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Cuál es la misión de los negocios a la luz del pensamiento social cristiano

Escrito por Pierre de Lauzun
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¿Cuál es la misión de la empresa a la luz del pensamiento social cristiano? 

¿Cuál es la misión de una empresa? ¿Por qué existe en la sociedad, cuál es su contribución? No hablamos aquí de misión en el sentido de lo que llamamos en Francia ―entreprise à mission15, sino más generalmente de lo que una empresa está destinada a hacer, en el contexto de la búsqueda del bien común. Las nociones de razón de ser y de empresa con misión de la Ley PACTE16 de Francia son una expresión de lo que llamamos aquí ―misión de la empresa‖ y que nos proponemos explicar en este documento. 

El punto de partida es sencillo y de sentido común: fabricar o crear (combinando capital y trabajo), y después ofrecer productos o servicios útiles o beneficiosos que la gente quiera comprar, generalmente adquiriéndolos en un mercado, todo ello consumiendo menos recursos de los que recibe (de ahí el beneficio). Pero más allá de eso, la consideración del bien común implica una serie de requisitos que aclaran o complementan este punto de partida, sobre todo a la luz del Pensamiento Social Cristiano (PSC). Aunque no siempre el PSC es directamente explícito sobre la cuestión específica de la empresa, muchos textos contienen indicaciones en este sentido. 

El más reciente y uno de los más detallados es Mensuram Bonam (MB)17.  Este documento se dirige a los inversores ―basados en la fe‖, como dice el texto, es decir, a los creyentes que desean ser fieles a su fe en sus decisiones de inversión; pero la determinación de los criterios en sentido amplio que deben tener en cuenta para sus inversiones proporciona ipso facto un mensaje para los beneficiarios de estas inversiones, generalmente las empresas. Por lo tanto, en lo que sigue, los términos ―inversor‖ o ―inversión‖ se sustituirán generalmente por ―empresario‖ o ―empresa‖. 

El mensaje de MB 

Marco general. Desde la introducción, el texto recuerda el marco general: 

(MB) 5. A la luz del Concilio Vaticano II, todo trabajo es considerado como una oportunidad para poner en práctica el discipulado en la vida cotidiana. San Pablo VI reconoció a ―todo el que trabaja como creador‖. Subrayando este concepto, el papa Benedicto XVI escribe que ―la actividad empresarial tiene un significado humano, anterior al profesional‖, lo que significa que ―son necesarias tanto la competencia profesional como la coherencia moral‖. Caritas in veritate, 41, 71

(MB) 12. El Papa Benedicto XVI afirma que ―el desarrollo es imposible sin hombres y mujeres rectos, sin financieros y políticos cuya conciencia esté finamente sintonizada con las exigencias del bien común‖. Explica que debemos superar la ―confusión entre fines y medios, de tal modo que se piensa que el único criterio de actuación en los negocios es la maximización del beneficio‖. Caritas in veritate, 71. 

Esto nos lleva a varios conceptos que son relevantes para los empresarios y las empresas. El primero es la relación.  

(MB) 15. Al revelar el amor salvífico de Dios por la humanidad, Dios ha legado, en el don de la fe, capacidades humanas para descubrir en profundidad el ser en relación con Dios, con los demás creados por el mismo Dios, y con el resto de la creación. En su dignidad, cada persona es, por tanto, relacional a la vez que individual […] A la luz de la fe, se redefinen la identidad y la descripción del trabajo del inversor. Más que gestionar las transacciones de forma estratégica y responsable, se invita a los inversores con fe a considerarse inmersos en una pluralidad de relaciones. En efecto, el sentido y la felicidad de una persona se miden por la aportación de su vida, sus talentos, su trabajo y sus recursos a los demás y al mundo. 

Así lo afirma el Compendio en su punto 110: ―El hombre, en efecto, no es un ser solitario, ya que, por su íntima naturaleza, es un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades, sin relacionarse con los demás. 

La perspectiva trinitaria nos lleva a ver la acción empresarial inmersa en la sociedad:  

(MB) 17 [Es] una verdad fundamental: que la economía está anidada en la sociedad, afecta a los seres humanos de forma positiva y negativa, y está sujeta por los límites naturales. Con una clave trinitaria, el cálculo para los inversores cambia del análisis de las dimensiones separadas a la consideración amorosa del todo.

