Presidentes de ACDE

Entrevista a Luis M. Bameule – Past President (1987-1990)

Escrito por Portal Empresa
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Entrevistado en noviembre 2021

Juan Pablo Simón Padrós: Muchas gracias de vuelta por este tiempo para poder charlar. Nos interesa mucho conversar con vos, conocer esos momentos en los cuales te tocó presidir ACDE. Arranquemos: contanos, ¿qué te acordás que fueron los principales desafíos que le plantearon a ACDE la coyuntura de cuando te tocó a vos presidir la institución? 

Luis Miguel Bameule

Luis Bameule fue presidente de ACDE entre 1987 y 1990

Luis M. Bameule: Bueno, alguna vez he escuchado a Kovadloff decir que Argentina se tropieza siempre con las mismas piedras, no termina de resolver. Entonces, escarbando un poco en la historia, lo principal que apareció cuando, a fines del ‘86 que te empezás a preparar, te avisan que vas a ser presidente a partir de abril del año que viene. Entonces hay seis meses antes donde te vas metiendo en los temas, donde conviví bastante con el presidente saliente que era Carlos Tramutola, joven también. Creo que Carlos Tramutola debería tener en esa época 40, 41 años y yo tenía 37. 

Yo había empezado con el grupo joven de ACDE en 1972 con motivo del Congreso Mundial de UNIAPAC en Buenos Aires. Presidía ACDE Carlos Dietl y ahí entramos muchos jóvenes que veníamos saliendo de la Universidad Católica (en Administración de Empresas), pero que además teníamos padres involucrados en ACDE. Mi papá había estado, si no en el grupo fundador, se había incorporado hacía poco. Mi padre fue presidente entre el ‘77 y el ‘80. Así que ACDE era un tema que se manejaba, con el cual convivíamos mucho, coincidía con nuestra vocación empresaria, la Fe que teníamos, la necesidad de conciliar empresa, cristianismo, etc. Y a fines del ‘86, época del gobierno de Alfonsín, graves problemas con la economía: deuda externa e inflación muy alta. 

Y lo cierto es que hacia fines del ‘86 se planeaba una visita formal y ordenada, y bien planificada del Papa Juan Pablo II a la Argentina para abril del ‘87, justo el momento del cambio de autoridades. Y en las mesas semanales de ACDE tiramos la idea, no recuerdo si fui yo o quién, de qué pasaría si hubiera un encuentro del Papa con los empresarios. Varios dijeron que era una locura, que no iba a dar ni bolilla, que está todo planificado… Lo primero que hicimos con Carlos Tramutola fue ir a Córdoba a ver a Mons. Primatesta, que era la “Prima Testa” de la Iglesia, y le planteamos que la situación de los empresarios era bastante parecida a la de ahora, poca validación en el país, contexto inflacionario, “la culpa de todo la tienen los empresarios con los precios que ponen”, los controles de precios, época de Mazzorín frente a la Secretaría de Comercio, los sindicatos que tenían su peso, además los sindicatos se oponían al gobierno, porque eran sindicatos más bien peronistas, y los sindicatos peleaban con los empresarios, la relación con la Iglesia era relativamente buena en el sentido de la amistad pero no de la profundidad de los temas con los que había que abordar estas cuestiones. Era un contexto complicado, como te dije antes, bastante parecido a lo que se está viviendo ahora, y se nos ocurre esto y trabajamos esos meses de la transición para organizar la venida del Papa a la Argentina y que hubiera un acto con los empresarios. Eso se logró, hay para escribir todo un libro sobre lo que fue ese acto, pero ese fue un tema fuerte de inicio en un contexto, como decía antes, de altísima inflación, en esos años apareció el plan Primavera, de Sourrouille, todas las cosas duraban poquito tiempo, estallaban poco después, y bueno, desde ACDE la prioridad era tener, por un lado, los empresarios alarmados, fugados, a veces desde el punto de vista de la fuga de capitales, fuga psicológica, desesperación por el día a día de las empresas, controles de precios, necesidad de que la sociedad entendiera bien el rol de la empresa, aclarar que la inflación no la estábamos provocando nosotros, subiendo los precios, que era por lo malo de la película, todos temas que hoy, si te fijás, tienen una enorme actualidad.

