En noviembre 2023 escribimos en este espacio sobre el pensamiento de René Girard y su relación con el derecho.
Hoy nos gustaría analizar el concepto de libertad desde una aproximación al pensamiento de Girard, Sartre y Heidegger.
La pregunta sobre si somos realmente libres nunca queda completamente respondida. Y las dudas surgen cuando la publicidad nos induce a comportamientos no explicables desde la necesidad o la racionalidad más allá de que experimentamos un determinismo aparente en razón de nuestro nacimiento, padres, entorno social, cultural, etc.
1- Girard, Sartre y Heidegger sobre la libertad
Es Sartre quien se rebela contra esta duda y afirma que, más allá de todo condicionamiento, somos libres. Así sostiene que la libertad sería la propia nada para la humanidad y que “ser es elegirse”. Sin embargo, muchas ciencias sociales como la psicología, sociología, economía y hasta el marketing hablan de objetos de conocimiento que analizados parecen existir en un mundo de causalidad y no de libertad. Frente a esta afirmación Sartre argumenta por el absurdo cuando sostiene que habría entonces que concebir al hombre determinado y libre a la vez lo que obviamente contradice el principio de no contradicción por lo que sería un absurdo lógico. Respecto a si la voluntad es el timón de la libertad, sostiene que no podría ser sino nihilizadora y pura negatividad (como la libertad), pero jamás como un poder que como tal actúa, por lo que la termina equiparándola -a nuestro juicio equivocadamente- con la pasión y como positividad. Afirma que las voliciones son como las pasiones, o sea son actitudes subjetivas por las cuales intentamos alcanzar los fines puestos por la libertad original. La diferencia estaría en que la voluntad es racional y reflexiva en cuanto a los móviles y fines, pero que, cuando se actúa, sea por pasión o voluntad, es porque la decisión ya ha sido tomada y ello siempre sucede en completa libertad.
Heidegger sostiene que la conducta humana -como objeto de las ciencias sociales- podría ser predecible cuando se refieren al “Das Man”, o sea a ese individuo que no ha asumido su existencia y se ha dejado llevar por la cotidianeidad, pero no cuando se asume la existencia.
Girard, a diferencia de estos existencialistas -para quienes la existencia precede a la esencia- sostiene la existencia de una esencia propia del ser humano que lo caracteriza como tal, y esto es que su deseo sea el deseo del otro. Para los que creemos que fuimos creados a semejanza de Dios, nuestra esencia -siguiendo lo propuesto por Girard- sería ser el deseo de Dios, lo que estaría alojado en lo más profundo de nuestro ser.
En otras palabras, -según Girard- el hombre siempre desea el deseo del otro. Sin embargo, si lograra tomar consciencia de ello y supiera qué deseo sigue o quiere seguir, podría -con ayuda de la voluntad- encontrar ese otro que tenga por objeto ese deseo buscado, para luego seguirlo como modelo (idealmente Cristo).
2- ¿En qué consistiría el libre albedrío?
La libertad existiría para Girard porque puedo elegir mi modelo y no porque pueda elegir un deseo en particular -que no podría pues siempre copio el deseo de un modelo-.
La libertad del hombre se explicaría porque si bien nuestro deseo precisa siempre de un modelo (el deseo de otro) con quien poder mimetizarse, no habría en principio subordinación previa (por ser ese otro indeterminado), o sea que no habría determinismo aunque si condicionamiento, que no deja de ser una forma de libre albedrío.
Mientras que se trate de deseos, siempre podemos negarlos con voluntad y reemplazarlo por otro cuyo placer (o felicidad) sea mayor en su promesa. Por eso, una vez tomada la decisión en cuanto al modelo a seguir -lo que de por sí incluiría su deseo- quedamos -sin necesariamente tomar conocimiento- subordinados a este nuevo deseo mimetizado y a su modelo. En otras palabras, la libertad sería un concepto paradójico -según la teoría de Girard-, en el sentido de que el hombre no sería señor de sí mismo, sino que descubriría el señorío siempre en ese otro u otros de quienes copia sus deseos. En otras palabras, siempre seguimos a alguien que nos sirve de mediador, a quien podemos elegir. Por eso lo importante sería elegir a alguien que nos evite tropezar (Cristo, nuestro Señor, Maestro y Amigo).
3- La existencia de Dios a partir de la teoría mimética
Esta concepción de la libertad en cuanto a que somos el deseo del otro pudiendo elegir nuestro modelo prueba además la existencia de Dios por sí misma… Si todos somos efectivamente el deseo del otro tendría que haber algún ser que tenga un deseo propio para que el deseo, como tal, pueda existir. Ese alguien solo puede ser Dios, único Ser que desea sus propios deseos y que los comparte con nosotros en libertad. Lamentablemente somos humanos, imperfectos y con la convicción de que nos falta algo para “ser”, carencia que normalmente vemos en el otro y utilizamos como modelo, tropezando cuando ese modelo a su vez no lo tiene a Cristo como tal.