Valores

Cuatro ventanas para la luz (Parte 3)

Escrito por Roberto Estévez
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De la serie “Colectivos y peatones” | Viene de la Parte 1

Los pájaros anidan en sus ramas

La acción humana, comprendida desde el humanismo cristiano, se refiere a un ser intermedio, metafóricamente como un árbol que ligado a la tierra tiende hacia lo alto. Debemos apoyar y hundir nuestras raíces en la tierra para poder tender al cielo.

Así la organización real es la empresa que ve la economía, la comunidad que ve la sociología, la institución que ve la política y un anticipo, o una privación, del Reino de Dios que ve la teología:

 

  Real Visión Objetivación Variable de estado
Organización Reino Teologal Cura, sana y salva Amor
Institución Política Garantizar la continuidad

Realizar (con otros) el Bien Común

Unidad
Comunidad Social Desarrollar capacidades, virtudes y vicios

Crear y modificar relaciones sociales

Atractividad
Empresa Económica Satisfacer necesidades

Administrar recursos

Crear y distribuir valor económico

Eficacia

 

Las personas reconocen autoridad en su trabajo, a quien defiende con competencia unos valores que son percibidos como tales por la organización. Quien tiene autoridad, ejerce su capacidad para ver, promover y defender con competencia unos valores que son buenos, en sí, y adecuados a un “ahora” y un aquí” concreto de esa organización.

Hay así una autoridad empresaria, una autoridad comunitaria, una autoridad política e inclusive una autoridad salvífica, que las personas reconocen dentro de la organización que no reprime o mutila la riqueza multidimensional que la persona que desarrolla en ella su acción, e incorpora el horizonte de que lo bueno que va a pasar no se corresponde necesariamente con nosotros como única causa.

Entonces se realiza lo registrado en Lucas 13, 18 – 19: En aquel tiempo, decía Jesús: “¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas” … y los pájaros anidan en sus ramas.

Problemas eclesiales

No es imposible imaginar en la Ciudad Actual, como lo hacía Jean Guitton, que una simplificación, interiorización y participación del cristianismo, esté dando lugar a formas más adecuadas a la Actualidad.

Un mundo urbano en gestación busca nuevos paradigmas, nuevas reglas, pero sobre todo nuevas inspiraciones.

En el campo, y más aún en las Ciudades, parejas, matrimonios y familias, animadas por la participación en el Reino, que renunciaran al encierro sobre sí mismas y sus problemas, y que, a pesar de sus problemas, se entregaran a ayudar en las grandes tareas comunes. Se transformarían sin quererlo, por la propia dinámica del Evangelio -y de un modo nuevo, inédito-, en centros de creación e irradiación de nuevas síntesis culturales cristianas, como en pasado fueron los monasterios[1].

Surgen así diversos problemas eclesiales, de los que solo nos detendremos en tres:

El primero es la idea reaccionaria, solo de un cristianismo contracorriente, que piensa como si el movimiento creador hubiera sido puesto “entre paréntesis” por nuestra época. Pero el impulso del amor creador inicial sigue vigente, al igual que el llamado final a participar del Reino. La corriente del rio de la Gracia es desde Dios hasta Dios, el mismo Dios para un hombre nuevo (Efesios 4, 24), transformado en su plenitud posible.

Ciertamente hay límites que pueden llevar el testimonio del bautizado hasta el martirio, pero la idea del “cristianismo contracorriente” propone en lo cotidiano gastar las energías de tal forma en nadar contra la corriente, que ya no queda energía para vivir la alegría expansiva de la Gracia de Dios. Se olvida la capacidad de discernimiento del fiel, se pierde la creatividad frente a los nuevos desafíos, y una sana laicidad sucumbe ante un clericalismo temeroso.

El segundo problema eclesial es que los abnegados y generoso constructores del Reino desempeñan en sus comunidades de trabajo (instituto religioso, pero también una empresa agropecuaria, un centro educativo, un centro de salud … una tienda de barrio) un muy valioso ministerio eclesial, pero este ministerio es difícil de valorar porque todavía perdura el dualismo clérigo – comunidad. Se hace necesario enseñar y reconocer que “no se construye la Iglesia solamente con los actos de los ministros oficiales del sacerdocio, sino también con muchos otros servicios, más o menos fijos u ocasionales, más o menos espontáneos o reconocidos, algunos consagrados por ordenación sacramental. Tales servicios existen; existen, aunque no se los llame por su propio nombre –ministerio- y aunque no tengan su verdadero puesto y status en la eclesiología. A la larga uno ve que el doble elemento decisivo no es “sacerdocio – laicado”. Sino “ministerio (o servicio) y comunidad” (Y. Congar, Ministeres et communion ecclesiale. Paris, 1971).

Parte de este segundo problema son los residuos y derivaciones de ese clericalismo, también en laicos, adheridos emotivamente a las burbujas de sentido en las que crecieron, al margen del proceso que renovó a la Iglesia Católica durante y después de la segunda guerra mundial[2].

El tercer problema es reconocer la subjetividad comunitaria eclesial de múltiples iniciativas que se desarrollan en la sociedad civil, o en la misma sociedad eclesial al margen de las instituciones clericales y que difícilmente podrán ser encasilladas geográficamente por los Párrocos. No solo porque la vida no respeta la cartografía, sino por la especificidad y complejidad de los mundos donde esos discípulos realizan su misión.

Sin embargo se mueve[3]

 

[1] Esconder la luz, publicado por la Revista CRITERIO, en su número 2468, mayo de 2020, Buenos Aires, pp 64 a 67.

[2] Cuando se rastrea la reflexión que cambio Europa e hizo crecer la Iglesia, se encuentran los institutos y personas en Italia, Francia y Alemania. La Iglesia no podía ser la misma luego que judíos, católicos, luteranos y comunistas –solo por una nómina ilustrativa de la diversidad- sobrevivieran, resistieran y hasta conspiraran, contra el poder destructivo de la vida humana de las más altas expresiones del estado moderno (eso fueron el fascismo, el nacionalsocialismo y el stalinismo). Dietrich Bonhoeffer, pastor y teólogo luterano acusado de participar del atentado del militar católico Claus von Stauffenberg contra Hitler, el sacerdote jesuita Alfred Friedrich Delp sj nacido luterano, el profesor de sagrada escritura del Angelicun fray Giuseppe Girotti op llevado a Dachau cuando fue descubierto llevando a la sobrina del rabino Deangeli de Roma a Suiza, Israel Zoller Gran rabino de Roma, quien murió como Eugenio Zolli (Eugenio Pacelli era el nombre civil de quien pasó a la historia como S.S. Pío XII) profesor del Pontificio Instituto Bíblico, de la Universidad Gregoriana. Nada podía ser igual, y nada volverá a ser igual luego de lo que pasó a la humanidad y luego de lo que sigue pasando a la humanidad y a las Iglesias a su servicio.

[3] Giuseppe Baretti afirmó que después de abjura de su enseñanza sobre la centralidad del sol, Galileo pronunció la frase “Eppur si muove” (y sin embargo se mueve) ante el tribunal del Santo Oficio que así se lo había requerido.

Sobre el autor

Roberto Estévez

Profesor titular ordinario de filosofía política FCS – UCA. Presidente Asociación Santo Domingo, Tandil

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