Eso era el contexto en ese momento, ACDE tenía que dar mucha contención a empresarios que venían desesperados, una cosa que hicimos rápidamente fue armar varias subcomisiones, una que tenía que ver con temas salarios, que había unas confusiones terribles, de cuándo aplicar, cuándo no aplicar, si había que pagar en negro o no pagar en negro, en ese momento, además el padre Moledo, que era nuestro asesor doctrinal, muy querido por todas las generaciones de ACDE, prácticamente los que lo conocieron, yo lo pude tener hasta la mitad de la presidencia, pero ya el padre Moledo venía diciendo, “miren que me voy, mi edad no da para esto”, él no se sentía ya del todo bien, y él nos recomendó ir a verlo al padre Rafi Braun, a quien algunos conocíamos más que otros, que fue todo un descubrimiento, Rafi, recuerdo que fui con Guillermo Gotelli, el Padre Moledo y uno o dos más a verlo a su casa, y tenía una computadora, año 87, tenía una computadora, no podíamos entender que el tipo estuviera tan tecnificado y la manejaba como los dioses, la verdad que fue toda una experiencia ese cambio. Todo lo que fue el acto del Papa con los empresarios fue un desafío enorme, salió muy bien. Esos eran los temas que estuvieron vigentes en esa presidencia, que estuvo entre el ’87 y el ‘90. 

Imagínate que nos tocó la hiperinflación del ‘89, pedir reuniones urgentes con la Comisión de Justicia y Paz del Episcopado. Recuerdo que Juan Llach junto a Martín Lagos (que había sido vicepresidente del Banco Central) nos vinieron a avisar que se venía la híper. “Bueno -me dije- qué será? En lugar de tener 8% de inflación por mes, tendremos 15%, no sé”, y me dijeron “no, es peor que eso…”. Nos fuimos a ver al presidente de la Pastoral Social en aquel momento, que era Monseñor Laguna, que se quedó medio impresionado, claro. Al principio dijo lo mismo que nosotros, bueno, qué terrible la inflación… nos pidió que fuéramos a la Comisión del Episcopado, que se iba a reunir en unos días a plantearle a los obispos argentinos qué implicaba la hiper, por qué y cómo se salía de. No era tan fácil el tema, el contexto del gobierno radical que se iba desmoronando y que terminó yéndose antes de que terminara su periodo, así que, ese era el contexto. 

JPSP: Qué interesante Luis, está claro en todo lo que estás diciendo que hay mucha similitud del contexto macro con lo que está pasando hoy, déjame preguntarte por el contexto empresario de esos momentos: ¿cómo lo unís, o de alguna forma hay alguna similitud con el contexto actual? ¿Qué diferencias ves?