En otras palabras, esta perspectiva nos invita a abrazar la complejidad (considerando el todo y las partes, es decir, la empresa y sus partes interesadas, por ejemplo), y a mostrar empatía y cuidado hacia estas últimas.  

Todo ello desde una perspectiva de discernimiento ético:  

(MB) 18. Dado que todas las inversiones participan de la generosidad de los dones divinos, ninguna inversión puede considerarse moralmente neutra. O bien el reino de Dios avanza gracias a los activos que se emplean, o bien se descuida y socava. […] La preocupación por las repercusiones medioambientales y sociales indica un giro hacia el pensamiento ―y‖, que respeta la complejidad de la economía como algo que implica la interconexión de múltiples factores. Imaginar y aplicar ese enfoque ―y‖ es necesario, pero también extremadamente difícil. La perspectiva y la gracia de la fe son indispensables. Con fe, emerge el verdadero valor de las opciones o resultados (si lo permitimos); con gracia, irrumpen innovaciones o posibilidades más allá del alcance de la lógica actual (si confiamos en ella). 

Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)

Esto conduce a una serie de principios establecidos por la Doctrina Social, que arrojan una luz precisa y exigente sobre el papel de la sociedad centrándose en un aspecto: la preocupación por el hombre, inserto en la sociedad, y por extensión la de la casa común (22 y 23). En primer lugar, hay dos principios fundadores esenciales recordados por MB: 

  • La Persona Humana y la Dignidad Humana (MB): La Persona o Personalidad de un ser humano es el principio social supremo de la doctrina social de la Iglesia; y el libre desarrollo de la persona humana es la medida central del orden social. […] La dignidad es compartida por todas las personas como hermanas y hermanos, independientemente de cualquier distinción social o económica. […] Cada persona es un fin en sí misma, nunca un mero instrumento, valorado sólo por su utilidad (como la producción o el consumo). 
  • El bien común: (MB): El principio del bien común, “con el que deben relacionarse todos los aspectos de la vida social para que ésta alcance su pleno significado”, se deriva de la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas. El bien común indica ―la suma total de condiciones sociales que permiten a las personas, ya sea como grupos o como individuos, alcanzar su realización más plena y más fácilmente‖. Un poderoso sinónimo del bien común es lo que los Papas Pablo VI, Benedicto XVI y Francisco llaman ―desarrollo humano integral‖. […] Cuando la economía pierde su rostro humano, las personas se convierten en siervos del dinero. El Papa Francisco explica que ―se trata de una forma de idolatría contra la que estamos llamados a reaccionar restableciendo el orden racional de las cosas‖. Con el bien común como norma, ―el dinero debe servir, no gobernar.

A continuación, estos dos principios se desglosan en otros más específicos (MB): 

