Santiago del Sel fue presidente de ACDE y en el último Encuentro Anual participó de un panel en el que junto a otros dos “colegas” (Gonzalo Tanoira y Juan Vaquer) dialogaron sobre la inserción de la institución en un escenario plagado de incertidumbres, pero también de oportunidades.
Portal Empresa: Hola, Santiago, muchas gracias por estar con nosotros hoy. En el último Encuentro Anual, partiendo de la base que estamos frente a una gran crisis o frente a otra etapa de una gran crisis, vos asumiste la necesidad de hacer una autorreflexión acerca del rol de los empresarios.
Santiago del Sel: Muchas gracias, Tristán, por la posibilidad de profundizar lo que en su momento compartimos en el Encuentro Anual. Si me permitís, en un minuto voy a intentar contextualizar la conversación. Yo creo que estamos viviendo tiempos intensos, la humanidad y obviamente los argentinos. ¿Por qué digo que son tiempos intensos o excepcionales? Porque curiosamente a nivel global está ocurriendo un fenómeno muy llamativo, principalmente en las economías más avanzadas y sociedades más avanzadas, la paradoja que la población disfruta de niveles de confort económicos y sociales nunca vistos y al mismo tiempo se percibe lo que se llama un descontento democrático. Esta es una definición, no es propia sino de un profesor Michael Sandel, en la cual la gente de alguna manera conjuga un descontento creciente hacia sus gobernantes. Eso hace que estemos siendo testigos de movimientos muy llamativos y en algunos aspectos preocupantes en las grandes economías. Entonces por un lado los modelos que uno tiene de democracia que responden a las expectativas de la población están comenzando a dar algunos resultados que de mínima llaman la atención y de no tan mínima generan preocupación. Hemos perdido referencias, hemos perdido referentes y el mundo desarrollado, insisto, carece de liderazgos que sean realmente virtuosos y que convoquen a replicar. A nivel local, en Argentina, el programa obviamente no escapa a lo anterior, pero con sus vicisitudes que son bien conocidas. En el fondo lo que nos estamos preguntando muchos es ¿qué resultados podemos ofrecer como consecuencia de este proceso democrático que retomamos allá por el año 1983? ¿Qué conclusiones podemos realizar a manera de balance de estos 41 años de experiencia democrática? Y en muchos aspectos podemos sentirnos satisfechos porque se recuperaron las libertades, se erradicó en gran medida la violencia, pero no cabe duda de que hay ciertos déficits que se han acentuado y son bien conocidos por toda la población. Lo que sí me parece importante, y atendiendo a tu pregunta y a la inquietud, es que no hay que perder de vista la perspectiva.
PE: ¿Qué rol o qué reflexión hacés sobre el papel de los empresarios?
SDS: Si hay una deuda pendiente, obviamente no le cae solamente a los empresarios, que en estos 40 años la democracia no se supo encontrar un modelo económico que diera respuesta a las inquietudes de la población. El protagonismo del sector empresario, en el cual me incluyo, es absolutamente relevante, no somos jugadores marginales y la primera cuestión que tenemos que asumir es que las cámaras nos enfocan, pendientes de nuestro accionar, de nuestra pasividad, de nuestra gestualidad y eso ocurre permanentemente. No nos podemos permitir lapsus ni descansos, está la gente, la población y los medios están pendientes del mundo empresario, de los dirigentes empresarios. En ese sentido sería cruel llegar a soluciones y a reduccionismos que simplifiquen el diagnóstico. Lo que sí creo es que lo primero que debemos tener en cuenta es que ocupamos un rol protagónico y eso no sólo conlleva beneficios, que es lo que de alguna manera se sabe que existen, sino también responsabilidades. Y la primera responsabilidad yo la baso, Tristán, en la necesidad de construir diálogos. En nuestra actividad empresarial los resultados son consecuencias de un trabajo previo, es decir, lograr crear valor y obtener resultados que permitan la sustentabilidad de los proyectos empresarios son el resultado de un trabajo minucioso de mediano y largo plazo que entre otros atributos y rescato este que me parece esencial para lo que es