LMB: Mirá, bastante repetido todo, por ejemplo, la Unión Industrial Argentina por supuesto estaba preocupada por la inflación, era un organismo naturalmente de empresarios, lo mismo la sociedad rural en aquella época era una institución que pesaba, la Cámara de Comercio, y dialogábamos con ellos, pero la visión era, cómo te podría decir, más de sálvese quien pueda, más del momento, cómo zafamos de esta, cómo zafamos del control de precios, cómo cada uno tiene que ir a negociar con el gobierno, alguna cosa, y nosotros estábamos con una visión un poco más larga, nosotros usábamos 4 o 5 argumentos que los  estuve recordando estos días, para poner algo positivo y dialogar hablábamos, bueno, por una vez estamos convencidos en la sociedad argentina que el tema militar no va más, se asume que el sistema político es algo democrático, es algo generalmente aceptado por la sociedad, estábamos a 4 o 5 años de que había terminado el último gobierno militar. Nosotros decíamos que otro valor importante de la sociedad era la familia, que creo que en esos tiempos estaba un poco más firme que ahora. El concepto de familia nos parecía muy básico y un valor fuerte. El tercero era el tema de la libertad, entendíamos que la libertad de emprender, la libertad de circular, la libertad de formarse, la libertad de abrirse al mundo… Argentina es un país sumamente cerrado, lo sigue siendo en alguna medida, pero digamos, vos pensá que en esa época no entraba un auto importado a la Argentina, venían por los diplomáticos, como una muestra de lo que era la cerrazón, digamos. Decíamos que había otros valores que había que afirmar, uno era el tema de instituciones, tanto justicia como educación, el tema de seguridad, pensá que estábamos saliendo hace pocos años de la guerrilla, nosotros, hasta el ‘80 la guerrilla había estado muy activa, el rol de la empresa privada, como un agente de crecimiento, y un estado que fuera subsidiario, palabra ésta “subsidiario” que casi no circula, solidario sí, hasta por demás, subsidiario de menos, y una necesidad de apertura, flexibilización, y una empresa competente y competitiva, eso es lo que usábamos, que la empresa tenía que ser competente, pero también competitiva, tenía que aceptar la competencia, y en este último punto ya teníamos a veces algunas divergencias con algunas entidades empresarias que buscaban como parte del “sálvese quien pueda”, la defensa del trabajo argentino, “hay que proteger todo lo que sea el trabajo de los argentinos, entonces hay que frenar importaciones de esto”, y  creíamos que sí, que tiene que haber un arancel, que puede haber casos muy extremos de competencia desleal, pero que Argentina debía abrirse al mundo porque los países que más crecían eran los más abiertos, y eso era más o menos la temática y las preocupaciones grandes de los empresarios. Nosotros afirmábamos mucho la idea de que en ACDE estábamos empresarios, personas, no empresas, eso sigue siendo en gran medida, y eso sacaba del medio los temas de los problemas más demasiado puntuales de las empresas, y lo dividíamos mucho en comisiones, y otro desafío que hubo fue ir a visitar a las ACDE del interior, porque había estas inquietudes, ya estaban por todo el interior, yo me recuerdo que hemos ido a Bahía Blanca, Rosario, Mendoza, Córdoba, siempre me acuerdo de Pedro Frías, un hombre de Córdoba, en Rosario, Jerónimo Carrillo, Bahía Blanca, los Castagnet, padre e hijos, gente muy preocupada por el tema y que valoraba mucho que desde ACDE los fuéramos a acompañar desde cómo estaban viviendo ellos su realidad. 

JPSP: Luis, ¿cuál crees que es la toma de conciencia del empresariado o del empresario hoy con respecto a aquella época, sobre su rol de dirigente? 

LMB: No sé si ha habido una evolución muy alta, muy grande en todo eso, yo creo que el empresario en Argentina en estos tiempos está agobiado, agobiado por el día a día, porque no hay previsibilidad ninguna, por un lado todo el mundo sabe que hay que exportar, pero por otro lado es un país que aplica brutales impuestos a las exportaciones, si tiene un cepo cambiario, por ejemplo, entonces estas cosas al empresario lo agobian, el poder del sindicalismo mal entendido, que en muchos casos también aparece, entonces cuando vos estás muy agobiado por el corto se te hace muy difícil el largo, y siempre recuerdo a algunos de los socios que decían que la ida del empresario era primero turística, conocer otra realidad, después venía una especie de agobio local, había una migración media psicológica, después iban los capitales, y al final se puede ir el empresario, en esa época no se iban los empresarios, prácticamente el empresario asumía que la Argentina era el país donde está todo por hacer, y por lo tanto no había que irse, había que convencer a los gobiernos de que se tenía que poder emprender, si yo veo una diferencia hoy es que la fuga no es sólo psicológica o no es sólo de capitales, empieza a haber fuga física, lo cual es tremendo, pero bueno, es uno de nuestros grandes temas.

