Entrevistado en junio de 2022
Juan Pablo Simón Padrós: Ale, muchas gracias nuevamente por el tiempo y por aceptar la invitación de tener este encuentro.
Alejandro Preusche: Un placer Juampi, un placer.
JPSP: La primera pregunta tiene que ver con ese momento histórico en el cual vos fuiste presidente de nuestra ACDE, de nuestra institución. ¿Qué recordás de esos momentos como los principales desafíos que la coyuntura le planteó a ACDE cuando presidiste? ¿Cuáles fueron esos principales desafíos?
AP: Mi período como presidente fue del año 2003 al 2006. O sea, yo asumí en marzo del 2003, asumí en el… hicimos una especie de foro anual, un formato muy particular para aquel momento, acuérdense, esto es después de, obviamente de la crisis del 2002, 2001-2002. Entonces yo asumí en marzo del 2003. Entonces, para recordar, esto es post estallido de la economía, de la política y de la sociedad. Cuando yo asumí, acababa de ganar en primera vuelta Carlos Menem y a los tres días se bajó del balotaje. Y mi primer acto como presidente electo fue firmar una declaración a la prensa acerca de la posición de ACDE sobre la renuncia a competir en el balotaje de Menem. Eso fue mi primer acto. Inmediatamente después fue elegido Kirchner y después conocemos el resto de esos primeros años. En aquel momento muchos veíamos, escribíamos, decíamos que esa era la mayor crisis que nos había tocado vivir ciertamente a nosotros en nuestra historia en la Argentina. Poco tiempo después vino el default de la deuda soberana y, digamos, el contexto no era solamente de una enorme compulsión interna, sino también externa. Recuerdo que fue hacia finales del 2003, pero después de la creación del default, fuimos a un congreso de UNIAPAC en Roma. En realidad, no era un congreso de UNIAPAC, era una reunión de la Comisión de Justicia y Paz del Vaticano con empresarios cristianos. Allí fuimos con Carlos Tramutola y Luis Riva y recuerdo que, sentados en la mesa en un salón gigantesco, no en el Vaticano, sino un poquito afuera, críticas casi vociferantes de algunos de nuestros colegas empresarios católicos por la irresponsabilidad de la Argentina al declarar la deuda en default. Entonces eso como punto adicional, como tercer punto les diría, hubo en esos años una destrucción de todas las instituciones empresariales anteriores. O sea, antes tenía mucho prestigio el Consejo de Empresa Argentino, el CEA (en el año 2002 desaparece), y ahí empieza a crearse AEA. Entonces, un contexto de enorme convulsión, una profundísima crisis social, económica, política, institucional, la Iglesia había tenido un rol muy importante, se acuerdan toda la parte del diálogo en esos años, y ACDE había sido un partícipe activo en muchas de esas reuniones. Diría que ese fue el contexto, muy desafiante.
JPSP: ¿Y en qué se parece todo ese contexto, esa época a la actual para ACDE?
AP: Mirá, yo creo que tal vez yo lo pondría como una ausencia de norte, no para ACDE, sino en general para el país, para el mundo empresario, falta de liderazgos. Recuerdo que dos años antes, en el año 99 renuncia Chacho Álvarez a la vicepresidencia, nosotros, me acuerdo en una reunión de consejo, vimos que esto estaba desencadenando una crisis muy profunda, y decidimos hacer ese documento, que era “Camino al Bicentenario”, donde nosotros pensamos que era una meta al 2010, relativamente larga en el tiempo que daba para hacer muchas cosas. Creo que fue un documento muy lindo, donde creíamos que esto era un aporte como para definir el horizonte al que tendría que ir la sociedad argentina, el empresariado, el vínculo del sector público con el sector privado, la sociedad, en fin. Había muchas cosas, creo yo, muy lindas, basadas en premisas que creíamos en aquel momento, pre-estallido, y pre-gobiernos que sucedieron después del 2003. Creíamos que había cosas bastante ya arraigadas, como por ejemplo que el tema del terrorismo era un tema saldado para nosotros: en aquel momento estaba saldado ese tema. Nunca pensamos que podía haber un revisionismo como el que ha ocurrido en los últimos años, en la última década o más, entonces yo diría que tal vez en aquel momento de enorme incertidumbre, porque el tema del Bicentenario vino antes, después viene el estallido social y ahí mi presidencia, y lo que veíamos era que eso que habíamos escrito era como que, bueno, pero acá tenemos una hoja de ruta, y no nos escuchaban. Yo diría que en aquel momento la voz de ACDE era tal vez la única que se escuchaba dentro del mundo empresarial.