la comunidad, para lo que es la vida en comunidad, es la posibilidad de congeniar perspectivas distintas, opiniones distintas y tratar de extraer de esa pluralidad esa riqueza. En las empresas que están sometidas a un régimen entre comillas bastante vertical y autoritario son empresas y emprendimientos que no tienen perspectiva, que no generan valor, mientras que aquellas que son mucho más planas, horizontales, menos jerárquicas, en las cuales fluye el conocimiento, fluye el descenso, son aquellas empresas que terminan superando las dificultades. Entonces para mí el primer mandamiento del mundo empresario es promover, provocar, facilitar el diálogo, la posibilidad de compartir perspectivas distintas. A partir de ahí, es el puntapié inicial. Argentina no es una sociedad que tenga esa capacidad instaurada de compartir el disenso. Por muchas razones que serían largas de compartir en esta conversación, Argentina ha sido una sociedad bastante autoritaria, en la cual el famoso llamado pensamiento único se instaló, incluso durante los regímenes democráticos. Fuimos testigos de momentos, no precisamente cortos, que fueron de la mano de períodos de expansión económica, en la cual el disenso estuvo caracterizado por la descalificación. Terminó siendo mala palabra. Si en los momentos de desarrollo y de bonanza no es aceptado el disenso, mucho menos lo será en los momentos de crisis y en los momentos de angustia.
PE: Esto trae a colación que, si bien el empresario tiene que asumir su condición de un actor principal, además le estás poniendo en esta mochila el rol de facilitador de un diálogo que es mucho más difícil que en otras sociedades.
SDS: Así es. Para no caer en la retórica vacía, creo que el primer ejemplo de que esto no es un atributo notable del mundo empresario es tomar nota, precisamente, de la dispersión que existe hoy en la coordinación o la sincronización de los sectores empresarios argentinos. Es decir, lo que más ha proliferado en las últimas décadas son las cámaras y asociaciones que agrupan y reagrupan y vuelven a reagrupar operadores, empresas, líderes, empresarios. De alguna manera, eso no sólo llama la atención, complejiza el panorama, sino también que es un síntoma muy claro que, finalmente, no hay un compromiso muy serio en cuanto al diálogo entre los pares. Después viene el diálogo con los otros participantes del proceso de creación de riqueza, que por supuesto es el mundo laboral, que es el mundo social, que es el mundo académico, que son los referentes políticos y los gobiernos. Pero la primera tarea que nos debemos es, de alguna manera, sentarnos, mirarnos a la cara entre nosotros, los empresarios, y de alguna manera tratar de convenir un punto común, un punto común de diálogo, de trabajo, de acción.
PE: ¿Y por qué cuesta tanto esto?
SDS: Bueno, ahí uno podría atribuirlo a razones, a distintas razones. No creo que haya existido una razón única. Creo que hay una cultura, hay una cultura arraigada y confirmada por las crisis que se han vivido en Argentina en las últimas décadas, por la cual, de alguna manera, a las dificultades del contexto argentino, uno de alguna manera le exige la máxima concentración, la máxima focalización en sus actividades, desatendiendo la coordinación, la sincronización con otros actores. En segundo lugar, ha habido una tarea bastante afortunada, porque sería hablar de la fortuna, pero bastante oportuna por parte de los interlocutores externos. Es decir, el mundo de la política ha sabido explotar muy convenientemente la división y ha utilizado los intereses contrapuestos que siempre existen en su provecho, en el provecho de la política partidaria, de los intereses circunstanciales. Después, por cierto, también hay una cuestión que toca y duele decirlo: en el fondo, cuando hablamos del mundo empresario, cuando hablamos de este rebaño, se trata de un conjunto bastante heterogéneo de participantes; de distintos pelajes. Sin caer en la descalificación, creo que hay empresarios, pseudo empresarios y como tal podría seguir intentando identificar otras categorías. Eso hace bastante más complejo el proceso. Y, por último, vuelvo a recalcar la importancia de la existencia de líderes.