JPSP: Metámonos ahora más en aspectos internos en esa época. ¿Cuáles fueron tus mayores aprendizajes como presidente de ACDE durante esos años? 

LMB: Siempre me acuerdo una frase que mi director espiritual era, y gracias a Dios sigue siendo Jorge Casaretto, yo empecé con él cuando él era cura recién ordenado y nosotros éramos estudiantes universitarios en la Catedral de San Isidro. Él me casó y celebró nuestras bodas de oro hace pocos meses, así que imagínate la relación. Un gran aprendizaje fue que la gente quiere hablar con el presidente, no le interesa que “te va a recibir el secretario del…” no, no, no, “¡que venga el presidente!”. Eso hace que cuando te toca un período de presidente en ACDE te absorbe mucho, vos Juan Pablo lo habrás vivido quizás también, que fuiste presidente, lo hemos comentado muchas veces, uno quiere delegar y necesita delegar, incluso hay algunos que hacen las cosas mejor que uno, son diversos temas, pero cuando a vos te dicen, “vengan a hablar a un grupo empresario del interior que queremos escuchar la voz de ustedes”, entonces cuando le decís “justo estoy viajando en ese momento, pero podría ir seguramente uno del consejo directivo”, “no, no, yo quiero que venga el presidente!” no es por el caso de Luis Bamuele… ¿eh?, no es por eso, el presidencialismo nuestro es una de las cosas que a mí me marcó. La segunda es que un rol grande, en ACDE esperan mucho de adentro hacia afuera, comunicación al exterior, etc., pero el tema interior es muy fuerte. La necesidad de contención, la necesidad de la charla en grupo, la posibilidad de expresarse internamente con un tipo que tiene problemas parecidos a los míos, todo eso mueve mucho. Acordate que en la época nuestra no había Zoom, no había nada, era pura presencialidad, era todo. Gente que decía que estaba trabajando en Lomas de Zamora, otro en Avellaneda… Las reuniones en ACDE eran diarias, intensas, grupos de 15 o 20, y acordémonos, por ejemplo, que en aquella época los encuentros de San Miguel, una vez al año, que eran de tres días completos, viviendo en el lugar. Hoy esas cosas no se imaginan. Nosotros nos encerrábamos un jueves a la tarde en San Miguel, me acuerdo duró muchos años, y terminábamos el sábado a la tarde con una misa, muy intenso, además muy aislado, porque te imaginás las comunicaciones no eran buenas en esa época, los teléfonos en Argentina empezaron a funcionar en la década del ‘90, no a fines de los ‘80. Así que no tenías… de golpe, tenías una cola para ir a hablar al único teléfono que había donde nos reuníamos en San Miguel para cambiar alguna idea con la empresa, porque podías tener algún lío, pero eso del teléfono propio, olvídalo. Y era lo que nos tocaba, pero había mucha presencialidad, y lo otro eran las reuniones que había que preparar con los contactos que había con las otras instituciones, nos tocaba la UIA, o nos tocaba el Episcopado, o nos tocaba ir a un acto del interior, y siempre esto de la presencialidad jugaba, porque uno terminaba queriendo hablar con el gobernador de la provincia, o con el capo de los bancos, o del diario del lugar. Llegabas a Bahía Blanca y a la media hora tenías el diario Nueva Provincia, y te mandaban tres periodistas que te volvían loco, eso funcionaba así, los diarios eran el medio de comunicación, un poco la radio, y lo de hoy, el Whatsapp y todo eso, no existía ni por asomo. Otro tema que se agregó en nuestro tiempo fue lo internacional, en relación con UNIAPAC, en aquel momento con sus cuarteles de Bruselas (que después las sede pasó a París), pero imaginate que no se podía hacer un Zoom, por lo tanto, cada tanto había que encontrarse, viajar, quedarse 3 o 4 días, ir a reuniones, era un desafío bastante absorbente. 

