No hay mucho que decir sobre Jorge Luis Borges. O sí. Entre la brevedad y la abundancia el paso es ínfimo. Cualquier cosa que uno pueda escribir o decir al respecto siempre deriva en un algo borgeano degradado.
Sí uno puede afirmar que el libro “Curso de literatura argentina” cuidadosamente editado por Nicolás Helft nos abre las puertas de un aula universitaria con Borges al frente. Leer sus páginas e imaginar en nuestros cerebros la voz y su fraseo particular. Junto a Julio Cortázar es quizás uno de los escritores argentinos que uno más rápido reconoce al oír su voz.
Borges dio este curso en la Universidad de Michigan entre enero y marzo de 1976. Se focalizó en Sarmiento, Hilario Ascasubi, José Hernández y el Martín Fierro, Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios), Leopoldo Lugones, Paul Groussac y Ricardo Güiraldes.
Junto a los extraordinarios libros de Martin Hadis, “Borges profesor. Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires” y “Borges: el misterio esencial. Conversaciones en universidades de Estados Unidos” uno puede llegar a una “experiencia inmersiva” del Borges docente.
En esta reseña no avanzaremos más, sino citaremos algunas de sus frases que hacen a aquello que Borges comprende como el carácter argentino.
“Yo diría que la historia de la República Argentina – sé que estoy hiriendo una superstición democrática – no ha sido la historia de sus soldados desconocidos, como se tiende a suponer ahora, sino la historia de algunos hombres cultos de la ciudad, a quienes habían llegado noticias de lo que ocurría en otras partes del mundo”.
“Este país que siempre fue gobernado realmente por unas cuantas familias de estancieros, con apariencia democrática, después fueron industriales, pero las grandes fortunas fueron ganaderas, es decir, hechas de un modo haragán, por la multiplicación de la hacienda, por la posesión de mucha tierra”.
“Hay escritores que pueden ser grandes en cada página, y otros que no son grandes en cada página, pero que pueden ser grandes en todo un libro. Y esa grandeza, desordenada pero atlética, es la grandeza de Sarmiento.”
“La poesía gauchesca, en cambio, fue compuesta por hombres de la ciudad que tenían que escribir o hablar como gauchos; entonces tenían que acentuar esas diferencias”.
“El gaucho no es un tipo étnico, era un individuo que seguía un determinado tipo de vida, es decir, era el pastor ecuestre de las estancias, pero no es un tipo racial”.
“Estoy seguro de que los soldados de la Conquista del Desierto no tenían conciencia de que estaban continuando la labor de los conquistadores españoles”.
“Los indios no pensaban que estaban defendiendo su cultura o su incultura contra los otros. Los soldados tampoco pensaban que estaban imponiendo la civilización occidental”.
“Uno de los rasgos del Martín Fierro es que, siendo su autor católico, hizo que su gaucho fuera católico”.
“La leche nunca se usó en el campo, y es raro, ya que había miles de vacas”.
“No había ninguna piedad sobre los salvajes, que tampoco sentían piedad por los blancos”.
“La idea del paisaje es una idea de hombre culto, y Hernández ha logrado identificarse con el gaucho, de modo que no lo hace describir paisajes, porque sería del todo falso”.
“Hasta hay un libro que se llama ‘El Martín Fierro como modelo para el soldado argentino’. Bueno, si el modelo que toma es el de un desertor, no sé en qué va a consistir el ejército argentino”.
“La idea de libertad no podía entrar en la cabeza de un gaucho; era gente bastante sencilla”.
“La palabra ‘genio’ parece usarse ahora para escritores irregulares”.
“Creo que Almafuerte fue el pensador más original de mi país, y exagerando las cosas, podríamos decir que fue el único pensador original”.
“Éramos españoles, pero queríamos dejar de serlo”.
“Si la gente se acuerda del coronel Lorenzo Lugones es por Leopoldo Lugones, el poeta”.
“Ustedes ven que (Lugones) fue un hombre muy recto, y al mismo tiempo muy solo, tenía escasos amigos”.
“Lugones era un hombre muy inteligente y comprendía que lo atacábamos porque queríamos liberarnos de la influencia de él”
“Groussac fue dispersándose en muchos libros, y no hay un libro que pueda mostrarse. Es decir, en Groussac, lo importante es el ejemplo”.
“Groussac hubiera querido ser un escritor francés”.
“El chacarero tiene que trabajar mucho más que un paisano”
“Al principio los instrumentos eran piano, flauta y violín, que son instrumentos costosos, lo cual sirve para desmentir que el tango fuera un baile popular. Si hubiera sido popular, el instrumento hubiera sido la guitarra”.
“Yo conocí a don Segundo Sombra también, un gaucho aindiado”.
“Recuerdo que volvimos a Buenos Aires y Xul Solar quiso convencer a Lugones de la posibilidad de que hubiera muchos dioses, y Lugones señaló el campo desde la ventanilla del tren y dijo: ‘la pampa es atea’”.
Así es Borges. Tómelo o déjelo.
Borges, Jorge Luis. Curso de literatura argentina. Edición de Nicolás Helft. Sudamericana, Buenos Aires, 2024.