Recuerdo que Kirchner había prohibido a todos sus ministros que hablasen con el sector privado, invitamos y no venía nadie, pero no iba nadie a ningún evento. En 2005, finalmente, logramos que Lavagna viniese a un almuerzo que hicimos, y vinieron 550 personas, me acuerdo, fue una repercusión enorme y vino a ACDE, y nosotros nos sentíamos como que privilegio que nuestra institución es el lugar donde empieza a ocurrir este diálogo, tal vez este acercamiento. Así todo, miro para atrás y digo que pocos frutos, si vos me decís en qué se parece aquella época a la actual … creo que ACDE sigue siendo una voz valiosa. Tal vez la única, una de las poquitas que habla con gran coherencia, sin embargo, al final del día, yo digo, y esta es una opinión propia, siento que solos no podemos, termina siendo irrelevante, no a nivel personal, que hay enorme valor, pero si a nivel de sociedad no logramos cambiar nada. Eso creo que es tal vez la manera en que yo lo caracterizaría.
En aquel momento fíjate otra de las cosas que hicimos, fue muy interesante, como veíamos que los problemas que estaba habiendo el país eran como los mismos de antes, entonces me acuerdo de que hicimos una de estas reuniones mensuales o bimensuales que hacíamos con algún invitado especial, donde hablamos tres presidentes de ACDE, yo porque estaba en ese momento, 10 años antes Eduardo Casabal y 10 años antes Carlos Tramutola. La pregunta que nos hacían era: ¿en qué se parece esta época a aquella? ¿Cuáles eran los problemas que enfrentaban en aquel momento y ahora? Y al final, todos decíamos, son los mismos problemas. Fue interesante y triste a la vez ver que no aprendíamos como sociedad.
JPSP: Increíble. Y volviendo a lo que mencionaste del mundo empresario y el empresario en sí, ¿cuál crees que es la toma de conciencia del empresario hoy con respecto a su rol de dirigente y si podés compararlo con la época que vos presidiste ACDE.
AP: Creo que hay algunos aspectos positivos, yo veo con mucho interés el creciente rol de empresarios jóvenes, hay más conciencia sobre la necesidad de vincularse con la política de un modo correcto, digamos, no para buscar beneficios individuales sino para contribuir. A la vez, veo que del otro lado no hay respuesta, pero creo que hoy hay una mucho mayor conciencia, sobre todo en los empresarios jóvenes, de que esto tiene que cambiarse, y que los empresarios tienen que asumir ese rol de dirigentes, de salir, poner la cara, yo me acuerdo, a mí me decían, no salgas a hablar, te vas a quemar, y me acuerdo que en algún momento un empresario importante me dijo, entre comillas, te admiro, y no por mí personalmente sino por el rol del presidente de ACDE, te admiro porque sos el único que está hablando en nombre del empresariado, eso fue lo que le tocó vivir al presidente en ese momento. Cualquiera hubiese hecho lo mismo, mejor que yo, pero tal vez hoy los empresarios jóvenes veo que tienen más intención de involucrarse y veo que hay una toma de conciencia con respecto a que no podemos mirar las cosas de costado, también recuerdo que, en aquel momento, una de las primeras cosas que hizo AEA fue encargar una encuesta acerca de la percepción que tenía la sociedad acerca del empresariado y lo que salió era horrible: los empresarios no eran bien vistos. Hoy en día esto me parece que está cambiando, hay más conciencia creo.