JPSP: De todo ese desafío, pensando en los socios colaboradores que recordás especialmente en esa presidencia, ¿quiénes te ayudaron? 

LMB: Había un secretario que estaba desde el primer momento, Américo Monterroso que si no me equivoco vive, debe tener hoy casi 100 años, que además venía de chico trabajando con el padre Moledo, todo ese grupo venía de la Acción Católica de los años ‘40, ’50. Américo Monterroso sabía todo, redactaba, era taquígrafo del Congreso, tomaba notas, (no se grababa nada), con una enorme capacidad de redacción; la revista Empresa casi la manejaba él, veía la mayoría de los artículos y casi todos los había resumido él mismo; tiraba ideas en las reuniones, era un secretario muy activo y escuchaba a mucha gente también y trasladaba al presidente y al consejo directivo las inquietudes. Había una preocupación con el tema de la crisis, la gente no sabe cómo manejarse, quieren clausurar el negocio por el tema de los precios, ¿qué podemos hacer?, ¿qué podemos decir? Ya mencioné al padre Moledo y en mi presidencia el pase de la posta al padre Braun, después recuerdo con muchísimo cariño y todo lo que me ayudó Mariano Bravo. En su momento era un grupo de una edad que andaba por los 40 años. El presidente saliente, Carlos Tramutola, fue muy generoso en toda la transmisión y yo venía de una empresa muy familiar en crecimiento, pero chica todavía. Carlos estaba en Techint y era un enorme dirigente empresario. También me acompañó mucho Eduardo Casabal, que después continuó en la presidencia. 

En aquella época teníamos separado de ACDE lo que se llamaba el CEDE, el Centro de Estudios de la Empresa, que llevaba todo lo que eran temas de formación, cursos, trabajo de comisiones, etc. Era así porque ese CEDE, estaba de alguna manera financiado por la Fundación Adenauer, perteneciente al Partido Demócrata Cristiano de Alemania, y quería promover las empresas con valores cristianos. Recuerdo que en algún momento tuvimos toda una discusión porque dijeron: “bueno, seguimos ayudando a una entidad de un país que es enormemente rico, pero nunca termina de despegar, y que esto es un problema de ustedes no nuestro… ustedes no son un país tan pobre…”. Y tenían razón, pero bueno, eso nos ayudó mucho a traer gente de gran nivel del exterior y también que se nos escuche afuera, a través de la Fundación Adenauer. Imagínate que ahora está la Naumann, que representa al Partido Socialista de Alemania, eso nos ayudó mucho. Después teníamos dentro de subgrupos o subcomisiones, alguien que ayudó muchísimo, hasta que falleció muy joven, fue Alejandro Politzer. Alejandro tenía mi edad, venía también del Grupo Joven, del mundo de los seguros, y de una empresa familiar. En el acto del Papa con los empresarios fue el gran contacto con el resto de las instituciones. Todo el mundo pedía entradas y teníamos 8.000 lugares. En Argentina había un temor enorme con ese acto, porque decían que iba a ser un fracaso, “¿cuántos empresarios iban a juntar estos tipos: 50, 100, 200, y quién iba a venir, Amalita Fortabat, Franco Macri?” Nosotros decíamos que los empresarios eran los dueños de un comercio, el tipo que tiene un autoservicio, “Estos son empresarios, ellos tienen que crecer”, argumentábamos… y nos rechazaron cuando le dijimos que lo íbamos a hacer ¡en el Luna Park!… estaban desesperados! Bueno, quedaron 2.000 afuera, y las mujeres de muchos de nosotros que no pudieron entrar y tener en cuenta que entraron muchas mujeres, pero la condición que teníamos que poner es que fueran emprendedoras, que fueran empresarias, y tuvimos que dar el ejemplo en ese sentido, y ninguna de nuestras mujeres pudo entrar a ese acto. ¡lo vieron por televisión! ¡hoy en día seríamos acusados por discriminación! Algo que lamentamos muchísimo, pero había un montón de mujeres, que, por ejemplo, eran emprendedoras, y ese acto fue sumamente importante. Algo derivado de ese acto fue el inicio de un diálogo Iglesia-empresa que desarrollamos con la ayuda de Alejandro Pollitzer, el que falleció un año después, cuando tenía 39 años, un desperdicio. Pero bueno, empezamos, en el marco de dicho diálogo, a visitar todos los seminarios de Argentina para hablarles del rol de la empresa, la generación de trabajo y la dignificación del trabajo de verdad. Había una idea formada: el empresario es un rico y el rico lo que tiene que hacer es largar algo y compartir más, que yo no digo que esté mal, pero no es lo básico. Tuvimos muchas reuniones con comisiones, con grupos de obispos, muchas, la Iglesia designó, por esos tiempos a Monseñor Galán, que era arzobispo de La Plata, para que asistiera a las reuniones de ACDE, además de nuestro asesor doctrinal. Hubo avances en ese sentido, no todos los que uno hubiera querido, pero una derivada de ese encuentro fue todo ese contacto con seminaristas, obispos y curas, que ayudaron en su momento a mejorar algo, un diálogo que nunca termina de concretarse para mí como debiera.