PE: ¿Por ejemplo?
SDS: Uno ignora líderes empresarios que supo tener Argentina, que no sólo desarrollaron su actividad empresarial, sino que también vivieron en este contexto. Como me recordó hace un tiempo uno de ellos, diciendo que no sólo tenía su empresa en este país, sino también a sus hijos yendo a la escuela, a la vuelta de la empresa. “Yo vivo cerca de mi empresa y entiendo la problemática de mi país y de mi comunidad” subrayaba. Lamentablemente, en ese sentido se perdió mucho, por varias razones: muchas actividades terminaron en manos de grupos internacionales que tienen una dinámica distinta, una sensibilidad distinta y lamentablemente y más en los últimos tiempos, muchos líderes empresarios argentinos tomaron la decisión de dejar el país y eso no deja de ser un ejemplo poco virtuoso en muchos aspectos.
PE: Santiago, si vos pudieras establecer tu visión sobre una hoja de ruta para los empresarios como grupo, ¿cuál creés que son las prioridades que deberían iluminar su actividad y cuál es su tarea?
SDS: Mira, dado que la tarea es enorme y pareciera abrumadora, yo me conformaría con pequeños pasos, los baby steps y lo primero que haría es aprovechar la circunstancia que se está viviendo. No es un momento más, es oportuno para tratar de profundizar lo que está ocurriendo. Pero, cuidado, el hecho de convocarse de manera muy reservada, no para los medios, pero si para el propósito en común, para generar espacios de diálogo, de conversación. Eso, naturalmente, va a construir dos cuestiones: la famosa confianza, que es la madre de todos los éxitos y en segundo lugar a partir de esa confianza que se va generando y que es inevitable empezar a construir o a identificar puntos de interés común. Creo que tenemos que de alguna manera tratar de encontrar algunos aspectos que no sean ni muy detallados ni muy sectoriales, sino que de alguna manera vuelvan a ratificar las reglas de la convivencia empresarial, política, social, etc. Es un proceso que puede parecer un poco retórico, pero creo que es necesario mirarse a la cara y no lo hago por una foto que aparezca en las redes sino para que el otro confíe en mí y yo en él. De alguna manera hay tres o cuatro banderas que no hay que dejar de trabajar por ellas. Algunas de ellas hoy están empezando a resurgir, por ejemplo, erradicar la peor cuestión que hemos vivido en las últimas décadas y con la democracia aún más, que es la inflación, una de las principales causas de la pobreza y de la decadencia argentina. Esa es una para mí es una de las banderas que debiera estar el mundo empresario absolutamente alineado. La otra es la defensa de la justicia, tema absolutamente crucial para el momento que estamos viviendo y cuando hablando de la justicia no es solamente participar y opinar sobre los candidatos a la corte sino también cómo se desarrolla la justicia en todos sus niveles y estratos tanto en lo que hace como lo que omite y así podría identificar dos o tres temas más de esa naturaleza que creo que son esenciales como para establecer las bases justamente de una mejor Argentina.
PE: Por último: ¿cuál crees que debería ser el rol de ACDE en esta búsqueda de diálogos y de consenso?
SDS: soy subjetivo y me perdonarán. Yo creo que ACDE no deja de ser uno de los pocos espacios de que genera la confianza, que genera un diálogo sincero, que genera un diálogo desde lo humano, desde la persona. Tiene una trayectoria larga ya que ha sobrellevado y se ha fortalecido con la adversidad. Me parece que hoy ACDE junto con otros referentes de este país, tienen la capacidad y la responsabilidad de asumir un rol protagónico con lo cual me alegro mucho y me siento muy partícipe y orgulloso de lo que está haciendo ACDE.
PE: Muchísimas gracias, Santiago.