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Obispos y empresarios juntos

Escrito por Daniel Díaz
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Del 9 al 11 de noviembre pasado se realizó en Brasilia el XV Simposio organizado por el CELAM (Conferencia Episcopal de Latinoamérica y el Caribe) y UNIAPAC Latinoamericana. El título bajo el que fue convocado este encuentro fue “Obispos y empresarios, juntos ante los desafíos de América Latina”. Por parte de nuestro país y en representación de ACDE participaron Silvia Bulla, Ana Pico, María Elena Casasnovas y Luis Bameule (h) y me invitaron a acompañarlos como asesor. El “costo” del que debería hacerme cargo -me enteré allí mismo – sería… estas líneas. Más allá de la broma, quisiera transmitirles algo de esta enriquecedora experiencia que allí vivimos.

Juntos

En primer lugar, me detengo en el “juntos” del título. Todo encuentro humano tiene una enorme potencialidad. Cuando los convocados expresan una gran diversidad y al mismo tiempo existe una valoración mutua, la posibilidad comienza a hacerse realidad. No siempre es fácil el encuentro entre obispos y empresarios. En nuestro país suele estar marcado por prejuicios que en muchas ocasiones impiden un contacto que es absolutamente necesario. La gente de fe del mundo de la empresa necesita de sus pastores, así como los pastores precisan de sus conocimientos y aportes en sus ámbitos específicos y de su presencia en la evangelización de esos espacios.

La primera experiencia que traigo de Brasilia es la alegría de haber visto a Obispos oriundos de Brasil, Perú, Chile y Uruguay, tomarse unos días en sus apretadas agendas para encontrarse con los empresarios cristianos de sus propios países y de varios otros (Paraguay, Ecuador, Colombia e invitados europeos y africanos). Me animó el verlos sentados a las mismas mesas, reflexionando unidos, buscando en comunión caminos para las complejas circunstancias que atraviesan nuestras sociedades. Lamentablemente en la Argentina este encuentro coincidió con la Asamblea Plenaria de Obispos y ninguno pudo acompañarnos. Tengo confianza en que la próxima vez algunos de ellos podrán participar de estos espacios e incluso que en algún momento se podrá replicar localmente lo realizado en Brasil.

La invitación inicial

En la presentación inicial, el punto de partida fueron las palabras grabadas por el Papa Francisco, invitando a hacer del Padre Dios el patrono de la actividad empresaria y destacando la invitación a crecer en la creatividad sin tener miedo de vivir esta noble vocación. A ellas se sumaron luego las de los distintos responsables de UNIAPAC en Brasilia, Brasil, Latinoamérica y el mundo, dándonos la bienvenida e invitando al diálogo franco y fraterno en escucha mutua, que derribando muros dejara los diagnósticos atrás para buscar soluciones que traigan desarrollo y conquisten la paz. 

Bruno Bobone describió a UNIAPAC, a la que preside a nivel mundial, como “la pasión de vivir los valores de Cristo en la empresa”, y llamó a todos a vivir este tiempo de mayor atención a los ESG (Environmental – Sustentability – Gobernance, es decir medio ambiente, sostenibilidad y gobernanza) como una ventana donde pueda florecer la Doctrina Social de la Iglesia, donde el hombre sea el centro y donde trabajemos en unión con quienes tienen nuestras mismas preocupaciones y con el apoyo de la Iglesia y los obispos.

Dom Paulo Cezar, Obispo de Brasilia, llamó a poner en el centro al hombre y no al lucro, reconociendo que hay muchos empresarios que tienen esta visión y que es necesario que den su testimonio, se ayuden a decidir siempre el bien y a construir un mundo a la altura del hombre mediante los pequeños o grandes proyectos que salgan del encuentro. A su vez Dom Jaime Spengler, presidente del CELAM y de la Conferencia episcopal del Brasil, ante las muchas imágenes de María que en un signo fueron presentadas por cada país presente, animó a reconocer en la Virgen los rasgos de todo rostro humano. Alentó en este contexto de mudanza de época a cuidar la propia intimidad y equilibrio de vida, para trabajar unidos y en cooperación por nuestra casa común con coraje, osadía y fe.

El trabajo sinodal

La tarea se realizó bajo la metodología de la “Conversación Espiritual”, que tal como se hizo en la primera parte del Sínodo sobre la Sinodalidad, realizada en Roma este año, nos propone discernir lo que Dios nos está pidiendo en el presente y con vistas al futuro. Es una conversación en el Espíritu, no un debate. Es mucho más que un modo práctico de solucionar problemas. Su centro es la escucha del otro, sumada al silencio que permite internalizar las distintas miradas y reconocer una diversidad que nos puede enriquecer. Cuando somos capaces de escuchar activamente sin juzgar, Dios indefectiblemente nos guía para descubrir su voluntad.

En la práctica, nos sentamos a unas doce mesas de unas diez personas, mezclándonos en nuestras diferencias de origen y vocación. Cada una había contado previamente con las preguntas centrales a tratar ese día para poder reflexionarlas y rezarlas. Luego de una iluminación sobre el tema en cuestión que hacían un obispo y un empresario, se daba entonces en cada grupo, dos minutos para compartir el aporte personal, sin interrupciones. Al terminar, pasado un silencio breve, se iniciaba una segunda ronda en la que la tarea era compartir con los demás ¿qué sentí? o ¿qué se movió en mí? a partir de los escuchado de los otros, fuera en acuerdo o en desacuerdo. El tercer paso era un diálogo abierto donde se trataba de descubrir lo común, identificando allí la voz del Espíritu. Todo culminaba con una acción de Gracias.

Siguiendo esta metodología, el primer momento se refirió a los desafíos eclesiales y empresariales que atraviesa nuestra América Latina. El segundo momento nos llevó a una pregunta frente a estos desafíos, que nos invitó a ir más allá: ¿Qué podemos hacer juntos Iglesia y empresas? La reflexión se fue encadenando y se trató una nueva pregunta: ¿Cómo podemos reconstruir juntos el tejido social? La puesta en común de los distintos grupos estuvo cargada de mucha riqueza, de gran diversidad y, lo más importante, también de coincidencias que quedaron plasmadas en la Declaración final.

Lo que nos trajimos

Resuena en mí la voz de un muy joven empresario brasileño que nos cuestionaba: “¿Cuándo fue la última vez que vimos a dos titanes unirse no por beneficio propio sino por un propósito compartido?” Con entusiasmo compartía su sueño para América latina: “Que la justicia y la paz sean la norma y no la excepción”. Frente a él, mesas redondas expresaban el deseo de los líderes presentes, eclesiales y empresarios, de reunirse en igualdad, humildad y disponibilidad para descubrir las chispas del Espíritu, y las huellas que Él nos permitía descubrir en lo que los demás aportaban. Estoy seguro de que Dios nos quiere decididos a lograr un diálogo corajudo y persistente que aborde los problemas de la institucionalidad y de la creación y distribución de la riqueza fuimos avanzando hacia el documento final.

De nuestra charla más íntima entre los argentinos presentes, nos traemos de Brasilia el deseo de generar confianza con nuestros obispos y de dar todos los pasos necesarios para trabajar juntos en nuestra bendita Argentina. Nos traemos también la Declaración Final del XV Simposio que les invito a leer aquí donde quedaron plasmados los desafíos, las certezas, los compromisos y las propuestas que empresarios y obispos de América Latina pudimos discernir en común y tenemos la esperanza de trabajar juntos.

Sobre el autor

Daniel Díaz

Sacerdote de la diócesis de San Isidro. Asesor doctrinal de ACDE.

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