JPSP: En un plano personal, ¿cómo viviste todo ese período como presidente? Contanos cuáles fueron tus mayores aprendizajes siendo presidente de ACDE.
AP: Yo cuando asumí esa responsabilidad lo tomé como un tema muy en serio. Estaba trabajando mucho, pero empecé a dedicarle un 30-40% de mi tiempo a ACDE, la verdad que fue casi full time, desarrollamos, un poco por mi deformación profesional, lo primero que hice fue hacer un parar la pelota y hacer un diagnóstico para definir una estrategia. Hicimos un gran esfuerzo por fortalecer la base de socios de ACDE, lanzamos programas de mayor participación de socios, ampliamos la convocatoria de terceros, mejoramos y fortalecimos la administración, yo creo que fueron años donde crecimos mucho. Había un objetivo de crecer, de darle más densidad a la institución, yo siempre pensé que una ACDE de pocos es poca cosa, y por eso yo pensaba que teníamos que llegar a muchos, e impulsamos, no con mucho éxito, una ACDE más federal, con más contactos en el interior, viajé bastante al interior para ver distintos grupos, cambiamos la imagen de ACDE, el logo, todo eso, la comunicación, le pusimos más énfasis al tema de la comunicación. Lanzamos el programa “Crear Riqueza Incluyendo” al principio, después eso fue posterior, nos metimos también en eso, un tema aparte muy significativo fue el relanzamiento de la causa de Enrique Shaw, porque estaba muy parada. Me acuerdo de que fui a ver a Bergoglio, le planteé el tema y nos apoyó, y de ese modo salió un nuevo postulador y un nuevo proceso, y bueno, fue el comienzo de donde llegamos ahora. Entonces, a partir de todo esto te diría, mucho trabajo en equipo, entonces, mis aprendizajes personales fueron, primero que ACDE, valoré ACDE como una institución con una potencialidad extraordinaria para la realización personal, para aquello que siempre decimos que es el lugar para ayudar a que los empresarios actúen con más coherencia, eso te diría que es tal vez el mayor aprendizaje. Fue cuánto ayuda ACDE a ser más coherente como empresario, como persona, como dirigente… un gran aprendizaje, muy lindo, muy potente.
Por otra parte, también una fuerte y creciente conciencia del impacto social que uno tiene como empresario, como él en que toma decisiones que implica asignación de recursos, que puede ir de un lado para el otro, de un modo u otro, en un país con todas las dificultades que tiene la Argentina, eso también fue muy palpable en ese momento. Como aprendizajes desde el punto de vista personal, esas son dos cosas que yo me llevé, y por eso siempre agradecí a ACDE la oportunidad de haber estado en ese rol, porque yo me llevé mucho más de lo que di, eso sin duda, muchísimo más. Y creo que, no creo, estoy convencido que no hay otra institución como ACDE para desarrollarse personalmente como dirigente, eso fue para mí uno de los mayores aprendizajes. Lo que saqué para mí, desde una perspectiva bastante egoísta.
JPSP: Mencionaste mucho trabajo en equipo en esos momentos, ¿quiénes fueron tus socios colaboradores que recordás, los que estaban con vos, acompañándote en la Mesa? ¿Cómo trabajaban entre ustedes, cómo se coordinaban, como era?
