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Promoviendo una sociedad más equitativa, justa y solidaria

Escrito por Consuelo Summers
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El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles en Nueva York salieron a las calles para manifestarse exigiendo mejoras en las condiciones laborales, la reducción del horario laboral y la erradicación del trabajo infantil. Este hecho fue un hito en los movimientos feministas del mundo, ya que fue una de las primeras tantas manifestaciones convocadas por mujeres.

Por ese motivo, en 1975 la ONU proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, con el fin de apoyar la lucha femenina en su reclamo por la defensa de los derechos de las mujeres y la igualdad de oportunidades.

Una cantidad de iniciativas y protestas se han llevado a cabo a lo largo de los últimos 165 años en ese sentido promoviendo la equidad de género en cuestiones realmente elementales como, por ejemplo, el derecho al voto. Increíblemente estaba prohibido que las mujeres votaran por considerarlas “no aptas para ejercerlo”. En Argentina recién en 1947 se promulgó la ley permitiendo que votaran las mujeres, implementándola en 1951, luego de 4 años de una intensa campaña de empadronamiento. Es decir, hace solo 70 años que la mujer se considera “apta para votar” en Argentina.

Podríamos citar una serie interminable de atrocidades de gravedad similar. Si bien la invitación es a pararnos en el presente con miras hacia un futuro mejor, en este proceso de despertar, resulta fundamental aceptar las restricciones, injusticias y desigualdades que han padecido las mujeres en tantos aspectos a lo largo de la historia. En cuestiones laborales y de progreso económico, las mujeres han tenido vedado durante siglos el acceso a muchos puestos de trabajo y, especialmente, a cargos y derechos laborales. Aún en la actualidad, no se ha llegado a una posición igualitaria y la brecha salarial entre varones y mujeres es notable. En cuestiones políticas, las mujeres tuvieron vedado el acceso a puestos de gobierno, así como a cargos políticos y administrativos; además del ya mencionado veto al voto. Incluso hoy en día aún hay muchos países en los que la igualdad en este ámbito no se ha consolidado. En términos sociales, en nuestra sociedad las constantes actitudes machistas se ven reflejadas en el día a día en abusos, violaciones, castigos, discriminaciones, venganzas y comportamientos lesivos intolerables que con devastadora frecuencia provocan la muerte de tantas mujeres. En términos familiares, constantemente somos testigos de innumerables casos de falta de equidad en temas domésticos. Esto quedó aún más en evidencia con la experiencia de la reclusión por el Covid-19, que nos llevó a estar encerrados en nuestros hogares, recayendo en las mujeres la mayoría de las tareas domésticas. Hasta incluso en cuestiones publicitarias dado que constantemente tenemos que soportar anuncios que ponen a la mujer como objeto sexual o descalificadores en la sociedad.

Gracias a múltiples esfuerzos de miles de mujeres y hombres esta realidad está cambiando. El simple hecho de haber instalado el tema como un problema al cual nos debemos avocar con compromiso y convicción es un paso enorme hacia adelante. Ya no hay cabida a la negación de este tema crucial para toda la humanidad como fue durante siglos. Como únicos seres lingüísticos que somos, con la capacidad de generar contexto y realidad a través de lo que nos decimos y lo que les decimos a los demás, la conversación presente de este tema es muy alentador.

Siento que es como un péndulo que en muchos casos se ha ido a un extremo y lo más sano sería que vuelva a un término medio, sin perder el terreno ganado en esta materia. Entiendo las frustraciones y aberraciones que generan mucha bronca. Pero no va a ser por ese camino que vamos a llegar a buen puerto. Si no, será mediante la reconciliación, la cooperación, la complementación, la complicidad, la empatía y el perdón que lograremos que hombres y mujeres se unan en pos de una sociedad más justa, equitativa y solidaria, respetando y poniendo en valor nuestras distinciones. Las mujeres solas no deberían estar empujando esta causa. Sino que es un desafío que nos compete a todos, hombres y mujeres por igual, como miembros que integran una sociedad.

 Sobre los sesgos inconscientes

En ese proceso, debemos identificar los sesgos inconscientes instaurados durante siglos en nuestra sociedad tanto para hombres como para mujeres. Hemos estado ciegos haciendo caso omiso a tantos disparates. Cuántas veces hemos escuchado que “los hombres no lloran”, “los hombres son fuertes”, “las mujeres son más débiles”, “las mujeres levantan la mesa”, “las mujeres deben mostrarse cuidadas…”, etc., etc. por citar escasos ejemplos de una lista interminable. ¿Acaso los hombres no pasan por momentos de debilidad y emociones que los llevan al llanto? ¿Son menos hombres si lloran? ¿Y los hombres no deberían mostrarse cuidados también? ¿Y por qué no podían la levantar la mesa…?

