorial estuvo en dudas ayer en la ciudad que gobierna la oposición. Pero también en los dominios mapuches, en donde el Estado protege a quienes niegan su existencia y desprotegen a los que pretenden construirlo. En el día del Himno Nacional trascendió un extraño homenaje en la Cancillería, en cuyo frente se colgaron banderas de colectivos sociales flanqueando a la Argentina. Parecería que homenajear a los símbolos patrios ya no es tan importante. Recordemos que la cultura es una de las patas fundamentales de una nación.
Podríamos seguir, pero, ¿qué sentido tiene? Todos los días leemos en los diarios noticias sobre un país que ya es parte de la historia y que aún no sugiere lo que será en el futuro.