TRL: Justamente por eso comentamos que el acto del Luna Park fue un hito para ACDE y pasó casi hace 35 años. Vos hablabas sobre cosas que no pudieron completarse. Evidentemente, el escenario cambió mucho… pero ¿qué comentarios tenés para hacer al respecto? ¿Qué cosas te gustaba que hubieran evolucionado de una manera diferente? ¿Y cuál querés que sea el rol de ACDE o del empresario, socio de ACDE, para poder retomar este camino? 

LMB: Mirá, un tema muy fuerte es que te lleve el tiempo que te lleve, que te absorba todo permanentemente tu empresa… no podés dejar de trabajar puertas afuera. Vos tenés que estar, al menos en un país como el nuestro, poniendo la cara afuera de la empresa todo el tiempo, institucionalmente, dialogando con otros, el tema de los políticos es una cosa terrible porque hay una distancia enorme… no se comprende bien el rol, a veces se hace a propósito… “echémosle la culpa de los precios”, si no hay empleo, es “porque los empresarios no invierten”. Pero todo esto necesita mostrarse. Nosotros hacíamos a veces algunas encuestas y preguntábamos qué empresario conocían a chicos jóvenes. Te hablaban de Tinelli y Macri (Franco), esas eran las dos respuestas. Te estoy hablando de los años ‘90, en los inicios de Tinelli cuando era boom en la televisión. La gente asimilaba, no sabía, no era capaz de nombrarte cinco empresarios que conocieran. Muchas entidades ponían al frente no a un empresario, ponían un gerente, por si acaso alguien decía algo fuerte y el Estado entra en la persecución, o me mandan una inspección de la AFIP… Y estas cosas veo que todavía siguen. Fíjense que la Unión Industrial Argentina está presidida por, digamos, un experto en relaciones laborales, Funes de Rioja. ¿No? La Asociación Empresaria Argentina (AEA) está Jaime Campos hace unos cuantos años, pero hace muchos años tenía que ser un empresario. No le doy menos valor a las personas. Lo que quiero decir es que hay mucho temor a exponerse. Mucho temor para exponerse. Y hay que, para poder exponerse, además de estar limpio, digamos, hay que formarse, porque hay que saber, hay que aprender a comunicar, hay que aprender a responderle a un periodista que te tira algo fuerte, y, claro, “muchos servicios”, “yo no tengo tiempo”, “yo no sirvo para eso”, “no es lo mío”, en alguna medida tienen razón, pero nadie aprecia lo que no conoce. Y a veces hacen falta los testimonios. Me parece que las últimas generaciones empezaron a aparecer algunos más, pero a muy en el último tiempo, no sé, uno que se me viene así rápido a la cabeza es Gustavo Lázzari, que es un empresario mediano y que va a la televisión, dice lo que piensa… bueno, haría falta mucho de eso, o mucho más. Y no tanto con los medios de comunicación, sino también en diálogo con otras instituciones, la justicia, los educadores, las universidades, tener que asumir y decir, bueno, voy a tomar una cátedra de algo…  porque la vivencia del empresario es tan importante como la teoría de la cuestión. Esa es una de las cosas que a mí me queda como una especie de materia pendiente de esa época y que sigue, ¿no?