AP: Teníamos como modus operandi el comité ejecutivo, no recuerdo si exactamente lo llamábamos sí. También el consejo directivo y allí era muy importante la figura de Rafi Braun, después haré algún comentario sobre él en particular. Luego empezamos a crear comisiones por distintos temas, y a cargo de esas comisiones había distintas personas. Yo les diría que, por ejemplo, recuerdo muchísimo, me acompañó en ese momento Eduardo López Rivarola, que fue un gran compañero en muchas de estas iniciativas. Graciela Martini, estaba en la mesa y me ayudó muchísimo, trabajó en todo tema comunicación, medios, que era muy activo en aquellos años, comandando un equipo dedicado. El apoyo de Graciela fue fundamental en aquel momento también. Recuerdo a Adolfo Ablático, también muy activo, que me ayudó muchísimo, porque, y esto es importante, yo no era un histórico de ACDE. El que me invitó a ser socio de ACDE fue Eduardo Casabal en el año 92. Yo era socio de ACDE, pero estaba híper ocupado con McKinsey, iba de vez en cuando a algunas reuniones, pero nunca había participado demasiado.
José María Simone, también muy importante en ese tiempo, que fue el presidente anterior a mí; me invitó a ser parte del Consejo, y ahí me acerqué más, y eso habrá sido en el año 1999, y en el año 2000 entré al Consejo, me empecé a meter más, pero yo no era histórico de ACDE, y ahí Adolfo y José María me ayudaron con el vínculo con otras personas de ACDE, con los Past Presidents. Fue muy lindo eso, tener el apoyo de ellos porque uno de los mayores errores es creer que cuando vos llegás, tenés piedra libre para reinventar todo, porque todo lo anterior no fue bueno… ¡equivocadísimo! Ellos me ayudaron a rescatar el pasado, si querés y a integrar esto que estaba en un contexto muy desafiante, con el pasado. Recuerdo también que invité a Pancho Riobó, a que nos diera una mano con todo el tema de los planes de socios, de captación de nuevos socios, del voluntariado de los socios y él tuvo una presión súper relevante en aquellos momentos. Hay muchos otros, pero te diría que estos eran colaboradores que claramente fueron determinantes en ese tiempo.
JPSP: ¿Y qué recordás del director ejecutivo, de Alejandro, y de Rafi, como asesor doctrinal de esos momentos?
AP: Bueno, fue muy interesante porque, a ver, yo te diría que la figura de Rafi Braun era imprescindible, o sea, fue él quien me atrajo a participar en ACDE activamente, me motivó, me aconsejó, me guio, o sea, yo a Rafi lo conocía poco de antes, lo conocí cuando empecé a estar en el Consejo y después como presidente teníamos una relación muy habitual, muy frecuente. Para mí fue un privilegio haberlo tenido así cercano a mí, personalmente, y sin duda, sin ninguna duda, tuvo una influencia enorme en la institución, él dejó muchísimas huellas en muchos de nosotros, y tanto por su brillantez, como por su claridad, y también cercanía personal. O sea, yo creo que sinceramente no se puede entender la ACDE de los años 90 y buena parte de los 2000 sin la figura de Rafi Braun. Participaba desde, me acuerdo, las sesiones de estrategia, brillantes aportes, hasta decisiones o planteos de cómo íbamos a comunicar tal o cual cosa, con enorme valor agregado. Alejandro Tonnelier, como director ejecutivo, yo te diría que fue un incansable colaborador; la verdad es que descansé muchísimo en él, él me soportó, porque yo tenía mucho trabajo, entonces, yo soy una figurita difícil por ahí muchas veces y él me perseguía, al final lográbamos ir tomando las decisiones que debíamos. Él levantó mucho el perfil de su gestión en esos años, mucho, y un amigo, te diría, verdaderamente Alejandro fue, a ver, sin una figura como la de él en ese momento, es imposible hacer un tercio de lo que hicimos. Hicimos muchísimas cosas, o sea, creo que se amplió bastante el equipo administrativo, y él con su estilo propio lideró todo eso, así que yo descansé mucho en él, mucho, y la verdad que finalmente la ejecución era muy buena, así que yo siempre lo quise mucho a Alejandro.
JPSP: Volviendo a ACDE hacia afuera, de todas las distintas instituciones empresarias del país, ¿cuáles fueron las relaciones más relevantes durante esos años que tuvimos en ACDE y vos como presidente?
