“Papá, ¿Me atás los botines, porfa? -Me dice Seba- mi hijo de 6 años, a quien le apasiona jugar al fútbol y tres veces por semana tiene práctica en el club.
Todavía no aprendió a atarse los botines, o en realidad no quiere aprender, o simplemente prefiere que sea yo quien se los ate, porque mientras lo hago, le digo que es mi jugador preferido, y que lo quiero con toda mi alma, y que si le ato con fuerza los cordones seguramente va a dar buenos pases y se va a divertir mucho en la cancha, sobre todo eso, que se va a divertir mucho, le recalco.
Pero esa tarde, cuando me lo pidió, yo estaba trabajando en la computadora, con diez ventanas abiertas a la vez, calculando una planilla de impuestos, enviando mails de trabajo, leyendo los títulos del día, cerrando una compra y.…no me acuerdo qué otras cosas más.
“Sí Seba, pero espérame unos minutos que estoy haciendo unas cosas en la compu”-le contesté.
“¿Qué cosas?” -Me preguntó.
“Eh…pidiendo por Mercado Libre” -Le respondí sin pensar; fue lo primero que se me pasó por la cabeza.
Pasaron unos minutos y fue mi hijo quien vino adónde yo estaba, con los botines puestos y los cordones desatados para que, una vez más, se los atara fuerte y le diese su charla preferida y obviamente, una de mis favoritas también.
Seba no se había enojado por eso, él estaba feliz, estoy seguro de que en más de una ocasión fue hasta mi escritorio para que yo le atase los cordones. Después lo llevaba hasta el club, como de costumbre.
A la semana siguiente, revisando mi casilla de correos, vi un mail del colegio de mi hijo.
Era del profe de Catecismo, que necesitaba hablar conmigo. No aguanté un minuto más y lo llamé.
“Hola, te habla Alberto, el padre de Seba, ¿Cómo estás?”
“Ah Alberto, muy bien, gracias”, me respondió.
“Mirá, no es para que te preocupes, no pasó nada grave”, -me dijo el profe-con la intención de tranquilizarme.
“Está bien…pero ¿Qué hizo Seba, se portó mal?, le pregunté
“Alberto” -me dice el profe respondiéndome con otra pregunta- “¿Vos usás mucho la compu, no?”
“Si, si, todo el tiempo, es mi herramienta de trabajo, pero…. ¿Qué tiene que ver con Seba?, ¿Me lo podrías explicar de una vez?”
Ya me había puesto nervioso…
“Te cuento”- Me dice el profesor. “Cada viernes, cinco minutos antes de terminar la clase, les enseño a los chicos a rezar. Les explico cómo pueden hacer, les digo que es muy lindo agradecerle a Dios y que también es muy lindo pedirle cosas. Esta vez, cuando estaba por seguir hablando, Seba se paró y con toda la confianza del mundo me dijo que no es así, que su papá le enseñó a pedir las cosas por Mercado Libre”.
Yo no lo podía creer, sinceramente me invadió una especie de risa, por las ocurrencias de mi hijo, pero a la vez sentí vergüenza por mí, como padre, por el ejemplo que le estaba dando a Sebastián sin ser consiente del daño que, a la vez, le estaba causando.
Casi no me salían las palabras para agradecerle al profe por contarme lo que pasó y la verdad tenía ganas de terminar la charla lo antes posible.
Me puse a pensar, ya más tranquilo, sobre la importancia de educar desde el ejemplo, pero más aún, de reflexionar y asumir hasta qué punto somos conscientes del uso que hacemos de la tecnología, del tiempo que nos pasamos “trabajando” frente a una pantalla, consumiendo sus productos. ¿Realmente es todo trabajo?, ¿No caeremos en la trampa de ser nosotros mismos un producto?, ¿Y nuestras relaciones personales?, ¿Nuestra relación con Dios?, ¿Nuestras responsabilidades como cristianos?
¡Wow!, que hermosa lección me dieron Seba y el profe. Ahora no solo le ato los cordones, sino que me quedo en el club para verlo practicar. Y de regreso, volvemos agradeciendo y pidiéndole a Dios desde la oración y la palabra, ya sin computadoras de por medio.
Que linda historia. Gracias por compartirla.