  • Solidaridad (MB): La obligación relacional de velar por los intereses comunes engendra la solidaridad. Este principio hunde sus raíces en la fraternidad esencial de la familia humana, con su consecuencia de vivir por y para el amor social (Pope Francis, Fratelli Tutti). La solidaridad es un compromiso activo para trabajar juntos, compartiendo dones y aplicando la conciencia a los desafíos de asegurar la armonía y la esperanza para que el bien común sea fructífero […] San Juan Pablo II la describió como ―la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos‖ (Sollecitudo Rei Socialis, 38). La solidaridad es un acto de inclusión y pertenencia, que asegura y defiende las condiciones para la libre participación de todos en la obra común de la sociedad.
  • Justicia social (MB): El cuidado eficaz de los intereses comunes depende de la justicia, y especialmente de la realización y el apoyo integrales de la justicia social. Lo que se conoce como ―justicia general‖ […] regula las relaciones estableciendo y haciendo cumplir la ley. Dichas normas proporcionan salvaguardias cruciales para los derechos en el ejercicio de los contratos, haciendo cumplir la utilidad y protegiendo la propiedad. La justicia social va más allá del cumplimiento obligatorio para incluir las normas e ideales morales relativos a la preocupación compartida por el potencial integral. Informada por la visión global de Dios de justicia y misericordia, abre esa justicia expansiva más allá de la letra de la ley que se necesita para realizar nuevos horizontes de inclusión basados en la solidaridad y el amor. El Papa Benedicto XVI observó que el mercado está sujeto a los principios de la llamada ―justicia conmutativa.
  • Subsidiariedad (MB): Las personas merecen la dignidad de ser protagonistas de su propio crecimiento y bienestar. Sea cual sea su estatus – trabajador o refugiado, estudiante o cuidador, profesional o trabajador inmigrante – toda persona merece la dignidad de ser vista y escuchada para contribuir a forjar su propio destino. La subsidiariedad es el compromiso de permitir que las personas ejerzan su influencia y elijan dentro de la toma de decisiones sociales más cercanas a su propia realidad vivida. Este principio […] es imperativo porque ―cada persona, familia y grupo intermedio tiene algo original que ofrecer a la comunidad (Compendio, 187). […] La subsidiariedad exige el debido cuidado y respeto por parte de las entidades más grandes y remotas, para alimentar la iniciativa personal, la libertad y la responsabilidad para que las entidades más pequeñas y locales asuman la dignidad de la responsabilidad de sus decisiones. 
  • Inclusión de los más vulnerables (MB): La autorrevelación y la alianza de Dios siempre han surgido en promesas y consuelos específicos ofrecidos a los marginados: los pobres, los que sufren y los más vulnerables. […] Extender ―la opción por los pobres‖ es, por tanto, ―una categoría teológica‖, un principio de fe que despierta la conciencia en la política, la cultura y la economía. La inclusión de los más vulnerables no puede ser simplemente una cuestión de caridad o filantropía. Incluso los mejores sistemas humanos son falibles por ser humanos, y hasta las decisiones más informadas están limitadas por las imperfecciones de la información disponible.
  • El cuidado de nuestra casa común y Ecología Integral (MB): Todas las dimensiones de lo que hoy llamamos sostenibilidad se forjaron dentro de esas primeras obligaciones legadas a nuestros primeros padres [Adán y Eva]. Con esos precedentes morales, la sostenibilidad asume una dimensión sacramental, corrigiendo la explotación ilimitada de una economía basada en el crecimiento sin respetar los límites […] La persona humana sólo es íntegra en relación con los demás en la sociedad, y la sociedad sólo es íntegra a partir de la ecología natural que la acoge. […] En última instancia, pues, la ecología integral sirve para ampliar el alcance y la visión de la aplicación del bien común a todo lo que abarca el cuidado de nuestra casa común. El desafío ético atiende a las múltiples dimensiones de la integralidad, al tiempo que se resiste al ―peligro que constituyen las visiones utópicas e ideológicas‖ de la persona humana y la naturaleza. Caritas in veritate, 14, 22, 52. 

El tema de la exclusión

MB profundiza, en particular en un apéndice, en la política de exclusión, porque (42) ―la selección y los criterios de exclusión permiten al inversor evitar contradicciones éticas entre una inversión y las enseñanzas de la Iglesia‖. 

Este punto preocupa menos a la mayoría de las empresas, salvo en el caso concreto de que su campo de actividad entre en relación con alguno de los ámbitos contemplados: aborto, energía nuclear, investigación con células madre embrionarias, pornografía, etc. En cambio, las consideraciones sobre sustancias o servicios adictivos, o sobre armamento, tienen una aplicación más amplia, ya que implican una responsabilidad hacia el consumidor o el cliente y el uso que puede hacer de ellos. 

Es concebible, por ejemplo, que un empresario que pretenda desarrollar un nuevo negocio o que piense en tratar con nuevos proveedores y clientes se pregunte en qué sector desea desarrollarse (para evitar los sectores totalmente excluidos por principio) y que intente averiguar qué parte de su negocio realizan sus clientes y proveedores potenciales en esos mismos sectores excluidos, para quizá establecer un umbral crítico a partir del cual sería cuestionable hacer negocios con ellos. 

 

Traducido del francés al español por Marius Rouger, Traductor de UNIAPAC

Sobre el autor

Pierre de Lauzun

Banquero. Presidente de la Asociación Francesa de Economistas Católicos (AEC)

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1 comentario

  • Obrigado por socializar este artigo Pierre de Lauzun: «Qual é a missão das empresas à luz do pensamento social cristão?» É interessante quanto a abordagem desta missão no contexto da procura do Bem Comum, pois a humanidade, na atualidade, está um tanto confusa e necessitando conhecer mais sobre quem é a Pessoa Humana e a relação com o Bem Comum, para poder se encontrar, encontrar a outra e o outro e vivenciar, juntos, os princípios que possam conduzir a todas e a todos para uma vida plena.