Este febrero de 2023 estaba volviendo de vacaciones en un barco desde Uruguay hacia la Argentina. Recorriendo las zonas comunes, vi una imagen del Papa Francisco y noté que llevaba una cruz plateada en su pecho llamada pectoral. Esta situación me inspiro a escribir esta nota en torno a los 10 años de su pontificado.
La cruz pectoral del Papa Francisco me hizo pensar en la familia cristiana dispersa por el mundo. En el fondo se ve un rebaño de ovejas que, si bien están en torno a Jesús, miran en distintas direcciones. En el centro, Jesús buen pastor cargando sobre sí a la oveja que se había extraviado. En la parte superior, el Espíritu Santo desciende sobre las ovejas.
¿Cómo estamos como familia?
La imagen de las ovejas me hizo pensar en una familia que busca seguir a Jesús, pero que también parece mirar hacia muchos lugares. En el capítulo 17 del Evangelio de San Juan se relata como Jesús reza por nosotros: Jesús pide al Padre que nosotros seamos uno en Él, para que el mundo crea.
Hace un tiempo me puse a pensar en los destinos de los viajes apostólicos del Papa Francisco. Menciono los últimos: República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Baréin y Kazajistán. ¿Qué es lo que haces cuando realmente querés acercarte mucho a tu familia? Los vas a ver, se reúnen; una llamada o un mail son insuficientes.
Estos meses fui a Misa a distintas parroquias a las que nunca había ido. En cada parroquia me encontré con que durante Misa también había una breve mención y saludo a personas que cumplían años ese día. En dos casos era al sacerdote que celebraba y en otro a un monaguillo en recuperación de la adicción a las drogas. Me llamó la atención el saludar por el cumpleaños. En una entrevista se pregunta el Papa Benedicto XVI: “¿Qué te da la fe?”. Y contesta: “La fe te da una familia”. La fe es un acto de convocación, de unificación, dice Benedicto.
A veces no es un tema de geografía o de recorrer grandes distancias. El año pasado fui a charlar con un ministro de la Iglesia presbiteriana. Quería conocerlos, visitar su templo, aprender de su tradición. Pocos meses después caminando por la Quinta Avenida en Nueva York, vi una Iglesia que nunca había visto antes: la de la Iglesia Presbiteriana de la Quinta Avenida. Había caminado varias veces por esa avenida, paseando o en camino a la Catedral Católica de San Patricio, pero nunca había notado esa Iglesia Presbiteriana. Al verla, me alegré y sonreí. Es que somos familia.
¿Qué es estar unidos? Me pregunto si es necesario pensar lo mismo sobre ciertos temas o simplemente se comienza con estar unos al lado de los otros. El solo acto de acercarnos nos une, unidos en Cristo el mundo cree.
Tomar de la mano
Haciendo zoom sobre el pectoral del Papa Francisco se ve la imagen de Jesús buen pastor cargando a una oveja, se ve que Jesús la ase de las patas para tenerla cerca. Podríamos decir que Jesús la toma de la mano. En el primer milagro de curación que se narra en los Hechos de los apóstoles se relata que Pedro le dice a un paralitico, invocando el nombre de Jesús: “levántate y camina”. Luego lo toma de la mano.
Volviendo a las vacaciones con que inicia esta nota, pasamos el último día en la playa. En un momento dado, me meto al mar y me acerco adonde estaba mi hija. Era una zona poco profunda con el agua llegando hasta la cintura. Cerca la veo a Roxana, una persona de confianza que nos acompañaba en el viaje, y me acerco a charlar. Al rato, Roxana me pregunta cómo es eso de “sumergirse” en el mar. Al ver mi cara de desorientación, me dice que nunca había sumergido la cabeza debajo del agua en el mar y que tenía miedo de hacerlo. Le dije que no tenía sentido el miedo ya que estábamos en una zona poco profunda: solo tenía que sentarse y luego volverse a parar. Pero Roxana no se animaba. Así que la tomé de la mano y ahí mismo ella se animó a doblar las rodillas, sumergirse por primera vez en el mar y levantarse.
Solo sí estamos cerca nos podemos tomar de la mano. El solo acto de tomarnos de la mano nos da fuerza, nos anima. Tomarnos de la mano nos une, unidos en Cristo el mundo cree.
IHS miserando atque eligendo
El escudo del Papa Francisco tiene 4 palabras. Si las leemos de corrido se lee: “IHS miserando atque eligendo” que traducido es: “Jesucristo lo miró con amor y lo eligió”.
La frase “miserando atque eligendo” no es una frase del Evangelio, sino de una homilía de un monje llamado Beda. La frase hace referencia a la mirada de Jesús al llamar a Mateo, un publicano que recaudaba impuestos para el imperio romano. Al describir la situación en la cual es llamado por Jesús, el evangelista Mateo utiliza un lenguaje sucinto sin hacer referencia a su propia experiencia. Mateo relata que Jesús le dice: “Sígueme” y que él mismo se levanta y lo sigue. “Sígueme” quiere decir «Imítame». Jesús le dice «Sígueme», pero no solo con tus pasos, sino con tu forma de actuar. Porque quien dice que está siempre en Cristo, debe andar de continuo como Él anduvo.
Al pensar en la paloma del pectoral que simboliza al Espíritu Santo, me vino a la memoria que el Espíritu Santo no crea, sino que enseña y recuerda. Me resonó esta idea de “recordar”. Quizás ahí tengamos algo que nunca debemos olvidar como cristianos: Jesucristo nos mira con amor y nos elige.
Jesucristo nos elige como su familia para que lo imitemos…y así el mundo crea.
Gracias Ignacio!! El milagro ya estaba hecho en el cielo, luego en el corazón de Pedro, pero no fue hasta que lo miró y lo tomo de la mano que se produjo en el paralitico. Excelente reflexión ! gracias