Desde 1990 a hoy la agricultura argentina prácticamente duplicó su superficie sembrada (de 20,5 a 37 millones de has) y su producción total se multiplicó por 3,5 ya que pasó de casi 39 millones de toneladas a 136 millones en el período. De esta forma el complejo granario es, por estos días, el principal aportante de divisas al país, ya que se estiman exportar 104 millones de Tn (75% del producido) con un ingreso cercano a US$ 40.000 millones en la actual campaña 2021/22.
Este crecimiento de la agricultura en la Argentina se destaca por el equilibrio y los logros en los tres frentes de la sustentabilidad; en el económico por el logro de planteos rentables para el productor y el ingreso de divisas necesarias para el País , en el frente social por el lado de un incremento en la cantidad y calidad de empleos directos ( FPC 35,6%) e indirectos en la producción primaria y luego en la cadena agroindustrial y en el ambiental por la mejora en el balance de carbono del sistema de producción y menores emisiones de GEI, mejor control de erosión, mayor eficiencia en el uso de los recursos y del agua de lluvia etc.
Este fenomenal crecimiento del área sembrada y producción se dio en el marco de un cambio sustancial del sistema de producción, en los buenos suelos agrícolas, saliendo de la tradicional rotación agrícola-ganadera a una agricultura intensiva y a la vez sustentable en el tiempo. El área agrícola central del país (zonas Núcleo central de Bs As, Santa Fe y Córdoba, zona Oeste de Buenos Aires, sur de Córdoba y Este de La Pampa y SE y SO de Buenos Aires) conforman el 80/85% del total de la producción y es en esas zonas donde se realizaron los grandes cambios del sistema productivo tradicional a uno más intensivo y sustentable.
Este cambio del sistema de producción se basó fundamentalmente en la incorporación de una mayor reposición de nutrientes por vía del incremento en el uso de fertilizantes, el cambio del sistema de labranzas tradicional al de siembra directa, la adopción de mejor potencial genético en los cultivos y el control de malezas, plagas y enfermedades. El cambio en el sistema de labranzas hacia la siembra directa permitió además reducir costos de producción y a la vez, como veremos más adelante, se mejoraron condiciones físicas de los suelos que permitieron un mejor control de erosión hídrica y eólica, mejor infiltración del agua de lluvia, incrementos en la materia orgánica, disminución del uso de combustibles fósiles, etc.
Todos estos indicadores de salud ambiental de los suelos mejoraron sensiblemente en los últimos años a partir de la incorporación de tecnología y ello continúa en búsqueda de mejores resultados y cada vez mayor eficiencia en su utilización.
Un sistema es sustentable sólo si lo es económicamente, socialmente y ambientalmente
Tomando como ejemplo dos campos, uno en la zona Núcleo Central (Venado Tuerto) y el otro en la zona Oeste de Buenos Aires (T.Lauquen) los datos productivos y ambientales confirman esta tendencia. En Venado Tuerto entre 1990 y 2020 se más que duplicó el área agrícola total y los rendimientos medios crecieron casi un 60%, pasando de 4,4 Tn/Ha a 7,05 Tn/Ha promedio de trigo/maíz y soja.
El mantenimiento de una adecuada rotación de cultivos, sumado al manejo de coberturas de rastrojos sobre el suelo y siembra directa, tiene impacto directo sobre la infiltración del agua de lluvia, el almacenamiento y la disminución de las pérdidas de agua por evaporación logrando mejorar de esta forma la eficiencia del uso de las lluvias para transformarlas en grano.
Como resultado de esa mejora hoy se necesitan solo 45 mm de agua de lluvia para producir una Tn de maíz, frente a los 80 mm por Tn requeridos en los 90´ y 75 mm por Tn de trigo producida frente a los 185 mm /Tn necesarios en los 90´, siempre referidas a las lluvias durante el ciclo de cada cultivo.
Aunque con distintas cifras la tendencia en Trenque Lauquen es la misma y confirma lo ocurrido en la zona núcleo agrícola.
Tomando el consumo de combustibles fósiles que son los grandes generadores de emisiones de GEI, por la menor utilización de la maquinaria al pasar a siembra directa, referido a las hectáreas sembradas y a las toneladas producidas, el cambio tecnológico entre los ’90 y 2020 en Venado Tuerto implicó una reducción del 57% si lo consideramos por las hectáreas sembradas y un 71% por Tn promedio producida.
Una comparación concreta, real y fácil de entender.
Si tomamos como promedio de la agricultura argentina en los últimos tres años, un 80% del área sembrada por siembra directa y generalizamos el ahorro de combustible obtenido en este campo en Venado Tuerto al resto de las zonas agrícolas; para las 36,5 millones de hectáreas sembradas (2017/2020), el ahorro de combustible y por lo tanto de emisiones de CO2 es del 44% y ello equivale a 2 millones de toneladas de CO2 que no se emitieron solo por la utilización de esta práctica de conservación.
Esas toneladas de CO2 no emitidas en el 2020 equivalen a las emisiones anuales que realizarían 200 mil autos que circulan 30 mil Km por año.
Impecable el artículo y las reflexione de Gustavo. Podria agregar que la mayoría de las tierras que se incorporaron a la agricultura se sustrajeron a la ganadería ( entre 14 y 17 millones de ha ) que pese a esa enorme quita pudo también seguir creciendo en tierras sensiblemente más pobres y con temperaturas mucho menos amigables.
El otro comentario importante es respecto del ingreso del productor argentino comparado con el ingreso de sus competidores en el mundo. Entre la brecha cambiaría y los derechos de exportación el agricultor argentino recibe algo parecido al 50% de sus competidores en el mundo. Con esa diferencia se maneja. MARAVILLOSO
Raro que ni gente especializada en AGRO ni economistas, ni políticos HABLEN DE CÓMO VENCER LA INFLACIÓN, como en todo el mundo hay Ley de Libre Competencia, no hay monopolios, es más, en EE UU hay Ley Antimonopolio, EN ACDE SIEMPRE ESPERO QUE ALGUIEN, DESARROLLE ESTE TEMA.
En Honor a un PRECLARO Y ADELANTADO COMO ENRIQUE SHAW.