AP: Yo como presidente de ACDE participé en las sesiones de conformación de AEA, y tuvimos vínculos con ellos, recuerdo que IDEA en su foro me invitó a hablar, y si no recuerdo mal, era la primera vez que IDEA invitaba a un presidente de ACDE a hablar y eso justamente por el perfil tan distintivo que estaba teniendo ACDE en esos momentos, de hablar sobre las cosas que estaban pasando en el país. Tuvimos vínculos con el gobierno, después de ese almuerzo con la Bania, se abrieron las puertas y empezamos a invitar a varios ministros, vino Béliz, que era ministro de Justicia, vino Tomada, como ministro de Trabajo, en fin, teníamos un vínculo con el Gobierno y a raíz de ese vínculo, ACDE era una plataforma para escuchar. Todas las instituciones empresariales se acercaban, de una manera informal, no hubo nada como lo que vino después, que vos te parás también, pero creo que en aquel momento había bastante vínculo por ese lado. Después, a raíz del trabajo que empezamos a hacer para meternos con el tema de impacto social del empresariado, el rol social del empresariado, tuvimos vínculos fuertes con AMIA y con Cáritas, y eso también estuvo muy lindo, fue porque empezamos a ampliar un poquito el espectro de relaciones, más allá de lo estrictamente empresarial, algo que nos daba una plataforma para llegar a más gente, y eso lo empezamos a hacer en aquel momento. Y, por lo tanto, también con la Iglesia, siempre el vínculo con la Iglesia. Me acuerdo una idea que teníamos era, desde ACDE, ir a los seminarios a enseñarles un a los futuros curas qué significa ser empresario, pero empezamos a tener más relaciones. Un poco más frecuentes. Estoy seguro de que había más, pero estas son las que recuerdo ahora y a las que le dedicamos bastante tiempo.
JPSP: ¿Qué huella te hubiese gustado dejar en ACDE como Institución?
AP: Que buena pregunta… A mí me hubiese gustado cumplir, o que se cumpliera en el tiempo, ese sueño que teníamos de que ACDE tuviese 10.000 socios en todo el país. Una de las cosas que yo siempre creí era que ACDE siempre fue muy “Buenos Aires-céntrico”, o sea, muy porteña de San Isidro, digamos, de acá. Y siempre pensé que ACDE tenía que ser mucho más distribuida en todo el país. A ver, me hubiese gustado ver que hoy ACDE tuviese sedes activas en 10 o 15 localidades en el interior, en las capitales mayores, que tuviésemos 10.000 socios. O sea, temas que por distintos motivos no se fueron dando, o no nos convenía, o estaban equivocados, no sé. Pero esa era una huella que a mí me hubiese gustado dejar en aquel momento. Un camino para que ACDE fuese una institución que llegase a más gente. Y esto lo digo porque estoy convencido que ACDE como institución nos ayuda muchísimo a nivel personal, a cada uno de nosotros. En distintos momentos, y yo recuerdo gente que pasó por ACDE que en algún momento estaba muy complicada en su vida como empresario, laboral, y ACDE le daba un ambiente de contención, no quiero decir de ayuda necesariamente, pero se sentía muy como parte de algo lindo. El valor para los socios es muy potente y lo viví en carne propia.
