Editorial

Una bandera

Escrito por Consejo Editorial
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El ego es un elemento muy negativo en un líder que pretende liderar”

Hugo Krajnc, presidente del 26° Encuentro Anual de ACDE

Creemos oportuno aprovechar este espacio para compartir con nuestros lectores, que sabemos lo son de una variedad geográfica de toda la región de habla hispana, algunas reflexiones que nos surgen tras el desarrollo del evento anual de ACDE que este año tuvo como lema Un liderazgo para el bien común.

Nuestro diccionario define el término liderazgo como la “condición de líder” y al líder como “la persona que dirige o conduce un partido político o grupo social u otra colectividad”. El concepto es claro y preciso, pero admite diversas maneras de ejercer esa dirección o conducción tal como lo pone en evidencia nuestra propia historia común.

Como partes integrantes de una vasta colonia de la corona española, convivieron en nuestro espacio el ejercicio del liderazgo basado en una autoridad formal y vertical piramidal y asentado en una marcada estratificación social que también se manifestaba en la organización original de las poblaciones conquistadas. Lograda la independencia, parecen subsistir aún las raíces de esa clase de liderazgo y nuestra región se ha caracterizado por la vigencia de muchas experiencias autoritarias en estos dos siglos de vida independiente. Este tipo de liderazgo no nos ha conducido a un mayor progreso económico y social, sino, como ya hemos comentado y compartido en estas líneas, nuestro continente ha mostrado no sólo un rezago de crecimiento y desarrollo económico, sino que también evidencia índices de desigualdad mayor al de otras regiones del globo.

Aun así, el ejercicio del liderazgo ha experimentado profundos cambios tanto a nivel global como en nuestra propia región en las últimas décadas, tal como lo pone en evidencia la experiencia y los estudios y análisis realizados. Todavía a mediados del siglo y fines del siglo pasado se mantenía vigente una concepción del liderazgo fundamentado en el orden y el mando, en el carácter carismático de la persona en el ejercicio del poder. Personalismo y paternalismo resultan características inherentes de estos regímenes que suelen combinar el autoritarismo con el populismo. El avance tecnológico con la diseminación y accesibilidad a la información y el conocimiento desafía esta concepción que se mantiene vigente en muchos países y regiones del planeta. 

Puestas las cosas así resultó muy ilustrativo y esperanzador escuchar las palabras de diferentes líderes tanto del ámbito empresario como de las organizaciones sociales que manifestaron no sólo con sus palabras sino fundamentalmente con su testimonio un cambio de paradigma en el ejercicio del liderazgo. Dejando atrás el enfoque utilitarista y dando paso a una creciente responsabilidad humana y de sentido comunitario en el ejercicio de la dirigencia empresarial. Ya no como un discurso de orden moral sino como resultado de la convicción de que la empresa está conformada por personas superando la fría distinción entre trabajadores y dirigentes. Es una comunidad de personas que desarrolla sus actividades en una comunidad social. Los paneles resultaron punto de encuentro entre líderes de organizaciones sociales sorprendidos por esta nueva visión que se exteriorizó en las presentaciones de los empresarios convocados.  A su vez los líderes sociales permitieron ampliar la mirada de nuestra realidad al compartir sus experiencias con los sectores más vulnerables.

Como prueba de ello también resultó esclarecedor las palabras escogidas por el público presente, conformado por dirigentes de empresas y profesionales, que al responder a una encuesta sobre las características que debía reunir un líder en la actualidad respondieron en forma coincidente con algunos términos que de por sí ponen en evidencia estos cambios: empatía, humildad, confianza, integridad, decisión. Vale la pena detenerse a pensar en el significado de cada una de estas palabras que se alejan ampliamente del concepto del individualismo egoísta y del orgullo del exitismo, sino que más bien convergen hacia el ideal del genuino amor al prójimo, que es la esencia del mensaje cristiano y de nuestra Fe.

De qué manera este cambio de concepción puede materializarse en la organización política y social de nuestros países, muchas veces agobiados por una concentración del poder que facilita la corrupción y el populismo, es todavía una pregunta por responder. Pero no cabe ninguna duda que el avance tecnológico, más allá de los desafíos que propone, resulta una oportunidad para nuestras sociedades de motorizar un cambio que por fin conduzca a lograr un liderazgo para el bien común, y nuestra región alcance al fin el progreso económico y social en un ámbito de libertad y genuina democracia.

Fuimos colonia bajo una misma bandera extranjera, sin abandonar la propia que cada país ha conseguido podemos fortalecer nuestra independencia con un espíritu de solidaridad y cooperación utilizando esta moderna concepción del liderazgo como nuestra bandera común.

Sobre el autor

Consejo Editorial

Consejo Editorial de Portal Empresa, la revista digital de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

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2 comentarios

  • Para un cristiano es evidente que no se trata de lograr éxitos sino producir frutos; para ellos es imprescindible generar y transmitir una visión con autoridad y asumieno un espíritu de servicio hacia cada uno de los integrantes del equipo u organización. Alguno de los los conceptos no los aplicaría, por ejemplo empatía, no vaya a ser que se transforme en complicidad; o confianza (la confianza es un resultado); reemplazaría integridad por veracidad, la humildad la reemplazaría «por no hacer alarde» yo,yo,yo…

    • Muchas gracias por su comentario. Mut valioso recordar que para un cristiano ni se trata de lograr exitos sino de producir frutos.