Un frase de Enrique Shaw que me parece tan sencilla como maravillosa. La sencillez y grandeza de las pequeñas cosas…
Creo, sin temor a equivocarme, que en la simpleza de esa reflexión Enrique quiso resumir las implicancias de los pensamientos, omisiones y acciones que desempeñamos a lo largo de nuestra vida en relación a nuestras familias, seres queridos, colegas, amigos, compañeros de trabajo, con aquellos que podemos tener diferencias, con un vecino, encargado de edificio, maestranza de una fábrica, colaboradores, etc., en fin: nuestro prójimo.
Nuestro comportamiento, tanto en grandes cosas como en pequeñas, puede tener un efecto enorme en la gente que nos rodea, ya sea como inspiración, estado de ánimo o invitación a la acción.
Traigo éstas breves líneas que quería compartir con uds como consecuencia de la celebración de los 70 años de ACDE.
Enrique tiene asociado tantos buenos recuerdos que son invaluables y que sencillamente no se limitan solo a ello -recuerdos- sino también concretamente enseñanzas y LEGADOS (varios), ¡a tal punto que va a llegar a la Santidad!
Tengamos presente que algún día partiremos y todos habremos dejado recuerdos, un buen o un mal legado, es decir, que todos seremos recordados por algo y que lo material sucumbe, pero que un buen legado perdura.
Y es en el núcleo familiar y en el entorno en que nos desenvolvemos, donde se transmite ese buen o mal legado. Por ello, es de suma importancia dedicar el tiempo necesario a nuestra familia y prójimo, y transmitir nuestra fe y confianza en Dios a ellos.
En nuestra formación espiritual nos enseñan que un buen legado implica:
- Que constituya una PRIORIDAD: Nuestro legado debería estar por encima de todas las prioridades que tenemos en la vida, ya que de ello derivan los aspectos y senderos de esas otras prioridades como las de familia, trabajo y personales.
- Que determine un PROPOSITO entendible: Cuando nuestro legado se comprenda como una prioridad que quiere Dios de nosotros, podremos desarrollar nuestra fe y vidas enmarcadas por un propósito de servicio a los demás. “El que no vive para servir, no sirve para vivir”, San Agustín – “Debemos estar realmente en actitud de Servicio”, Erique Shaw.
- Que se alimente de PERSEVERANCIA: Cada situación de nuestras vidas, buenas, malas, contratiempos, reconocimientos, enfermedades, acontecimientos felices, etc. hacen que ese legado que construimos durante nuestra existencia terrenal, requiera de ser constantemente moldeado, adaptado, reencausado y alimentado por la confianza en Dios.
ACDE es uno de los grandes legados que nos ha dejado Enrique con su creación y ha depositado en todos nosotros la confianza y responsabilidad del deseo de su continuidad y crecimiento, de manera que los tres ingredientes mencionados, que han permitido su trascendencia generacional en estos 70 años, se mantengan como inspiración y vivos en nuestros corazones siempre.
Así nosotros también lograremos que algún día, nuestros nombres se asocien a buenos recuerdos… ¡y legados!
Felicitaciones Matín, muy bueno. Ojalá podamos hacer un porcentaje de taaanto y tan bien que hizo Enrique en su vida. Claramente, un excelente ejemplo a tratar de tratar de seguir …
Gracias Nacho! efectivamente aunque sea aportar nuestro pequeño grano de arena!!!