Valores

El espíritu nos impulsa. Una primera mirada sobre el propósito de la vida

Escrito por Francisco Riobó
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En muchas ocasiones, conversando con personas o reflexionando conmigo mismo, se contempla el camino de la vida como algo luminoso, fragante, en el que se avanza sin dudas, confiadamente, con fuerza y sentido, disfrutándolo. Otras veces, casi todo lo contrario.

De allí recuerdo ese clásico relato en el que se muestra a tres personas que trabajan en una obra de construcción y realizan las mismas tareas. La primera, ve su trabajo como su aporte a una construcción relevante. La segunda, ve lo que hace como una forma de ganarse la vida y cumple su tarea. La tercera, finalmente, también cumple su parte, pero está enojada y resentida con la situación en general. Lo traigo a colación, porque creo que se trata justamente de diversas miradas sobre el propósito de lo que hacemos. Estoy convencido de que en el centro de estas posturas está nuestro entendimiento de este en nuestra vida. Siendo un tema tan esencial, y sobre el que se ha escrito tanto, mucho y tan bueno, no estoy tan seguro de que todos pongamos esta reflexión tan fundamental en el centro de nuestra atención, brindándole el tiempo y el suave empeño que merece.

Si alguien nos pregunta sobre el propósito de nuestra vida, seguramente tendremos respuestas genuinas. Pero sería interesante que cada uno piense en cómo llegamos a definirlo, cómo lo reflejamos y cómo lo concretamos en la realidad. En ese sentido, la orden jesuita (1598) nos ha legado un profundo camino a través del discernimiento basado en una serie de pasos que incluyen la atención a los movimientos internos, la reflexión sobre los motivos y la intención de las acciones, la consideración de las consecuencias de las decisiones y la búsqueda de consejo y orientación de personas sabias y confiables.

Quizá no es en sentido estricto un camino para todos. Lo que intento transmitir es que quizá debemos considerar una forma, apropiada para cada uno de nosotros. Sería razonable transitar algún camino probado dentro de nuestras culturas, para que su formulación no carezca de bases sólidas y nos permita disfrutarlo. La innovación no está en el método, sino en el resultado que tenga para nosotros. 

Adicionalmente, tener un cierto sistema para reflexionar sobre nuestro propósito tiene la gran ventaja de que, en un mundo cambiante, con personas que cada vez viven más y mejor, es muy probable que tengamos que repensarlo con cierta frecuencia.

Esto vale para las personas, pero también para todo tipo de organizaciones. Es bueno saber que cuando alguien no lo está disfrutando, dicho en términos razonables, porque no hay caminos que no ofrezcan dificultades, ese alguien debería repensar cuál es su propósito. Hoy en día, hay muchas escuelas de pensamiento sobre la formulación del sentido de la vida, hay muchas personas preparadas y con experiencia como para ayudar en la reflexión, pero nada ni nadie puede reemplazar la decisión absolutamente personal y libre de querer hacerlo. Si eso no está, seguramente será un error querer forzarlo. 

Algunos testimonios para pensar

Durante su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en 1993, Mandela dijo: «En las profundidades del invierno, finalmente aprendí que en mi interior había un verano invencible. Y es con ese conocimiento y esa determinación con la que llevo adelante la lucha. En ese entonces, el poema ‘Invictus’ fue de gran importancia para mí. El verso ‘Soy el capitán de mi propia alma’ me recordaba que tenía el control de mi destino».

Muchos habrán visto la película Invictus, en la que se representa a Nelson Mandela como un hombre con un propósito claro, al que llegó, tras larga reflexión y logró plasmarlo de tal manera que consiguió para su país un momento de claridad que hizo historia.

También podemos pensar en otros como Viktor Frankl, autor de «El hombre en busca de sentido», quien dejó su propósito de vida después de sobrevivir al Holocausto. Su propósito era ayudar a las personas a encontrar significado en sus vidas, a pesar de las circunstancias difíciles.

 Mahatma Gandhi, líder de la independencia india y activista pacifista, dejó su propósito de vida en sus escritos y discursos. Su propósito era trabajar por la justicia social y la igualdad, y llevar la no violencia y la resistencia pacífica a las luchas por la libertad. 

Martin Luther King Jr., líder de los derechos civiles en Estados Unidos y activista por la justicia social, dejó su propósito de vida en su famoso discurso «Tengo un sueño». El mismo era trabajar por la igualdad racial y la justicia social a través de la no violencia y la resistencia pacífica. 

Paulo Coelho, el autor brasileño, dejó su propósito de vida en su libro «El Alquimista». Su fin era inspirar a las personas a seguir sus sueños y encontrar su verdadero sentido en la vida, y ayudar a transformar el mundo a través del amor y la compasión.

