En ciertos momentos asoma un libro que condensa el estado de situación en alguna actividad específica desde una perspectiva realista sobre lo existente. Describe una época y adosa un debate sobre el antes y después de la actividad. En el campo del periodismo ese libro fue publicado recientemente. Se trata de “Las metáforas del periodismo” de Adriana Amado.
Los medios siguen atravesando un mar picado cuyo destino es por demás incierto. Así como Cristóbal Colón en mitad del Atlántico, la costa aún no se ve y no se sabe qué tan lejos está. Los cambios tecnológicos y sociales han puesto a los medios y a los periodistas en la urgencia de reconfigurarse sin mapa alguno. Tiempos de descreimiento y cuestionamiento a la autoridad, de posverdad, de auge del TikTok , pero a su vez de pandemias que llevan a lockdowns y el estallido en Europa de una guerra de destrucción, fenómenos que se combinan como en las películas de ciencia ficción de clase B donde coexisten el siglo XXI con tiempos supuestamente pasados.
Amado reúne un perfil completo, cualidad que no siempre está presente en quienes hablan sobre un tema. Es doctora en comunicación, investigadora, y al mismo tiempo tiene una larga y constante participación desde el tercer sector (ONGs) y, como cereza de la torta, es periodista activa en medios tradicionales y redes sociales. Es decir, sabe acerca de lo que habla y escribe desde una mirada muy abarcadora y no desde un escritorio. Amado no pretende treparse a una tarima y señalar con el dedo aquello que está bien o mal, algo muy usual en la Argentina tanto desde el periodismo como desde la universidad. Los prefacios de un académico de fuste (Silvio Waisbord) y de un periodista de vasta trayectoria en los medios (Carlos “Chani” Guyot) corroboran esta excepcionalidad de la autora.
Como un boxeador dispuesto a ganar la pelea en el primer round, el libro descarga su actitud provocadora desde la introducción: el periodismo y los medios apelan a las metáforas de modo inherente a su quehacer. Los nombres de los medios de comunicación son el indicador que Amado rescata para confirmarlo. Asoman así las metáforas y los nombres: la del lazarillo (Norte, La Brújula, ABC); la del productor (El Comercial); la del Cuarto Poder (La República, La Nación); la del servicio público (La Opinión, La Voz, Pregón); la de la verdad (La Verdad). A estas se suman otras metáforas que suelen ser letanías en el campo mediático como las de contar una historia, la de la libertad de prensa o la de que el periodismo es el mejor oficio del mundo como lo definió Gabriel García Márquez.
Los públicos han cambiado y ya no aceptan la pasividad. Los medios y los periodistas han perdido el monopolio de la distribución de los contenidos informativos y no hay horizonte visible que indique que lo pueden llegar a reconquistar. La sociedad en red ya no acepta mansamente discursos verticales. La horizontalidad, la no centralidad colaborativa y el intercambio entre pares son la nueva realidad social. Sí, usemos el término realidad, tan cuestionado desde la “complejidad” de las ciencias sociales, como lo usa el gran autor de ciencia ficción Philip Dick: la realidad es aquello que, cuando uno deja de creer en ello, no desaparece.
Las metáforas aún intentan cubrir esa realidad del presente. Por caso, la frase remanida del periodismo como el mejor oficio del mundo cubre una actividad extremadamente peligrosa, angustiante y en muchos casos, mal paga. En los últimos años América Latina ha ganado el triste sitial de ser la región más peligrosa del mundo para ser periodista.
Amado demuestra su sabiduría al no indicar el camino a tomar. Deja abiertos los senderos. Nadie es quien hoy para indicar a dónde se debe ir. Y eso es uno de los puntos fuertes del libro: lo que ha perimido es claro, mientras que el futuro es aún brumoso. Quien aspire a encontrar recetas en Amado es alguien que sigue golpeando puertas en pos de sentencias que conformen un ambiente ilusorio y confortable. Ese mismo que Amado viene a cuestionar con rigurosidad y precisión. Amado, sin ostentación, exhibe los indicios certeros de las mutaciones informativas que nos afectan. Recomendación final: traten de tomarlos.
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