Y creo que es algo que ojalá pudiésemos llegar a 10.000 o a 50.000 empresarios en todo el país. Porque una de las cosas que creo que estoy recordando es que siempre decimos que el empresario tiene que invertir y la primera inversión que tiene que hacer el empresario es en uno mismo. Y ACDE es un excelente lugar para invertir en uno mismo. Entonces, más allá de cursos que hagas, de capacitación, etc., ACDE es un lugar que te llena personalmente. Y esto creo que es algo que no hay que dejarlo para 500 o 300 o 1000, hay que llevarlo a muchos. Pero bueno, esta es tal vez la historia que más me hubiese gustado dejar y que no fue. Hasta ahora tal vez, ojalá…
Tristán Rodríguez Loredo: Alejandro, perdón, volviendo a esto que has dicho, que cuando llegaste lo primero que hiciste por tu “deformación profesional” fue parar la pelota, hacer una foto y después decidir sobre lo que es y no lo que creés que es. Hoy, a casi 20 años de que empezaste tu mandato como presidente, ¿Cuál creés que siguen siendo las fortalezas de ACDE? ¿Cuál creés que siguen siendo aquellas fortalezas de ACDE que son atractivas y valiosas para los empresarios de hoy que están comulgando con estos valores?
AP: A un mundo que cambió mucho también. Como fortaleza de ACDE lo que veo es, en primer lugar, es una institución que cumple 70 años, que se ha mantenido firme en sus valores fundacionales. O sea, los valores que se comparten en ACDE, se comparten en ACDE, punto. Y no hay otro lugar. En otros lugares haces otras cosas. Pero esta es una institución donde el que está es porque quiere comprometerse o está muy comprometido con esos valores. Y por eso el tema de la coherencia de la vida del empresario. Yo creo que eso es algo único, muy único, absolutamente distintivo. Eso es punto número uno. Punto número dos, es una institución que… A ver, donde todos los que se acercan desde una perspectiva de, llamémosla, altruista, no buscando un beneficio propio. Nadie se acerca para hacer relaciones públicas, habrá algunos que sí, pero en realidad los que forman la esencia de ACDE, los que están, los que permanecen, están acá no por beneficio propio desde el punto de vista de negocios o cosas por el estilo, sí por beneficio propio porque te enriquece enormemente. Por eso lo dije hace rato, esto desde una perspectiva bien egoísta. A mí ACDE me sirvió muchísimo. Pero no por negocios, no por promoción personal, sino porque realmente te ayuda a ser mejor. Entonces yo creo que, obviamente esto está muy vinculado a lo primero, no podrías ser coherente con tus valores si aquí dejas que entre la semillita del interés personal. Yo creo que estas son dos características muy claras. Vinculado con esto, después esto se arraiga en personas.
Tenemos la persona de Enrique Shaw, que claramente es un faro que ilumina todo esto. Unas cosas que ha diferenciado, en mi época se hablaba relativamente poco de Enrique Shaw, hoy se habla muchísimo más y eso es un enorme avance gracias al desarrollo de la causa y todo lo que ha pasado. ¡Qué bueno!, porque justamente este es el origen. Y después se va arraigando en personas. Yo creo que una de las cosas más lindas de ACDE es la presencia de gente histórica. Hace 40, 50, tal vez hay alguno que hasta hace 60 años que está en ACDE. Los más antiguos seguramente hay alguno de… Me decían, este estuvo en ACDE Joven y era como mi padre. Mirá, me había olvidado… Qué bueno que me hacés esta pregunta. Porque un tema que también yo potencié muchísimo en mi época fue la de ACDE Joven. Había gente súper potente en ACDE joven en aquel momento. Y le dimos mucha libertad, mucho vuelo. Más allá de lo que hiciesen en cada momento. Para mí uno de los valores justamente es este tema como transgeneracional. Yo cuando asumí la presidencia de ACDE tenía 47 años. Por arriba había gente que tenía 60, 70. Y por abajo había gente que tenía 25, 30. Y nos podíamos sentar alrededor de la mesa. No quiero decir de igual a igual, pero con una sensación de estar como en lo mismo. Que es muy única. Y esto yo creo que para mí es también uno de los valores potentes que siempre ha tenido ACDE. Esta consistencia histórica. Y que las generaciones van entrando y se van sumando. Es como capas que se van sumando. La verdad que eso me parece muy bueno en ACDE.
TRL: Cuando hablabas de Enrique Shaw. La causa que empezó bajo tu mandato. ¿Qué te parece que hoy…?
