Lo encontré hace años en una carta al director del Wall Street Journal. Parece que la frase proviene del que fue Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge:
«Seguid adelante. Nada en el mundo puede reemplazar la perseverancia. El talento no lo hará; no hay nada más común que hombres fracasados y con talento. El genio no lo hará; el genio no recompensado es casi un proverbio. La educación no lo hará; el mundo está lleno de personas educadas abandonadas. Solo la perseverancia y la determinación son omnipotentes».
Me parece un tema de actualidad, porque decimos con frecuencia que la tecnología cambiará el mundo, que hace falta más gente cualificada, que la educación es clave… Y hay algo -mucho- de razón en estos argumentos. Pero les falta algo. La tecnología la desarrollan personas inteligentes, listas, bien formadas… y perseverantes. Los educados, sobre todo si saben concentrarse en lo que necesitarán dentro de poco, son los que conseguirán los empleos nuevos… si trabajaron con perseverancia y siguen haciéndolo en sus nuevas ocupaciones.
Cuando en el mundo de la empresa hablamos de los valores propuestos por sus directivos, que constituyen la base de su proyecto de futuro, no siempre reconocemos la importancia de esos valores personales que «se les suponen». Y la perseverancia y la determinación, como decía Coolidge, son de esos valores que hacen falta siempre. De hecho, me parece que la cara de muchos directores de recursos humanos se ilumina cuando, en una entrevista con un candidato, descubren que es una persona que sabe luchar por lo que quiere, con perseverancia.
*Publicado originariamente en Economía, Ética y RSE Blog Network de IESE Business School, Universidad de Navarra.