 Helen Keller, escritora, activista y oradora estadounidense que se convirtió en sorda y ciega a los 19 meses de edad. Dejó por escrito su propósito de vida en su autobiografía «The Story of My Life». Su meta era superar la adversidad y trabajar por los derechos de las personas con discapacidad y la igualdad de oportunidades para todos.

Finalmente, y solo con el propósito de mostrar la universalidad del tema, podemos ver en la tradición de la cultura japonesa el término IKIGAI (era Heian (794-1185)). Ellos afirman que cada persona tiene un ikigai único que puede ser descubierto a través de la reflexión y la autoexploración. Esto puede involucrar el descubrimiento de lo que te apasiona, lo que eres bueno haciendo, lo que el mundo necesita y lo que puedes ser remunerado por hacer.

Aquí hay algunas sugerencias que pueden ayudar a abordar la cuestión del propósito de vida:

  1. Reflexionar sobre las experiencias de vida, tanto positivas como negativas, puede ayudar a definir lo que es importante y significativo.
  2. Identificar los valores fundamentales puede ayudar a definir el propósito de vida de una persona.
  3. Buscar inspiración y apoyo de otras personas puede ser útil en el proceso de definilo.

1.- Sobre las herramientas para la reflexión:

Quizá la reflexión sobre las experiencias de vida sea el primer paso. En realidad, no creo que pueda ser un paso que no se dé. Todos tenemos presentes de alguna manera estas experiencias, la clave es qué hacemos con ellas. Cada persona puede encontrar el método que mejor se adapte a su estilo y personalidad, pero es importante recordar que reflexionar sobre las experiencias de la vida puede proporcionar una mayor comprensión y significado a nuestra existencia. Para ello, hay muchas herramientas. Cada uno elige las que le resulten afines, pero la reflexión sobre el conjunto no creo que venga mal.

Señalo: a) un diario sobre las experiencias de la vida. Escribir sobre los momentos significativos, los pensamientos y las emociones puede ayudar a identificar patrones y tendencias en la propia vida. b) conversar con formato de entrevista con familiares y amigos que nos conozcan bien, para lograr una perspectiva externa de algunas de las experiencias vividas. c) reflexión consciente que nos ayude a recordar y eventualmente a resignificar nuestras experiencias de vida. Poniendo la atención en el momento presente, se pueden identificar las emociones, los pensamientos y las sensaciones asociadas a esas experiencias. d) participación en grupos de pertenencia, en la medida en que sean afines a cada uno de nosotros, pueden ser una forma útil para reflexionar sobre nuestra vida, compartiéndola con otras personas que han vivido situaciones similares.

2.- Sobre nuestros valores centrales:

Al ser un trabajo espiritual de carácter personal, es indudable que el resultado está directamente asociado a la sinceridad y profundidad con la que lo hagamos. Las herramientas son básicas y simples, pero buenas para que las podamos revisar en el momento oportuno: a) Hacer una lista de los valores que son importantes para uno mismo. En lo posible, aclaremos qué significa para nosotros ese valor. Por ejemplo, si decimos honestidad, ¿a qué nos referimos como valor central para nosotros? O solidaridad, etc. Incluso una vez que se tiene una lista, se pueden organizar los valores por orden de importancia en nuestra conciencia. b) Reflexionar sobre momentos significativos en la vida puede ayudar a identificar los valores fundamentales de una persona. ¿Qué sentimos en esos momentos clave? Se trata de identificar cuales estaban presentes en esas situaciones. c) Con esa reflexión, intentamos lograr una autoevaluación íntima hacia la identificación de nuestros valores fundamentales. Ejemplos: ¿Qué es lo que me hace feliz? ¿Qué me motiva en la vida? ¿Qué me preocupa más? Estas respuestas sinceras y profundas son la clave del nivel de reflexión al que llegaremos.

3.- Inspiración:

Si bien hemos hablado de un proceso de reflexión íntima, profunda y personal, no está de más buscar fuentes de inspiración como un complemento de nuestro trabajo interno. Puede haber un riesgo de dispersión que no nos ayude. La primera y fundamental fuente de inspiración está dentro de nosotros, en el corazón que quiere ser oído, pero al que no siempre le damos las condiciones para escucharlo. También podemos ayudarnos con libros seleccionados y algunas películas. Además, escuchar a referentes o incluso unirse a grupos que nos expandan la perspectiva puede ser de gran ayuda.

Establecer metas y objetivos puede ayudar a dar dirección y significado a la vida. 

