Enrique Shaw Los 100 gestos de Enrique Shaw

V entrega: Presencia de Dios en 100 gestos de Enrique Shaw

Árbol de cerezas
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Desde noviembre de 2021, desde Portal Empresa comenzamos a compartir fragmentos del trabajo «Presencia de Dios en 100 gestos de Enrique Shaw», elaborado por Sara Critto y Virna Bergoglio. Para leer la entrega anterior, la cuarta de la serie, que hace referencia a su trabajo, hacé clic acá.

41) En su búsqueda del bien común de la sociedad

La empresa también es una realidad humana de trabajo que debe al bien común de la sociedad en que está inserta[1]. Palermo jefe de tesorería escuchó la respuesta de Shaw al presidente de la compañía, cuando éste le ofreció llevar a cabo un proyecto. Ocasión en la que Enrique le contestó que no estaba de acuerdo, pues si bien la propuesta era buena para Rigolleau, no lo era para el país[2].

Los dirigentes de empresa que sean hombres de empresa: modificar el ambiente que lo rodea; no esperar que lo modifique otro, sea Estado o sindicato. Crear trabajo, dar posibilidades al hombre capaz, favorecer capacitación. Ser eficientes, bajar costo (ind. auto y carbón a USA). Ejercer influencia para que el país cambie favorablemente, por ejemplo, hacia el mercado común. Debe armonizar la utilidad particular con el bien común”[3] . “Debo considerar como deber de estado el ser eficiente: para poder distribuir más hay que producir más. Además, la eficacia es la mejor garantía de continuidad de trabajo para los obreros; y es más importante que querer -por vanidad- que la empresa crezca.«[4].

“Esa proyección social que, consciente o inconscientemente tiene toda actividad humana, debe tener por objetivo el bien común, o por lo menos no debe ir contra él; es decir es muy legítimo que busque el bien particular del interesado, pero no debe ir contra el común, y por bien común entiendo el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de la persona”[5].

42) En su cuidado de la comunicación en el trabajo

En 1959 en un momento de crisis y escasez de ventas, buscando la solución instó a los capataces para ocupar el personal en tareas realmente útiles y envió a todos los empleados una circular compartiendo la información por escrito[6].

Además, impulsó una revista con una corriente de noticias y reconocimientos en la empresa donde los empleados se sentían incluidos (Rigovisor desde 1947 a 1962)[7].

43) En su mansedumbre

Enrique se propuso: “En relación al prójimo, ser más manso, amable, recordar la sonrisa de la Virgen de Lourdes. No basta con buenas intenciones se debe responder a las necesidades de los demás, ser como los demás necesitan que seamos: amables…

El que rezonga continuamente no puede ser un dirigente…

Que cada uno que se acerque a mí perciba algo de la mansedumbre y del amor que Jesús le tiene. Debo tener un contacto cálido con los demás. El otro es por quien Dios invita, Dios enriquece, Dios mide nuestro amor[8].

Concordantemente sobre la 2a Bienaventuranza escribió: “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Así como la primera Bienaventuranza nos enseña que a quienes no se apegan a las cosas terrenas se le da el derecho al reino de los cielos, en la segunda Bienaventuranza, preparada por la primera – que ciega la fuente más abundante de la ira que es el anhelo de poseer o mandar- a los mansos se les promete además el de la tierra.

Muchos creen que la mansedumbre es algo negativa o por lo menos tan sólo pasiva; no la virtud de un héroe sino la de un felpudo que se deja pisotear sin quejarse. Todo lo contrario: no es algo que nos frene, que inhiba nuestra personalidad, sino la aplicación de una auténtica fuerza de carácter, en el momento que nuestro prójimo lo necesita, para así «darnos» mejor.

La mansedumbre hace que seamos dueños de nosotros mismos, calmos, y que veamos en el prójimo sus limitaciones y su grandeza, que veamos en él al hijo del Padre Común y por lo tanto lo respetemos. En otras palabras, exige un dominio de mí mismo, para así poder darme, ponerme al servicio de los otros.

La justicia es objetiva e indiferente a las personas; la mansedumbre, al hacernos actuar siempre con pleno dominio de nosotros mismos, confiere un algo muy especial a nuestras relaciones con el prójimo y por lo tanto es una de las virtudes más necesarias para la vida en común.

Sólo los mansos podrán llevar a cabo una acción verdaderamente eficaz, pues solo quien previamente ha llegado a un pleno dominio de sí mismo tendrá la calma necesaria para ver claramente las circunstancias y las posibilidades de los hombres, el Plan de Dios acerca de sí mismo y acerca de los demás y poseer asimismo esa mansedumbre que conquista los corazones y aúna las voluntades.

Esto no quiere decir que nunca haya que proceder con severidad, sino que hay que hacerlo sin orgullo. El orgulloso suscita siempre reacciones.

