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Dialogar y acordar: el camino para promover el crecimiento y el desarrollo

Escrito por Alan Clutterbuck
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Contexto, desafíos y oportunidades

Hemos pasado por tres años de un escenario global muy complejo con la pandemia el Covid-19, la invasión de Rusia a Ucrania, una escalada de la bipolaridad entre Estados Unidos y China, y la creciente relevancia del cambio climático.

Estas cuestiones están generando (i) disrupciones en la geopolítica y la incertidumbre sobre cómo será el nuevo orden mundial, y (ii) serios riesgos económicos con escalada de los niveles de inflación y un aumento de las tasas de interés, lo cual está generando en el mejor de los casos una desaceleración del crecimiento económico.

A su vez se plantean desafíos estructurales sustanciales y se habla (i) de seguridad alimentaria; (ii) de seguridad energética; (iii) de la necesidad de ir reconfigurando las cadenas de abastecimiento en el comercio internacional para mitigar riesgos geopolíticos y climáticos; (iv) de si alcanzan las reservas de litio globales para hacerle frente a la demanda que genera el crecimiento vertiginoso de vehículos de movilidad eléctrica; y (v) del crecimiento de la relevancia de la economía del conocimiento.

Argentina frente a una nueva oportunidad

Mirado desde Argentina el mundo nos presenta importantes desafíos por los nubarrones económicos señalados, pero también oportunidades atractivas al demandar bienes y servicios que nuestro país puede potencialmente proveer.

Argentina es uno de los principales productores de alimentos del mundo; somos el segundo país en materia de reservas de shale gas y cuarto de shale oil; contamos con la segunda reserva de litio; tenemos un sector de la economía del conocimiento pujante; una industria del turismo diversa en un mundo que vuelve a viajar y busca destinos seguros; una plataforma industrial probada; un ecosistema emprendedor dinámico; la existencia de importantes niveles de capitales financieros (y humanos) de argentinos en el extranjero; el bono demográfico; y la posibilidad de aumentar el nivel de la participación de la mujer en el mercado laboral.

En el mundo muchas veces se menciona a la Argentina como un país al que se le han presentado importantes oportunidades a lo largo del tiempo que no ha sabido aprovechar (i) por restricciones, brechas y problemas muchas veces autogenerados, y (ii) por la falta de confiabilidad ocasionada por recurrentes cambios en las reglas de juego y deficiencias del sistema de gobernanza.

Probablemente si hubiésemos generado las condiciones necesarias para aprovechar esas oportunidades, Argentina no hubiera transitado a lo largo de varias décadas un sendero de divergencia respecto del desarrollo. Argentina ha crecido desde 1950 menos que todas las regiones del mundo y somos el país que desde ese año más tiempo ha estado en recesión en el mundo (35% del tiempo). Hemos experimentado recurrentes y desmesuradas crisis: desde 1960, el PBI anual ha caído al menos 2.5% en 18 años, y en 9 de ellos la caída ha sido de más del 5%. Desde 2011 el PBI per cápita ha experimentado una caída del orden del 8%, lo cual nos ha llevado a una puja distributiva creciente sobre una torta cada vez más chica. Este contexto ha resultado en el aumento y la estructuralización de la pobreza y en un problema complejo que deberemos enfrentar por años: cerca de 9 millones de personas están en la informalidad y en la llamada economía social/popular.

Acuerdos básicos para impulsar el desarrollo

Argentina parecería estar atrapada en un laberinto de decadencia del cual no estamos siendo capaces de salir. Leopoldo Marechal supo señalar que “de todo laberinto se sale por arriba”, y en RAP estamos cada vez más convencidos que ese “por arriba” es mediante la generación de acuerdos básicos que nos permitan enfrentar los desafíos, las trabas y los problemas que nos impiden aprovechar las oportunidades que se nos presentan.

La confrontación política imperante no permite encontrar el camino del diálogo y de la generación de acuerdos y la sociedad la percibe claramente como un problema: un estudio de opinión pública de Zuban Córdoba resalta que casi 3 de cada 4 encuestados (73%) creen que la grieta política en Argentina impide el desarrollo económico del país, un fenómeno que es además transversal (lo comparten 78 % de los votantes de Juntos por el Cambio, 65 % de los del Frente de Todos y 76 % de los del Frente de Izquierda).

Tanto o más preocupante, se está generando una creciente fractura entre la dirigencia y la sociedad. Una reciente encuesta cualitativa de Poliarquía muestra claramente el estado de ánimo social: hay incertidumbre, frustración, decepción, desesperanza, preocupación. La gente descree en forma creciente de la capacidad de la política para solucionar los problemas, abriendo las puertas -como ha pasado en otras naciones- a soluciones “anti-sistema”, un camino potencialmente riesgoso.

