Valores

Racismo, preguntas sobre los «otros» y «nosotros»

Escrito por Vincenzo Putignano
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El día mundial contra el racismo se celebra el 21 de marzo de cada año, en recuerdo de lo que ocurrió el 21 de marzo de 1960: 69 sudafricanos fueron asesinados en nombre de una política de marginación de la población negra durante el apartheid.  

El racismo se ha (re)convertido en uno de los grandes problemas de nuestros días. 

Tapa del libro de Norberto Bobbio, Elogio della mitezzaNorberto Bobbio nos ayuda a entender los dilemas de nuestra época, para comprender y actuar en consecuencia. Bobbio fue un jurista, filósofo y politólogo italiano, senador vitalicio de Italia y doctor honoris causa, entre otras, por la Universidad de Buenos Aires. Estas consideraciones sobre el racismo están extraídas de su libro:  Elogio della mitezza.

Bobbio dice: “el que esté libre de prejuicios, que arroje la primera piedra.” Y también afirma que “no hay prejuicio peor que el de creer que no se tienen prejuicios.” 

Es importante intentar entender el racismo antes de condenarlo, lo cual es demasiado fácil, ya que, como dice Bobbio, el racismo es tan mal visto que nadie se declara públicamente racista.

Es necesario, en cambio, intentar comprenderlo, porque si por racismo se entiende, en una primera aproximación, una actitud de desconfianza hacia lo diferente, hay un poco de racismo en cada uno de nosotros. 

El racismo no cae del cielo, no es una actitud que se manifieste fuera de ciertas circunstancias. No se es racista de manera abstracta, con respecto a todos los diferentes. El racismo no está orientado, en primer lugar, hacia la persona individual, por la que se pueden tener sentimientos de odio, desprecio o aversión en general, sino hacia el individuo como miembro de un grupo.

La fenomenología e ideología del racismo se resume en los siguientes niveles:

  1. En el escalón más bajo está el simple desprecio verbal hacia alguien.
  2. Un escalón más arriba está el evitarlos, no querer tener nada que ver con ellos, mantener distancia, sin llegar a actos hostiles.
  3. Un escalón más arriba está la discriminación, desde la cual puede originarse propiamente el racismo institucional, en el cual se entiende por discriminación el no reconocer a otros los mismos derechos; aquí Bobbio se refiere en primer lugar a los derechos personales, es decir, aquellos derechos que pertenecen a cada ser humano como tal: los derechos a la libertad, a la propiedad y los principales derechos sociales.
  4. A la discriminación, un escalón más arriba se le acompaña la segregación, que consiste en impedir la mezcla, con la ubicación en un espacio separado, generalmente en zonas degradadas de la ciudad, la obligación de vivir exclusivamente entre sus iguales, dificultando su integración; lo que significa que el diferente debe seguir siendo diferente.
  5. El último escalón, más arriba, es el de la agresión, que comienza siendo esporádica y casual contra individuos y llega – ha llegado – al exterminio premeditado y masivo.

Bobbio señala que entre los primeros escalones y los últimos existe un verdadero salto cualitativo, pero entre unos y otros se introduce algo más. Se introduce el racismo como ideología, es decir, como doctrina consciente y argumentada, que pretende ser científicamente demostrable, transformada también en una visión perversa del mundo. 

Para poder hablar de ideología racista, se requieren estas tres condiciones, la que Bobbio define como los postulados del racismo:

  1. La humanidad está dividida en razas cuyas diferencias se deben a elementos de carácter biológico, psicológico y, en última instancia, también cultural. Este fundamento científico ni siquiera merece ser discutido; es científicamente infundado.
  2. La segunda razón de la ideología racista es que no sólo existen razas diferentes, sino que hay razas superiores e inferiores. Sin embargo, se enfrenta de inmediato a la dificultad de establecer cuáles son los criterios según los cuales se puede determinar que raza es superior a otra. Los criterios, en diferentes momentos, pueden ser estéticos, como, por ejemplo: nosotros somos más bellos y ellos son feos; o bien intelectuales: nosotros somos inteligentes y ellos son estúpidos; o morales: nosotros somos buenos y ellos son malvados. A menudo, en las ideologías racistas hay una mezcla de los tres criterios.
  3. La tercera razón afirma que no sólo hay razas, no sólo hay razas superiores e inferiores, sino que las superiores, precisamente por ser superiores, tienen el derecho de dominar a las inferiores y obtener eventualmente todos los posibles beneficios. Esta es la justificación del colonialismo y ha sido útil, sobre todo, para las agresiones militares y políticas del siglo pasado. Según Bobbio, la expresión más nefasta y brutal de este tercer postulado se dio con la llegada al poder de Hitler, donde se formó por primera vez en la historia de Europa un estado racial en el más pleno sentido de la palabra, porque la pureza de la raza debía ser procurada, buscada, no solo eliminando individuos de otras razas, sino también individuos física y psíquicamente inferiores de su propia raza, como los enfermos terminales, los discapacitados mentales, los ancianos no autosuficientes y muchos otros.

No hay otra manera de combatir el racismo que, con una educación orientada hacia valores universales, donde existe una humanidad común que trasciende todas las diferencias de tiempo y de lugar. Finalmente, dice Bobbio, para convencernos de la unidad sustancial de la humanidad no es necesario idear argumentos filosóficos; basta con mirar el rostro de un niño en cualquier parte del mundo. Cuando ves a un niño que es un ser más cercano a la naturaleza, aún no moldeado y corrompido por las costumbres del pueblo en el que ha sido destinado a vivir, y no ves ninguna diferencia, salvo en sus rasgos somáticos, esta es la razón por la cual el racismo no puede existir.

¿Qué hacer, entonces?

  1. Utilicemos un lenguaje positivo y no discriminatorio: evitemos generalizaciones que refuercen estereotipos y prejuicios.
  2. Descentremos nuestro punto de vista: creemos oportunidades de confrontación, en las que valorar la diversidad como riqueza.
  3. Valoricemos las experiencias de vida para reflexionar sobre las migraciones: estas y otras cuestiones nos ayudan a entender la experiencia del viaje y los motivos que llevan al ser humano a desplazarse.
  4. Conozcamos otras culturas, a través de la narración directa.

Organicemos actividades de conocimiento e intercambio con los contextos interculturales más cercanos a nosotros. Aceptemos la confrontación, la crítica, trabajemos para acoger nuevos argumentos.

Por ejemplo, la lucha contra el racismo en el deporte requiere un compromiso constante y colectivo para educar, apoyar a los atletas e involucrar a los aficionados. La colaboración internacional es la clave para crear un entorno deportivo que valore la diversidad y promueva el respeto, libre de prejuicios y discriminación.

En definitiva, ejercitar la voluntad de ampliar más el horizonte, superar las distancias y hacer coexistir la pluralidad.

Y no tener miedo.

Sobre el autor

Vincenzo Putignano

Licenciado en Ciencias Políticas (Universidad de Torino, Italia) y con Diploma en Dirección de Empresas (IESE, España). Sus intereses están dirigidos en como los clásicos pueden influenciar el gerenciamiento público y privado.

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