AP: Perdón, había empezado de antes. Se relanzó en aquel momento. Yo no sé cuáles son los tiempos que faltan, porque eso nunca se sabe. Pero sí que se avanzó mucho.
TRL: ¿Cuál crees que es el modelo de Enrique Shaw? No solo para el socio de ACDE, que escucha hablar mucho de Enrique, sino puertas afuera. Vos hablaste sobre coherencia y hablaste sobre cosas de que solo no se puede hacer mucho. ¿Podría formar parte de un vector, de un driver, para mostrar virtudes o ejemplo de vida? ¿Qué es lo que vos crees que podría ser?
AP: En Enrique Shaw, cuando lo fui conociendo, vi tres cosas. Obviamente la virtuosidad de su vida, fuera de duda que es distintiva. Pero después dos que tienen que ver con lo propio empresarial. Por lo primero es que él será santo de la iglesia. Pero desde el punto de vista dirigencial, dos características que me parece que son ejemplares. Y muy pertinentes para la situación de la Argentina de ahora, también de los últimos años. Una es un empresario comprometido con lo que tiene entre manos. Que va mucho más allá de darle resultados al accionista. Y eso tenemos múltiples ejemplos de cómo él, en determinados momentos, incluso arriesgó su posición personal para defender estrategias o decisiones que protegían a la gente. Que iban por un camino tal vez más difícil pero claramente mejor para muchos. Y eso es lo que suscita el enorme reconocimiento que tuvo como empresario Enrique Shaw en aquel momento. Yo creo que eso, hoy, es lo que estamos viendo. Que hoy hay mayor conciencia social en los empresarios. Hoy se habla mucho más de cuál es el propósito de una determinada organización o empresa. Mientras que antes era ganar plata. Perdón, en ACDE mismo había mucha gente que decía, mira, en realidad el objetivo del empresario es hacer las cosas bien, de manera tal que al final del día la rentabilidad está ahí. Sí, pero no te podés quedar con ese libreto de Milton Friedman. O sea, tenés que meterle mucha más conciencia del impacto que tiene la empresa, de cuáles son las decisiones y cómo esas decisiones impactan a la gente, etc. Y yo creo que Enrique, en ese sentido, es ejemplar. Eso me dice que es algo que hoy probablemente se valora más que en su época. Me parece que, Juampi, si vos ves los buenos empresarios hoy, son tipos que realmente le dedican tiempo a esto y tienen una mayor cercanía al impacto que tiene la empresa. Y esto es algo que Enrique ya en aquel momento lo hacía.
La segunda dimensión, para mí también, me parecía increíble lo que este hombre, a sus 40 años, había logrado hacer en términos de construir instituciones. Él estuvo vinculado no solamente con lo de ACDE, y ACDE fue un vehículo de algo bastante más amplio que se había hecho en aquella época, juntando a muchos empresarios. Pero ACDE participó en la fundación de la Universidad Católica. Y estuvo vinculado a la acción católica. Tuvo una enorme participación en lo institucional. Y eso también me parece mostrar un enorme compromiso con el país, con la sociedad, desde su posición. Yo creo que eso es también muy admirable, muy ejemplar. Entonces, para mí, obviamente, Enrique es ejemplar en estas dos dimensiones, como empresario con conciencia de su empresa, con empresario como dirigente vinculado con la sociedad, y la tercera dimensión, las virtudes cristianas, que bueno, eso es un ejemplo claro, difícilmente imitable por los menos mortales como nosotros.
JPSP: Bueno Ale, muchísimas gracias por tu tiempo. Se agradece mucho, un placer haber conversado con vos.
AP: Bueno, por nada, un placer. Gracias a ustedes por darme la oportunidad de rememorar esa época que, para mí, como les dije, me marcó muchísimo, fue muy linda. Siempre pensé que había hecho al menos un pequeño aporte en la historia de ACDE y lo había podido hacer en la medida en que pude. Así que muchas gracias.