En RAP venimos trabajando desde nuestros comienzos sobre cómo propiciar el fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, impulsar el desarrollo sustentable e inclusivo del país, y promover la generación de una cultura de integridad y transparencia. Para avanzar sobre estos objetivos en el 2020 lanzamos una iniciativa que buscó generar acuerdos dentro de la comunidad de políticos que forman parte de RAP sobre cómo hacerle frente a los desafíos económicos y sociales de Argentina. Ese proceso culminó a mediados del 2021, luego de un intenso proceso de diálogo y de consultas con economistas, politólogos, sociólogos, empresarios, sindicalistas, líderes sociales, etc., con la elaboración del documento Acuerdos Básicos a la salida de la pandemia. Este documento de Acuerdos Básicos

fue suscripto por 195 políticos de los principales partidos políticos del país. El documento puede accederse acá.

En la primera sección del documento se resalta que la Argentina necesita crecer para crear empleo formal y productivo y poder reducir la pobreza y aumentar el bienestar. Se señala la importancia de lograr acuerdos políticos y sociales sobre políticas públicas que sean sostenidas en el tiempo para brindar confianza a los actores económicos y sociales, promoviendo la estabilización de la economía y la mejora de la productividad. De esa manera se alienta la inversión y el aumento de las exportaciones, creando las condiciones para el crecimiento y la generación de empleo productivo.

Dentro de las recomendaciones consensuadas en el documento para lograr estos objetivos se destacan:

  • Ir tendiendo hacia el equilibrio fiscal con un proceso de adecuación del gasto público (% del PIB) a niveles sustentables fiscal y socialmente.
  • Planificar un adecuado proceso de transición inteligente a una economía más integrada al comercio regional e internacional.
  • Impulsar un ordenamiento impositivo (simplificar; evitar impuestos distorsivos; equidad; informalidad y evasión; ampliar base impositiva para reducir presión).
  • Armonizar la protección de derechos laborales con la necesidad de adecuar modalidades y marcos normativos laborales a las nuevas demandas del contexto para propiciar la generación de empleo productivo.
  • Mejorar el funcionamiento institucional buscando garantizar la seguridad jurídica e independencia de la justicia; proveer estabilidad regulatoria; propiciar la integridad, transparencia y rendición de cuentas.
  • Fortalecer el capital humano promoviendo la terminalidad escolar, la calidad y equidad educativa y programas de entrenamiento y reentrenamiento en habilidades y destrezas para el trabajo En la segunda sección se resalta la necesidad de asegurar una efectiva implementación de programas de protección social buscando (i) sostener el consumo de los hogares vulnerables, (ii) simplificar y ordenar la estructura de programas sociales, promoviendo el tránsito de los destinatarios de estos al mundo del empleo formal y productivo y (iii) desarrollar esquemas para impulsar la formalización y la inclusión de sectores de la economía social y popular.

El documento señala asimismo que los acuerdos deben contemplar dos cuestiones transversales: (i) integrar el objetivo de promover el desarrollo de una forma sustentable y de cuidado del medio ambiente y (ii) incorporar la “perspectiva de género” de manera trasversal a las políticas públicas.

Síntesis y conclusiones

Con todas sus complejidades y desafíos, el contexto mundial parecería abrirnos una oportunidad más que interesante para salir del laberinto de declinación, al demandarse muchas de las cosas que potencialmente podemos proveer.

Tenemos un historial de desaprovechar oportunidades a partir de políticas públicas erráticas y cambiantes y de deficiencias de nuestro sistema de gobernanza, cuestiones poco compatibles con la necesidad de brindar confianza y predictibilidad, mejorar la productividad e incentivar de esa manera el crecimiento, la generación de empleo productivo y contribuir a la reducción de la pobreza.

El proceso llevado adelante por RAP nos hace ser optimistas mirando hacia el futuro. No estamos condenados a estar atrapados en el laberinto, ni enquistados en la grieta. El proceso llevado adelante refleja que es posible que políticos de distintos partidos puedan generar acuerdos sobre una hoja de ruta, una serie de lineamientos sobre que políticas públicas y que reformas se podrían encarar en Argentina para buscar dejar atrás un pasado de divergencia con el desarrollo con altísima volatilidad y recurrentes crisis, y entrar en un sendero de crecimiento sustentable e inclusivo.

En este año electoral tan trascendental para el país y frente a esta nueva ventana de oportunidad que se nos abre, hacemos votos para que colectivamente tengamos la visión, la capacidad, la sabiduría, la humildad y la cuota de grandeza necesarias para aprovecharla.

Sobre el autor

Alan Clutterbuck

Director general RAP (Red de Acción Política)

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