Valores

El relativismo y el valor de la vida humana

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Extractos de “Fratelli Tutti” del Papa Francisco

En este tiempo en que lo recordamos con afecto y rezamos por su eterno descanso y por la Iglesia, quisiera recordar algunos fragmentos de la carta encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social (3 de octubre de 2020)[1] en la que se revela su pensamiento y la importancia que tiene la defensa de la inviolabilidad de cada vida para la convivencia social.

En el capítulo sexto del documento, sobre Diálogo y amistad social, el Papa se detiene a considerar la cuestión del “fundamento de los consensos”. A continuación, repaso el contenido de esta encíclica:

Relativismo e imposiciones arbitrarias

“El relativismo no es la solución. Envuelto detrás de una supuesta tolerancia, termina facilitando que los valores morales sean interpretados por los poderosos según las conveniencias del momento. Si en definitiva «no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas […] no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes. […] Cuando es la cultura la que se corrompe y ya no se reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmente válidos, las leyes sólo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como obstáculos a evitar»” (n. 206).

Verdad y ley

Esta reflexión sobre la ley se continúa luego en forma de preguntas: “¿Es posible prestar atención a la verdad, buscar la verdad que responde a nuestra realidad más honda? ¿Qué es la ley sin la convicción alcanzada tras un largo camino de reflexión y de sabiduría, de que cada ser humano es sagrado e inviolable? Para que una sociedad tenga futuro es necesario que haya asumido un sentido respeto hacia la verdad de la dignidad humana, a la que nos sometemos. Entonces no se evitará matar a alguien sólo para evitar el escarnio social y el peso de la ley, sino por convicción. Es una verdad irrenunciable que reconocemos con la razón y aceptamos con la conciencia. Una sociedad es noble y respetable también por su cultivo de la búsqueda de la verdad y por su apego a las verdades más fundamentales” (n. 207).

Verdad y comunicación social

Luego, el Papa se refiere al problema de la verdad en relación a la comunicación social: “Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos “verdad” no es sólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de los fundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes. Esto supone aceptar que la inteligencia humana puede ir más allá de las conveniencias del momento y captar algunas verdades que no cambian, que eran verdad antes de nosotros y lo serán siempre. Indagando la naturaleza humana, la razón descubre valores que son universales, porque derivan de ella” (n. 208).

Verdad y derechos humanos

Siguiendo con sus argumentos en torno a la importancia de la verdad, el Papa afirma en el siguiente apartado: “De otro modo, ¿no podría suceder quizás que los derechos humanos fundamentales, hoy considerados infranqueables, sean negados por los poderosos de turno, luego de haber logrado el “consenso” de una población adormecida y amedrentada? Tampoco sería suficiente un mero consenso entre los distintos pueblos, igualmente manipulable. Ya tenemos pruebas de sobra de todo el bien que somos capaces de realizar, pero, al mismo tiempo, tenemos que reconocer la capacidad de destrucción que hay en nosotros. El individualismo indiferente y despiadado en el que hemos caído, ¿no es también resultado de la pereza para buscar los valores más altos, que vayan más allá de las necesidades circunstanciales? Al relativismo se suma el riesgo de que el poderoso o el más hábil termine imponiendo una supuesta verdad. En cambio, «ante las normas morales que prohíben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hay ninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante las exigencias morales somos todos absolutamente iguales»” (n. 209).

La crisis de la ética hoy

Y finalmente, este apartado termina con una reflexión sobre la crisis de la ética: “Lo que nos ocurre hoy, y nos arrastra en una lógica perversa y vacía, es que hay una asimilación de la ética y de la política a la física. No existen el bien y el mal en sí, sino solamente un cálculo de ventajas y desventajas. El desplazamiento de la razón moral trae como consecuencia que el derecho no puede referirse a una concepción fundamental de justicia, sino que se convierte en el espejo de las ideas dominantes. Entramos aquí en una degradación: ir “nivelando hacia abajo” por medio de un consenso superficial y negociador. Así, en definitiva, la lógica de la fuerza triunfa” (n. 210).

El fundamento último

Finalmente, unos parágrafos más adelante, el Papa se refiere al fundamento último del respeto a la vida y distingue entre el plano natural, buscando un punto de encuentro con personas agnósticas, y el plano de los creyentes:

“Si hay que respetar en toda situación la dignidad ajena, es porque nosotros no inventamos o suponemos la dignidad de los demás, sino porque hay efectivamente en ellos un valor que supera las cosas materiales y las circunstancias, y que exige que se les trate de otra manera. Que todo ser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural. Por eso el ser humano tiene la misma dignidad inviolable en cualquier época de la historia y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negar esta convicción o a no obrar en consecuencia. La inteligencia puede entonces escrutar en la realidad de las cosas, a través de la reflexión, de la experiencia y del diálogo, para reconocer en esa realidad que la trasciende la base de ciertas exigencias morales universales” (n. 213).

“A los agnósticos, este fundamento podrá parecerles suficiente para otorgar una firme y estable validez universal a los principios éticos básicos y no negociables, que pueda impedir nuevas catástrofes. Para los creyentes, esa naturaleza humana, fuente de principios éticos, ha sido creada por Dios, quien, en definitiva, otorga un fundamento sólido a esos principios” (n. 214).

[1] Como apostilla, la encíclica se publicó 1 mes y medio antes de la presentación en Argentina del proyecto de ley que daría lugar a fines de diciembre de 2020 en la amplia e injusta legalización del aborto en nuestro país.

 

www.centrodebioetica.org

Sobre el autor

Jorge Nicolás Lafferriere

Abogado (UBA) y Doctor en Ciencias Jurídicas (UCA). Director de Investigación Jurídica Aplicada en la UCA. Director del Centro de Bioética, Persona y Familia.

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1 comentario

  • Muy acertado corolario. Lamentablemente nadie se pregunta quienes financias la imposición de las Leyes de Aborto, género, etc. Inclusive los mismos que defienden estas leyes atacan airadamente a los mismo organismos internacionales que los financian.

    Loable trabajo este extracto. El legado del Papa Francisco es todo lo que ha dejado escrito, aunque los Medios y la Política buscan otro legado que les resulte más cómodo.