Una celebración inspiradora
1Llegar a la Basílica del Pilar el 27 de agosto pasado a la tarde, para asistir a la ceremonia de traslado de los restos del Venerable Siervo de Dios Enrique Shaw a los pies de la Virgen de Luján en dicha basílica y que ya estuviera atiborrada de gente, me impactó mucho.
¡Como quería participar y disfrutar de esta celebración, que además sumaba la primera conmemoración del Día Nacional de la Comunidad Empresarial, me hice paso entre la gente mientras un coro maravilloso de jóvenes cantaba de una manera muy especial! Se traslucía el extraordinario espíritu de fe y de unidad que pregonaba Enrique Shaw, y que daba sentido a la ocasión, la felicidad de hermanos que se reencuentran entre ellos y con su Padre Dios.
Adelante del altar, donde había niños, jóvenes, adultos, obispos, sacerdotes, empresarios, familiares, miembros de ACDE, de la armada, religiosas, entre mucha gente, se palpitaba el espíritu común entre todos: la alegría cristiana, la de descentrarse de uno mismo y poner a Jesús en el centro.
El arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, fue quien presidió la misa concelebrada. Su sentida y profunda homilía no pudo ser más inspiradora, y comenzó con el interrogante ¿Qué significa la vida y el testimonio de Enrique Shaw para nosotros en nuestra Argentina 2023?
Para responder a ello citó los consejos del empresario católico sobre la necesidad del desapego del yo personal y del yo social, no imponiendo sus propias ideas o las de un grupo. También enfatizó la vigencia actual de este pensamiento en una sociedad donde no se toleran otras opiniones, se quiere convencer al otro si piensa distinto, y se dan luchas de intereses propios y sectarios por encima del bien común. La esperanza de el que ese desapego del propio yo sea uno de los caminos a recorrer para recuperar nuestra identidad como argentinos y superar todas las grietas, o heridas (como las llama el prelado), fue una manifestación ferviente de un anhelo compartido.
Otra reflexión de Enrique a la que hizo referencia expresaba: “hoy en nuestro país, muchos de los dirigentes de empresas se sienten solos, incomprendidos”. No se les escapa que ningún dirigente sindical quiera, ni siquiera acepta, hablar a solas con él por miedo “a comprometerse”. Shaw habla de cortina o de una barrera entre las personas, hoy nosotros hablamos de grieta, manifestaba Garcia Cuerva. Y agregaba, “prefiero llamarla ‘herida’ porque duele y sangra en las entrañas del pueblo”, todo parece dividirnos, alejarnos, romper el proyecto de hermandad de Dios para con nosotros.
Qué terrible actualidad tiene el sueño del encuentro del “empresario con sangre obrera” que afirmaba: “si nosotros todos, nos unimos podremos trabajar para que todos seamos realmente felices”.
Finalizada la misa, los restos de Shaw fueron trasladados hasta uno de los altares laterales del templo del Pilar (donde el empresario solía rezar junto a su familia), a los pies de la Patrona de la Argentina.
Lo que se vivió el pasado domingo fue una fiesta, una verdadera fiesta para Dios, para el cielo, para todos los que estábamos presentes, me sentí conmovida y emocionada. Lo que escuché tiene mucho que ver con la vida actual que es también una realidad humana que me hizo mirarme hacia adentro, fue realmente un camino al corazón.
¡Finalmente, la salida también fue de júbilo! Monseñor Garcia Cuerva que ya se encontraba en el patio de adelante, muy animado por la gran solicitud de fotos que él mismo sacaba con el modo selfie, estuvo siempre sonriente y con una amabilidad increíble. ¡Sentí que Enrique Shaw también estaba allí presente! Y recordé cuando él escribía: “Quiero tener la cara alegre, simpática, cordial, más aún, amistosa. Recordar lo importante que es cuidar la sensibilidad y el modo… saber reír…”