Finalmente, se trata de encontrar cómo desplegar el propósito de vida que descubro a través de este ejercicio del espíritu en mi vida concreta. Cómo establezco metas y objetivos que ayuden a que perciba que mi camino de nuevo es algo luminoso, fragante, en el que se avanza sin dudas, confiadamente y con sentido.

Es importante resaltar aquí que estamos hablando de mi vida. No es un plan de trabajo, sino algo mucho más importante, tener claridad en lo que quiero lograr y mantenerme enfocado en el. Creo que es una etapa mucho más fácil que las anteriores, pero que no por eso debe ser descuidada. Nos ayudará mucho a la hora de ajustar los desvíos, que necesariamente vendrán.

Los simples pasos son:

  1. Definir objetivos claros y específicos para saber lo que se quiere lograr. Cada objetivo debe ser claro, medible y alcanzable. En lugar de establecer metas vagas como «quiero ser más feliz», se pueden definir objetivos concretos como «quiero hacer una actividad que me haga feliz al menos una vez a la semana».
  2. Establecer plazos, porque nos ayuda a mantenernos enfocados y motivados. Se pueden establecer a corto, mediano y largo plazo para mantener un equilibrio en las metas y objetivos.
  3. Priorizar los objetivos evita sentirse abrumado. Se pueden establecer objetivos a corto plazo que ayuden a alcanzar los objetivos a mediano y largo plazo.
  4. Desarrollar un plan de acción ayuda a establecer los pasos necesarios para alcanzar los objetivos. Se pueden escribir los pasos necesarios para alcanzar cada objetivo y asignarles plazos y fechas específicas.
  5. Hacer un seguimiento del progreso para saber si se están alcanzando los objetivos y ajustar el plan de acción en caso de ser necesario. Se pueden revisar los objetivos regularmente y celebrar los logros alcanzados.
  6. Mantener una actitud positiva y enfocada en el éxito ayuda a mantenerse motivado en alcanzar los objetivos. Se pueden utilizar afirmaciones y visualizaciones positivas para mantener dicha actitud.

En resumen, establecer metas y objetivos claros, establecer plazos, priorizar los objetivos, desarrollar un plan de acción, hacer un seguimiento del progreso y mantener una actitud positiva son algunas de las mejores prácticas.

Conclusiones

Espero que haya quedado claro que esta reflexión sobre el propósito de nuestra vida no está planteada en términos morales, de lo bueno o malo, sino en términos de medios para ayudarnos a vivir plenamente la vida, con dicha, incluso sumiendo los tropiezos que suele tener.

Se ponen a consideración modos de trabajo, no tanto por la importancia en sí mismos, sino la conveniencia de hacerlo a través de algún método sistemático que nos permita varias cosas: 

  • Arribar a lo más profundo de nuestro propósito, porque está claro que en esta experiencia espiritual se pueden ir logrando niveles mayores de conciencia. 
  • Cualquier método, nos permite revisar nuestras conclusiones en el tiempo, con mayor facilidad. Esto al menos en líneas generales, más allá de una epifanía que algunas personas puedan tener.  
  • Repensar y reformular el propósito de acuerdo con las necesidades de nuestra vida. 

Sobre el autor

Francisco Riobó

Socio fundador de la consultora En Terreno Social, certificada como empresa B. Desde alli se ofrece apoyo profesional a las empresas, organizaciones sociales y el estado para hacer más efectivas sus acciones con impacto social.

Responder a Rodolfo Iribas X

10 comentarios

  • Me pareció muy interesante y positivo para aprender a reflexionar sobre nuestra vida.
    No sólo eso sino después ponerse propósitos con metas claras a largo plazo.
    Buenísimo

    • Gracias María Cecilia. Pienso que tenemos que repensarnos permanentemente, para no perder la atención y quedar en piloto automático, que es la gran riesgo. Saludos

  • Realmente lo he tenido que leer mas de una vez porque me da la sensación que me está cuestionando en un aspecto de mi vida que nunca lo he enfrentado con todo lo que ponés en este artículo Pancho.
    Vos has llegado a conocer el propósito de tu vida?
    Qué desafío!!!

    • Gracias Rodolfo. Creo que cuando pensamos en el propósito de la vida, y no hacemos con alguna sistematicidad, vemos que es algo complejo y que cambia. Es un gran desafío, pero sólo intentarlo es bueno. Sin perfeccionismos. Disfrutar del camino tanto como de la meta. Un abrazo cordial.

  • Muy bueno Pancho!! Excelente artículo!! Claramente vos has encontrado el propósito de tu vida, y me alegro que al menos parte de él sea ayudarnos a todos nosotros a reflexionar sobre el nuestro.
    Abrazo