Es frecuente la crítica dirigida a las empresas que muestran acciones de Responsabilidad Social Corporativa, sostenibilidad, filantropía, preocupación por sus stakeholders y otras conductas “buenas”, que dice que lo que les mueve es el deseo de ganar dinero; esas manifestaciones solo son “egoísmo ilustrado”.
Cuando las leo, me viene a la memoria la teoría de las motivaciones que elaboró hace bastantes años un colega mío del IESE, el profesor Juan Antonio Pérez López. El distinguía en cualquier decisión tres tipos de motivos: extrínsecos, intrínsecos y trascendentes. Los extrínsecos consisten en actuar porque la acción reporta al agente alguna ventaja: por ejemplo, si trabajo, me pagan por ello. Los intrínsecos recogen la idea de que el agente se da a sí mismo algo en sus acciones: si trabajo aprendo, desarrollo mi carrera, estoy satisfecho…; no me lo da nadie, me lo doy yo a mí mismo. Y los trascendentes consisten en actuar por el bien que recibe otro: si trabajo, salen buenos productos y servicios que sirven a los consumidores y clientes, ayudo a mis colegas, mejoro la rentabilidad de los accionistas de mi empresa, etc.
Cuando consideramos esta variedad de motivos, entendemos que muchas acciones vienen movidas por diversas finalidades: yo trabajo por mi sueldo, mi prestigio, mi satisfacción, mi aprendizaje, el servicio que presto, la ayuda a mis colegas y otros muchos motivos.
Suele llamarse intención al motivo dominante, pero es compatible con la existencia de muchos motivos. Y yo puedo trabajar a primera hora de la mañana por el servicio a mis clientes, a media mañana para evitar una bronca del jefe, a última hora de la mañana porque llevaré una remuneración a mi familia, y a media tarde porque tengo ganas de marcharme ya.
Las empresas, al menos muchas de ellas, cumplen una formidable función social al proporcionar bienes y servicios útiles, remuneración a los empleados, beneficios a los accionistas y buen ejemplo a la sociedad. Y la Responsabilidad Social puede tener efectos muy beneficiosos, aunque el motivo principal que la impulsa sea el beneficio.
*Publicado originariamente en Economía, Ética y RSE Blog Network de IESE Business School, Universidad de Navarra.