Los sesgos inconscientes son asociaciones mentales no intencionales y automáticas basadas en género, clase, raza, etnia, creencias religiosas y otros rasgos similares. Muchas veces estas asociaciones se definen como prejuicios a favor o en contra de una persona, en comparación con otra, de manera injusta. Esto implica que los sesgos inconscientes llevan a que algunas personas se benefician y otras son penalizadas. Debemos reconocer que todas las personas tenemos sesgos inconscientes y las consecuencias son muy negativas para toda la sociedad. Por citar tan solo algunos ejemplos de las consecuencias de dichos sesgos inconscientes, que por lo general no solemos reparar, en la actualidad en la industria de la publicidad, los hombres tienen 62% más posibilidades de representar roles de inteligencia y las mujeres tienen 48% más posibilidades de ser retratadas en una cocina (fuente: JW Thompson Advertising Agency); en la industria del cine, tan solo el 23% de las películas tienen como protagonista a una mujer (fuente: ONU Mujeres); y las mujeres son jefas de Estado o de Gobierno en 22 países, y únicamente el 24,9% de los parlamentarios nacionales son mujeres (fuente: ONU Mujeres).

Es por ello por lo que todos necesitamos identificar los prejuicios que dificultan el desarrollo de las mujeres y el impacto negativo que tiene en la sociedad en general dado que esto también impacta en los hombres. A nadie le sirve estar en ambientes donde algunos quedan relegados por prejuicios e injusticias.

Si bien durante siglos a la mujer se la consideró principalmente para las tareas de cuidados lo cierto es que la especie humana es la única con la capacidad, la oportunidad, la responsabilidad y la obligación de transformarse. Es lógico que la mujer sienta tanta necesidad de evolucionar como el hombre. Hoy nos encontramos con un estilo de mujer que quiere ser protagonista de su propia existencia, liderando su vida, en búsqueda de su realización, desarrollo, autonomía y libertad. Esto no significa que todas aspiren a posiciones de liderazgo en organizaciones o manejen un alto nivel de ambición. Me refiero al propio liderazgo, a ser protagonistas de su propia existencia.

Además, según un estudio de Boston Consulting Group, la igualdad de género se refleja en un incremento en las ganancias del 19%, demostrando así que la igualdad de género también es buen negocio. Si a eso le sumamos que un buen clima laboral tiene un impacto de 1/3 en la rentabilidad del negocio, el camino a seguir está claro. 

ACDE como institución que evoluciona y se actualiza

A casi 69 años de la fundación de ACDE mucha agua ha corrido bajo el puente. En un país que va de crisis en crisis como si fuera una montaña rusa y un mundo en permanente cambio, ACDE evoluciona y actualiza su oferta de valor a los desafíos que se han presentado a lo largo del tiempo, siempre planteándose la tarea de realizar aportes para la construcción de una «sociedad más solidaria»; así como constituirse en un ámbito de análisis y de reflexión de la temática empresaria a la luz de los valores cristianos -su sello distintivo-; y de acción, a través de su compromiso social en una labor regida por principios éticos, al servicio del bien común.

Hoy nos encontramos en un mundo muy diferente a aquel de 1952. Un mundo con un nuevo contrato social en muchos aspectos. Entre ellos, un mundo en el cual el rol de la mujer ha tomado una trascendencia y un impacto muy superior al de esas épocas. Teniendo presente que ACDE como institución integrada por personas quienes participan en los distintos espacios según sus intereses, tiene como objetivo lograr un cambio cultural de valor en el dirigente de empresa que lo lleve a impactar positivamente en la sociedad en pos del bien común, se presenta la necesidad y oportunidad de convocar a hombres y mujeres para abrazar la integración de la presencia femenina y la puesta en valor de su rol en la sociedad, para estar a la altura de los desafíos de hoy y del mañana, como una organización que evoluciona, se adapta, crece y se desarrolla en pos de un empresariado más sano y más audaz. 

¿Qué es ACDE Mujer?

Es un espacio que nació en 2015 con la intención de inspirar y estimular la reflexión del liderazgo femenino a la luz de los valores cristianos. En este espacio, hablamos más desde la sabiduría femenina que desde el empoderamiento.

ACDE Mujer es un espacio abierto tanto a hombres y mujeres que se identifiquen en pos del desarrollo de la mujer y en la puesta en valor de su aporte en los diversos entornos y equipos en los cuales participe bajo la luz de los valores cristianos. La invitación es a formar un grupo de afinidad que sirva para reflexionar sobre temáticas vinculantes al rol de la mujer en el ámbito empresarial, así como su desarrollo personal. Identificamos temas de interés y profundizamos sobre los mismos, siempre bajo la iniciativa de generar espacios para brindar un mensaje esperanzador que es posible el desarrollo de la mujer y el equilibrio entre familia y profesión en estos tiempos tan desafiantes, integrando a hombres y mujeres por igual.

