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10 años de Francisco: El Papa que ama a los empresarios

Escrito por Daniel Martini
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Nota 1

La actividad empresarial es una noble vocación, orientada a producir riqueza, multiplicar con esfuerzo y volver más accesibles para todos, los bienes de este mundo. Las capacidades de los empresarios para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza son un don de Dios y deben orientarse al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo que es parte ineludible del servicio al Bien Común.

La frase pertenece al Papa Francisco, pero no la entrecomillamos porque nos tomamos la licencia de reunir en una sola enunciación, las definiciones de la actividad empresarial que corresponden a tres de sus documentos más importantes: la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y las encíclicas Laudato Sií y Fratelli Tutti. 

Si bien el Papa habló muchas veces sobre la actividad empresarial y dirigió mensajes específicos a empresarios, por la jerarquía de las fuentes podemos considerar que la definición citada tiene rango constitucional y está más cercana a los “principios permanentes universales y certeros” que a meras orientaciones para el discernimiento de conciencia que, sin dudas, también abundan en el mensaje de Francisco.

Hagamos el esfuerzo de desgranar la definición:

  • Para Francisco, la actividad empresarial es noble. En la definición de la Real Academia Española, noble es algo “honroso y estimable en contraposición a lo deshonroso y vil”.  O sea que, para el Papa, la actividad empresarial es intrínsecamente buena. No puede ser de otra manera porque, además…
  • Es una vocación. Sabemos que, para los cristianos, una vocación es un llamado de Dios y nada puede venir de Dios que no sea bueno, bello y verdadero.
  • La vocación de los empresarios está orientada a generar riqueza con esfuerzo, entendiendo por riqueza la multiplicación de los bienes del mundo. Esta capacidad de los empresarios es un don de Dios que debe ser puesto al servicio del Bien Común para el desarrollo de las demás personas y la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo.

 

Por si hiciera falta aclararlo, el Papa ha reiterado en otros mensajes su mirada de bondad sobre la actividad empresarial. En Génova, en un encuentro con el mundo de trabajo, dijo que 

“el empresario es una figura fundamental de toda buena economía: no hay buena economía sin buenos empresarios, sin vuestra capacidad para crear productos y crear trabajo”. 

Y a la UNIAPAC, le agregó que la actividad empresarial 

“puede ser un ejercicio de la misericordia que es la participación en el amor de Dios por los hombres”.

El prejuicio de pensar en un Papa lejano

A pesar de lo dicho, paso a paso, hemos ido construyendo la imagen de un Papa que no quiere a los empresarios.

El prejuicio existe, va a cumplir diez años y entre tantos, ya lo había puesto en palabras la periodista y vaticanóloga mexicana Valentina Alazraki en aquella recordada entrevista que le hiciera al Papa Francisco en Televisa, el 13/3/2015, en el segundo aniversario de su pontificado: 

“Por su opción preferencial por los pobres, por su forma de vivir, (porque) usted habla constantemente contra el dios dinero, hay un sector de personas ricas, que han hecho bien su trabajo, que tienen su fábrica, que sienten que para el Papa Francisco los importantes son los pobres y a nosotros no nos cuida tanto… ¿qué pasa ahora? ¿Sólo los pobres son los buenos, y los ricos son los malos de la película?”

Sabemos lo que respondió Francisco y que fue allí cuando aprovechó nuevamente a proclamar la fama de santidad de Enrique Shaw. Pero para este comienzo no nos ocupa tanto la respuesta como la pregunta: la actividad económica en general y los empresarios, en particular -aún los empresarios cristianos-, no sienten al Papa Francisco como un Papa cercano. 

La ocasión del décimo aniversario de su pontificado es buena para hacer un alto y revisar si este prejuicio ideológico es verdadero o falso. Como puede que nos hayamos ido sin que nos echen, estamos a tiempo de volver sin que nos llamen.

Planteo inicial

Al pretender resumir en un artículo, un magisterio tan vasto y rico como el de Francisco, nos sentimos como San Agustín frente al niño que pretendía meter el mar en un pozo. Sin embargo, tenemos que hacer el intento. Y para ello vamos a hacer un zoom a lo largo de cuatro notas, en los puntos salientes y recurrentes de sus mensajes a empresarios.

Revisando la página del Vaticano, encontramos que el Papa habló de la actividad empresarial y dirigió no menos de 17 mensajes y discursos en encuentros con el mundo del trabajo y con organizaciones empresariales, además de las menciones ya señaladas en tres de sus documentos más importantes (Evangelii Gaudium, Laudato Sii y Fratelli Tutti).

Es bueno aclarar que, si bien todo pronunciamiento del Papa que guarde mínima solemnidad conforma el magisterio ordinario de la Iglesia (desde los más contingentes como un Discurso o un Mensaje hasta los de mayor densidad como una Encíclica o Exhortación Apostólica), en la Doctrina Social (que reúne todo el magisterio social cristiano desde Rerun Novarum hasta la fecha) se reconocen:

  • Principios que son “universales, permanentes y certeros”. El Bien Común, el Destino Universal de los Bienes, la Subsidariedad, la Participación, la Solidaridad.
  • Juicios que aplican a un momento determinado de la historia y que no pueden ser leídos sin referencia a su contexto. 
  • Orientaciones para la acción que son contingentes y deben tomarse como referencias para la praxis. 

Aunque todo el Magisterio auténtico “exige adhesión de los fieles” (Compendio DSI 80), obliga de distinta manera cuando se expresa en el ámbito de los principios “universales, permanentes y certeros” a los que todo cristiano debe sentirse obligado a adherir, que cuando expresa orientaciones para la praxis que, en todo caso, llaman a la conversión e invitan a un examen de conciencia. Es parte del discernimiento distinguir unas de otras.

Próxima nota: Los buenos empresarios y los tres principios rectores de la actividad empresarial

Sobre el autor

Daniel Martini

Director ejecutivo de la Asociación de Distribuidores de Gas (ADIGAS). Socio de ACDE desde hace 25 años, dirigente de la Acción Católica Argentina y ex Director del Departamento de Laicos de la CEA.

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