El Santo Padre, debido a su estado de salud, se encuentra en la atención de la prensa y la población mundial.
En 2023 se cumplieron 10 años del papado de Francisco, y en la humildad de mi compresión, aspiro a ayudar a visualizar un aspecto o característica de Su Santidad coherente con aquella cita que figura en Prólogo del Catecismo: «Dios, nuestro Salvador… quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1Tm 2,3-4). En una entrevista por su décimo aniversario como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica a un reconocido medio nacional, el Papa Francisco afirmó: “La gran respuesta la dio Jesús: todos. Todos. Adentro todos. Cuando los exquisitos no quisieron ir al banquete: vayan ahí al cruce de caminos y llamen a todos. Buenos, malos, viejos, jóvenes, chicos: todos. Todos. La Iglesia es para todos. Y cada uno resuelve sus posturas ante el Señor con la fuerza que tenga…Creo que hay que ir a lo esencial del Evangelio: Jesús llama a todos y cada uno resuelve su relación con Dios como puede o como quiere. A veces [uno] quiere y no puede, pero el Señor espera siempre”.
Esta afirmación de Francisco expone, en forma concisa, su convicción e impronta en su ministerio petrino caracterizada por construir puentes, promover la misericordia y transformar la Iglesia como hospital de campaña, en salida.
Lo anterior fue expresado por Francisco, nuevamente, en el discurso de la ceremonia de acogida en la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, acontecida en Portugal en agosto del mismo año: “En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está de más…Hay lugar para todos. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos. Es curioso: el Señor no sabe hacer esto [indica con el dedo], sino que hace esto [hace el gesto de abrazar]. Nos abraza a todos. Nos muestra a Jesús en la cruz, que tanto abrió sus brazos para ser crucificado y morir por nosotros”.
En toda la cuestión doctrinal desarrollada en distintos documentos, homilías y mensajes, Francisco no ha dejado de atender al Evangelio: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley” (Mt 5, 17-18). Sin embargo, a ejemplo de Jesús, no juzga ni condena a quien se ha apartado del camino o de la enseñanza, sino que trata con cercanía y llama a la conversión: «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante» (Jn 8, 11). Vale la pena resaltar que el magisterio de la Iglesia se apoya en ideas, valores y principios claros. Estos son siempre necesarios para iluminar y guiar. La invitación de Francisco consiste en discernir aquellos límites y criterios definidos muy rígidamente a priori.
Para este discernimiento espiritual, el Papa sostiene que “en la vida no todo es blanco o negro, negro y blanco. ¡No! En la vida predominan los tonos del gris”. Si la dirección espiritual es del tipo “tienes que hacer y no tienes que hacer lo otro” no se empatiza con las “situaciones concretas” del día a día. Francisco aclara que este testimonio cristiano “no es solo un carisma sacerdotal, sino también laico”.3
La inteligencia del amor trinitario es la que permite salir de la dicotomía de la moral o la doctrina en blanco y negro para ahondar en los tonos del gris, venciendo la tentación del binomio donde los polos se clausuran en sí mismos.
La gama de grises dinamiza el binomio por la acción del Espíritu Santo que armoniza con su trazo amoroso y misericordioso, propio de su poder de humanizar y fraternizar.
Se podría decir, luego, que el gris es el componente trinitario del dinamismo que enriquece a la sabiduría del discernimiento. La luz del blanco, que compone a los tonos de gris, es la que faculta a la inteligencia en la búsqueda de la Verdad, evitando caer en postulados relativistas.
El Papa Francisco da testimonio de esta inteligencia del amor y anima a toda la Iglesia en su ejercicio. El Santo Padre ha sido muy cuestionado en documentos donde abre al Pueblo de Dios a esta perspectiva. Caben destacar las críticas hechas públicas sobre la exhortación apostólica Amoris laetitia, donde algunos sostienen que la moral en la que hace base el documento no es una moral católica o, al menos, que no es una moral segura. Asimismo, lo han acusado por sus posturas frente al papel de las mujeres en la Iglesia o la homosexualidad.
El mundo contemporáneo enfrenta a los cristianos permanentemente a realidades donde “predominan los tonos del gris”. Sin describirlas, para no reducirlas en su tipo y circunstancias, cada cual está llamado a discernir, acompañar y guiar. Para hacerlo de modo responsable, resulta clave la formación, la reflexión y la práctica de gestos orientados a tal fin.