Conciliar la vida personal y laboral es una tarea desafiante, en especial cuando se decide formar una familia. Más aún si se es mujer, dado que, si bien hoy en día los hombres se involucran más en las cuestiones domésticas, lo cierto es que las responsables terminan siendo las mujeres en la gran mayoría de los casos. En ACDE Mujer sostenemos que compatibilizar la crianza de niños pequeños con trabajos de gran responsabilidad, es una tarea desafiante y alcanzable mediante la colaboración de hombres y mujeres que buscan la complementariedad y la complicidad, con un espíritu conciliador logrando aunar esfuerzos en pos del desarrollo y la evolución de todos los miembros de la familia por igual.

Contribuimos a influenciar la creación de ambientes de trabajo más amigables con las mujeres, o mejor aún, con las personas. Climas más sanos, más dignos y con sentido de propósito para todos. Aspiramos a contribuir fomentando organizaciones más colaborativas, caracterizadas por la interacción y la innovación. La invitación es a darnos cuenta que no hay un género mejor que el otro, sino que cada género tiene sus características con sus pros y contras, definidos por un imperativo biológico y social con su propia manera de observar el mundo. Lo importante es que estas miradas de la realidad ofrecen diversidad, profundidad y oportunidades de mejoras. Abrirnos a las diferentes miradas nos brindará grandes beneficios. Debemos sincerarnos, aceptar y sacar provecho de esas diferencias biológicas y emocionales que presentan hombres y mujeres poniéndolas en valor y sacando buen provecho de ellas. Para lo cual la gran mayoría de las organizaciones deberán abrirse a cambios drásticos.

No se trata de rever políticas relacionadas con el género. Se trata más bien de comprometerse con un proceso liberador del potencial de las mujeres que requiere audacia y espiritualidad, resultando en grandes beneficios para todos.

El grupo está integrado por hombres y mujeres ejecutivos, profesionales, emprendedores y académicos de edad variada. Promovemos fortalecer la vinculación entre los socios, estimulando la construcción de una red basada en la confianza. Además, buscamos contribuir a la oferta de valor global de ACDE, aportando una nueva mirada desde la posición de la mujer en los ámbitos laborales y empresariales; mostrando cómo la mirada femenina y su aporte suman en cualquier ámbito en el cual participe.

Desde 2020 contamos con un equipo de trabajo compuesto por hombres y mujeres de diferentes perfiles unidos por los valores cristianos, con quienes diseñamos y desarrollamos una diversidad de encuentros convocando a hombres y mujeres –Socios y no Socios– para conocer sus experiencias del camino recorrido en términos del desarrollo de la mujer, su propio liderazgo y el rol que ocupa en las organizaciones. Esto nos lleva a una mayor riqueza de visiones y aportes de sus integrantes con ideas innovadoras y superadoras.

Ponemos en valor que la mujer tiene una facilidad para tender puentes y armar redes, con un estilo empático y una forma de decir las cosas con firmeza, aunque con suavidad. Fomentemos la puesta en valor de las virtudes femeninas y el impacto que el rol de la mujer tiene en los diversos ámbitos en los que se desarrolla. Muchas veces nos encontramos con mujeres que, a lo largo de sus trayectorias, han tenido que sacrificar su femineidad masculinizándose para poder hacer frente a los desafíos de sus posiciones y organizaciones. Desde ACDE Mujer promovemos que la mujer pueda potenciar su propia naturaleza y los talentos que le han sido concedidos, fluyendo de una manera más sana y armoniosa para todos.

Por todo lo expuesto queda en evidencia que la realidad nos convoca a tener una postura de protagonismo frente a la defensa de los derechos de las mujeres, desde el lugar que nos toque en la sociedad, con amor y respeto por el prójimo, con la convicción que la diversidad no pasa por el género, sino por el respeto.

La Madre Teresa de Calcuta nos enseñaba: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar; pero el mar sería menos si le faltara una gota». En esa línea, desde ACDE Mujer aportamos en esta noble causa con un espíritu conciliador. Serán bienvenidos, quienes quieran acercarse a ACDE Mujer participando en los encuentros que ofrecemos con dicho fin.

Volviendo al punto de partida

El hecho que todos los 8 de marzo se conmemore en todo el mundo la lucha de las mujeres por la igualdad, el reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos, nos indica que algo no está bien en este mundo. Estoy esperanzada en que llegue un día en que no haga falta conmemorar el día de la mujer. Con que se cumpla con los antedicho, es suficiente.

Mientras tanto, la propuesta es abrazar el cambio, soltar los juicios y los sesgos inconscientes, trabajar en las creencias limitadoras y los miedos que cada uno tenga, aprendiendo a potenciarnos entre todos para convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos, trabajando mancomunadamente por el desarrollo de todos por igual. Así construiremos un mundo mejor, impulsando una sociedad más equitativa, justa y solidaria.

*Columna originariamente publicada en Portal Empresa el 8/3/2021.

Imagen de portada: United Nations

Sobre el autor

Consuelo Summers

Coach Ontológico & Health Coach, ex Líder de ACDE Mujer (2020 – 2022).

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