Antígona y Creonte: un conflicto insoluble
Cuando cada uno de nosotros reclama por un derecho, desea que se realice plenamente, sin límites ni condicionamientos. ¿Puede haber un derecho “tiránico” frente a otros derechos y a los derechos de los demás?
La función pedagógica de la “Antígona” de Sófocles
En la antigua Grecia, la tragedia servía a la comunidad para construir un proceso de identidad en el que la ciudad se reconocía a sí misma a través del debate de temas universales como la justicia y la moral. En este contexto, el conflicto entre Antígona y Creonte consiste en una contraposición que produce un dinamismo interno en el Estado y favorece el desarrollo de las instituciones con el proceso de tesis, antítesis y síntesis. Sófocles nos deja una historia que, con todo su impacto, nunca dejará de fascinar.
Qué pesa más: ¿el respeto a la ley creada por los hombres o a las normas dictadas por los dioses?
La trama gira en torno a Antígona, quien desafía a la ley y el rey Creonte. Antígona se lamenta por la pérdida de sus hermanos Polinices y Eteocles, los cuales han muerto en un combate entre ambos por conservar el trono de Tebas. Creonte, el nuevo rey de Tebas y tío de Antígona, ha ordenado que no se dé sepultura a Polinices, por ser enemigo de su patria, con lo cual el alma de Polinices será condenada a vagar perpetuamente por la tierra.
Ante esta situación, Antígona decide dar digna sepultura a su hermano Polinices (muerto en el asedio de Tebas), a pesar de que el tirano Creonte se lo ha prohibido; este resuelve hacer arrestar a la culpable del hecho; condenada a muerte, mientras espera la ejecución, Antígona se suicida; Creonte, arrepentido tardíamente de su irreparable error, se ve abrumado por una serie de desgracias y se maldice para el resto de su miserable vida.
¿Cuál es el significado de Antígona?
Concentrando nuestra atención en el significado político de la tragedia, lo primero que surge es el contraste entre dos derechos. En “Antígona”, Sófocles elige a una figura femenina como heroína, que desobedece y es capaz de contraponer el deber divino al de la ley. Hecho insólito en la época en que los hombres son los grandes héroes trágicos. Antígona se arma de temple para defender los valores humanos y las leyes de los dioses, aunque para ellos tenga que enfrentarse a su propia muerte. La protagonista no solo es una mujer con coraje y decidida a defender y proteger su rol en la sociedad, sino que es la única ciudadana capaz de enfrentarse al poder y poner en evidencia la tiranía de Creonte.
Antígona presenta un dilema sobre el ejercicio de poder de Creonte. El rey intenta gobernar para alcanzar la paz que hace falta en Tebas tras un periodo bélico. Sin embargo, su decisión de aplicar las leyes a toda costa plantea una gran controversia con relación a cómo el rey ejerce su mandato. En este caso, el no respeta los derechos ni las libertades individuales de los ciudadanos y, con sus decisiones, abre el debate político sobre si el Estado tiene o no derecho a limitar dichas libertades para alcanzar el “bien común”.
Antígona defiende las leyes divinas que, aunque no están escritas, se mantienen vigentes desde tiempos remotos. Para ella, honrar a los dioses debe estar por encima de todo.
Creonte, en cambio, encarna plenamente al legislador, portador de una nueva forma de derecho y la ejerce por el bien de la polis, aunque implique el sacrificio de su propia felicidad y la de sus seres queridos. Hace todo lo que está a su alcance para que la ciudad funcione. Es un gobernante responsable, consciente de que el pueblo sin leyes o con ciudadanos que no las observan, no puede sobrevivir. Según Creonte, la razón del Estado debe prevalecer absolutamente, el rey no puede ni debe hacer uso privado de sus propias prerrogativas. Cueste lo que cueste.
Estamos ante la oposición entre derechos, el natural y el positivo, entre derecho divino y derecho humano, ius y lex. Creonte proclama con orgullo leyes que abarcan integralmente a la población, independientemente de los lazos de sangre.
Sófocles, a través del drama de Antígona, nos muestra que no hay solución para los conflictos entre conceptos absolutos de poderes, sino que sólo se entienden cuando se consideran unos en relación con los otros. Este dilema o conflicto de interés ha surgido con fuerza en referencia a cuestiones importantes que han marcado nuestras vidas en los últimos años: el conflicto entre libertad y salud durante la pandemia, el conflicto relacionado entre salud y educación.
Una sociedad sólo puede definirse como justa y orientada hacia la “política del bien común” si está constituida por ciudadanos que resumen las posiciones de Antígona y Creonte, creando el término medio entre dos derechos “tiránicos”. Una búsqueda constante del equilibrio, del balance, perseguidos con imaginación y coraje. La contraposición entre Antígona y Creonte, entre ius y lex, sólo puede resolverse cuando se encuentra un punto de mediación entre las dos posiciones.
Reflexionando sobre la figura de Creonte: la obligación de ejercer los poderes de gobierno, el sentido de protección del Estado y su orden, llevado a cabo por él a cualquier precio.
Arrojando luz sobre la figura de Antígona: su rebeldía, portadora de comprensibles razones de piedad y mayor mansedumbre en el cumplimiento de la ley.
Antígona y Creonte, es choque entre diferentes razones de cada una de las conciencias, ellos ven solo el mérito de su propia posición. Optaron por no escucharse el uno al otro. Si hubieran prestado atención a quienes llamaban al diálogo, a la sabiduría práctica y a la imaginación, podrían haber encontrado una forma creativa de resolver el conflicto.
Para nosotros, que nos interrogamos sobre las complejas relaciones entre los poderes del Estado y los derechos del ciudadano hay un valor, un solo derecho absoluto: el de la dignidad de las personas, pleno de enormes y profundas implicaciones, tanto para nuestra vida personal, como para nuestras relaciones con los demás. Un valor que nos obliga, como ciudadanos, a relacionarnos, a escuchar y a evaluar las posiciones de los demás.
Dura lex, sed lex