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Del desierto a la producción

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Cómo pasar de un ámbito de producción semiárido y con muy baja receptividad de animales y por lo tanto con poquísimas posibilidades de desarrollo para las personas que allí viven, a uno vibrante y que siembra esperanza, es la historia de emprendimientos como el que realizó en Quines, San Luis, la firma Agritur San Luis, de la familia Bameule.

Son 9.000 hectáreas en esa localidad cercana a la sierra que los Bameule decidieron adquirir en 2009, una vez que su familia vendió la participación en Quickfood. “Durante casi medio siglo estuvimos vinculados a la industria cárnica y ahora lo seguimos haciendo, pero en otro eslabón de la cadena productiva”, reflexionaba Luis Miguel Bameule.

El principal desafío de esa zona es la escasez de agua disponible. El régimen de lluvias marca 450 milímetros anuales, aunque no siempre caen de la “mejor manera”: a veces a destiempo para el ciclo agrícola o concentradas en determinadas épocas del año.

Luis Alejandro Bameule, señala, con respecto al recurso hídrico que había estudios previos del Instituto Nacional del Agua (INA) que marcad la existencia de un acuífero en la zona, algo que requiere estudios para encontrar y monitorear su recorrido. En aquella época se compra el predio a unos propietarios italianos y se comienza a desarrollar sobre la base de aprovechar la existencia de agua subterránea para riego con control y apalancarse en producción con valor agregado que pudiese competir con los campos cercanos a los puertos ya que el factor costo de transporte es determinante.

Originalmente, el proyecto contemplaba más superficie bajo riego (eran 2.000 hectáreas y hoy tenemos 1.100) en 10 círculos y el resto del campo quedaba al natural. La flora del lugar tradicionalmente eran quebrachos y algarrobos, pero el desmonte para la utilización ferroviaria de hace un siglo fue cambiando el paisaje y quedaron espinillos y otras plantas de poca utilidad para el ganado. No hay pasto natural como sí existe en la Pampa Húmeda.

“Lo que hacíamos era un desmonte selectivo: se dejan los algarrobos y quebrachos y se sacan los espinillos y demás del fachinal. Y mientras rompés eso vas sembrando las pasturas acostumbradas a tener poca agua. (como el gatton panic). El ambiente no es fácil porque es un lugar seco, que es más sano para los animales, pero mucho calor y no más de 20% de humedad, con lo cual el agua se evapora de golpe, es como si no hubiera llovido”, agrega. Por ejemplo, para poder cubrir el invierno que no llueve, hacen alfalfa, o alguna hierba bajo riego que el animal come directamente dentro de los círculos delimitados por el radio de trabajo de los regadores, que se mezclan para que se alivie el impacto económico.

En la zona también se hace papa y algodón o maní, que son cultivos de alto margen de comercialización para compensar el flete más alto. Así, en la zona, lo que antes era una cabeza cada 40/45 hectáreas se transformó en una cada 1,8 hectárea.

El agua. El acuífero de la zona se llama Quines-Candelaria porque son los dos pueblos que están sobre él. Allí, las sierras de San Luis pegan como una curva y tiene una forma rara que es como que hiciera una palangana, toda la lluvia que cae en la zona sobre las sierras y demás va por allí abajo y sigue viaje hasta las salinas, ahí es donde de hecho el agua empieza a salir, pero no se ve porque se evapora instantáneamente. Cuando nosotros llegamos estaba usado en un tercio y hoy imagino que debe estar más cerca de la mitad. Entre un consorcio de regantes y la propia provincia lo controlamos para que no se abuse y que se vaya reponiendo, pero directamente las propias lluvias generan mucho. Muy cerca, empieza el acuífero de Villa Dolores.

Tradicionalmente desde hace mucho tiempo había un consorcio de regantes que lo tenía muy medido, el consorcio funcionaba más que nada para lo que iba por superficie, pero tenían bien claro lo que era subterráneo, porque se aprovechaban mediciones en pozos chicos que había para sacar agua para las casas. Hoy con un uso mucho más comercial, se sabe perfectamente la localización y el consorcio tiene información hasta de GPS de dónde está cada uno de los pozos. “Estamos contentos con el acuífero: en los lugares donde está bien ubicado, sacamos 300 mil litros por hora sin demasiado problema yendo a 80 metros o hasta 100 metros de profundidad”, especifica.

Balance. Desde 2016 acudimos al ingeniero Ernesto Viglizzo, un experto en el tema de medir la huella de carbón y el balance logrado en una explotación agropecuaria, análisis que repetimos cada tres años a través de un análisis intensivo y nos arroja que somos ‘secuestradores ´netos de carbón´”.

Otra iniciativa fue la de la autogeneración eléctrica, realizada a través de la instalación de paneles solares que pueden producir 450KW A de potencia equivalente y que, en épocas de baja demanda puede inyectarse al sistema eléctrico nacional.  Eso les permitió bajar la compra externa (auto generan alrededor de 35% del total de lo consumido y con otras condiciones se podría ampliar la capacidad para subir otros diez puntos para encontrar un nuevo equilibrio. Como la producción tiene ciclos, no es conveniente tener un 100% de autogeneración.

Impacto social. Cuando llegaron, el empleo en la zona era muy bajo y vinculado con la ganadería extensiva o a muy baja escala (cabras) y por lo tanto había poca gente. Hoy la ganadería es mucho más intensiva y existen cultivos. “No había casi empleados y con la aparición de instrumental de riego más la investigación de los acuíferos, se posibilitó en hacer cultivos de especialidad para rotar. Hasta hace 10 años podía hacerse maíz/semillas, pero luego se complicó con las malezas, etc.”, puntualiza. Así la zona pasó d 0 a 25.000 hectáreas bajo riego en estos años y como la ganadería genera más demanda de gente estable, trabajo profesional y temporario, en los núcleos urbanos cercano empezó a haber más movimiento (por ejemplo, Villa Dolores), un “efecto derrame” muy palpable y positivo. Un circulo virtuoso integral y sostenible.

 

Sobre el autor

Tristán Rodríguez Loredo

Licenciado en Economía (UCA), Magister en Gestión de Empresas de Comunicación (U. de Navarra) y en Sociologa (UCA). Editor de Economía y columnista en Editorial Perfil.

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