JPSP: ¿Qué huella te hubiese gustado haber dejado en ACDE como presidente de la institución? 

LMB: ¿Dentro de la institución? Me hubiera gustado dejar marcada la necesidad de una formación permanente, pero cuando digo formación, no estoy hablando de lo técnico, estoy hablando de la formación completa. Del tema de la espiritualidad bien entendida. ¿No? No del misticismo, porque sí, sino de la de la compartida, digamos, de la escucha, de la comprensión, de la necesidad de dejarse interpelar, por el Señor y por los otros. Y a veces, organizar silencios. ¿No? Es decir, organizar silencios, porque estamos desbordados de ruido, de corto plazo, del Zoom, de teléfono, de esto y lo otro… y la verdad es que, de vez en cuando hacíamos retiros y se siguen haciendo retiros, y yo veo que eso es muy bueno, pero no puede ser sólo una vez al año por tres días. Tenés que tener alguna gimnasia en esto que nos ayude a digamos, a poder manejar tantos platitos que están en el aire al mismo tiempo. 

JPSP: Qué bueno, Luis. Bueno, muchísimas gracias. La verdad que supercompleto. Gracias nuevamente por participar de este ciclo. Te agradecemos mucho desde el portal empresa también. Seguimos muy en contacto. 

LMB: Hay una última cosa que no quería dejar de mencionar, cuando me mencionaste algunos que recordara. A dos personas que me ayudaron muchísimo en ese tiempo, una fue David Bertagni, que estuvo a cargo del CEDE, era una enorme tranquilidad saber que con él jugábamos como de memoria en los temas. ¿Viste? Había una complementación muy muy grande, y sin ser, creo, que socios de ACDE, dos personas que colaboraron muchísimo en ese momento era, uno fue Carlos Floria. Carlos Floria nos daba una visión política de las cosas y de los temas, muy fuerte y, por último, Juan Llach, a quien sigo viendo con mucha frecuencia. Obviamente, ni hablar de Rafi Braun, pero vos me preguntabas por socios o gente que tiene en su momento fue un enorme aporte son estas personas… y un último que me acuerdo también es de Abdón Lizaso Bilbao, que falleció hace poco tiempo, pero que con todo lo que era el frente agropecuario y el interior nos ayudó nos ayudó muchísimo. Y nuestros padres o los socios mayores, que tuvieron una enorme apertura hacia los jóvenes que veníamos entrando. Hoy las entidades no le dan lugar así nomás a que sea presidente una persona joven, un mocoso… y desde el inicio, en ACDE se hizo con enorme confianza, como fue el grupo de Hernando Campos Menéndez. El hecho de la duración máxima de tres años para la presidencia ojalá no lo perdamos nunca en ACDE, porque ayuda a que descubramos dirigentes nuevos, los formemos de alguna manera y así haya espacio para que otros quieran asumir un compromiso y otros quieran acercarse. Eso es todo. 

JPSP: Muchas gracias, de vuelta. 

LMB: No, por favor, un placer. Gracias a ustedes. Lo pase muy bien. Nos vemos en cualquier momento.

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