Para que un dirigente de empresa sea eficiente es también indispensable que sea manso, que sepa contener su irritación, etc. Contestar airado a alguien que también lo está, no sólo es malo para la propia perfección sino para la actividad comercial -por ejemplo, si el otro es un cliente- y para las relaciones humanas, dentro o fuera de la empresa. En resumen, debemos ser dueños de nosotros mismos para así poder ser como los demás necesitan que seamos”[9].

44) En su accesibilidad y disponibilidad hacia el otro

Fui la secretaria de Enrique Shaw durante 10 años, desde 1952 a 1962. Era muy fácil llegar hasta él, por ser una persona muy sencilla, siempre dispuesta, y fundamentalmente respetuosa de la clase obrera; razón por la que muchos lo querían tanto y se le acercaban cuando necesitaban ayuda” (Inés Nugent de Amaya)[10].

“En esa época, en Rigolleau trabajaban aproximadamente 3500 personas. Entré como peón mientras estudiaba. Mi padre estuvo 60 años en los hornos. Lo que no me olvido de Enrique Shaw es el estilo que él tenía. Recorría continuamente la fábrica, y tenía una libreta. Tenía la oficina arriba, pero caminaba constantemente la fábrica.  … No recuerdo ningún otro directivo que haya hecho eso. ¿Qué directivo, con la posición que tenía él, iba a caminar la fábrica y a preocuparse por todos y cada uno de los operarios? ¡Y buscaba la solución!Llamaba a los operarios, a los jefes, a los capataces. Se quería interiorizar de las dificultades que tenían en fábrica y fuera de fábrica.No tenía ninguna obligación de “perder tiempo” hablando con un operario” Testimonio de Adolfo Papiri)[11].

45) En su ayuda a los demás confiando en la providencia divina

Por ejemplo, cuándo con mi esposo necesitamos saldar una deuda hipotecaria, para poder habitar la casa que acabábamos de comprar. Y aunque me sentía mal por tener que hacerlo, como no tenía a quien recurrir, decidí exponerle el caso, lo que provocó que él, además de no tener ningún problema en prestarme el dinero, me dijera una frase que solía repetir en muchas oportunidades, “Tata Dios ayuda”, demostrando estar convencido que cuando prestaba dinero, Dios se lo devolvía, de una manera u otra.” (testimonio de Inés Nugent De Amaya)[12].

46) En su responsabilidad contra los acosos

“Una vez una obrera me quiso hablar privadamente, para contarme que un superior había querido abusar de ella.La llevé a decirlo enfrente de Enrique Shaw. Y él dijo: “Hay que despedirlo e ir a juicio hasta las últimas consecuencias” (testimonio Elsa Lapeyriere)[13].

Recuerdo que teníamos un médico visitador por las inasistencias…. era protegido de un gerente porque eran amigos. Un día se enfermó una empleada muy bonita y él la fue a visitar, y le dijo: “Mire, le voy a dar tres o cuatro días, pero si Ud. accede a tomar el té conmigo le voy a dar una semana más”.Entonces la chica sintiéndose agraviada se lo fue a contar a Shaw que ya era el director general …Y ahí no más lo despidió” (testimonio Ricardo Palermo)[14].

47) En su ser inclusivo.

A Enrique “nadie lo consideraba su enemigo. Hablaba de igual a igual, escuchaba a la gente con sus problemas. Y si estaba en sus posibilidades, él los solucionaba. Rigolleau era una gran familia. Hizo escuelitas de material, hasta una Escuela Diferencial. Se ayudaba a la gente. Pero Enrique Shaw era especial. Además de ayudar, escuchaba a cada uno con sus problemas personales. Los otros directores ayudaban, pero con las cosas de la empresa” (testimonio Ana María Stutuo de Wetschky)[15].

Con la ley de asignaciones familiares que ayudó a redactar procuró la entrega de dinero a las familias con discapacitados a su cargo[16].

“Colaborar lealmente con todos y con todo donde haya algo bueno. La influencia que debemos ejercer requiere una colaboración leal con todos aquellos que, cualesquiera sean sus ideas religiosas o políticas, están de acuerdo en actuar con energía en defensa de los principios de la ley natural. “No juzguéis y no seréis juzgados”, nos dice el Evangelio”[17].

Purificación Merodo afirma que era una empresa inclusiva donde podían ir todos a la pileta de su parque[18].

48) En su lucha por los beneficios de los empleados en las ganancias de la empresa

Enrique quería por todos los medios evitar un dolor o un daño a la gente. Se hizo un proyecto, se le daba a la parte afectada una participación en la economía que hacía la Empresa, una participación que podía alcanzar un 20 al 30%. Cuando escuchó esto me dijo: “No, Salvador, la mitad del beneficio nuestro, hagámoslo así Salvador”. O sea, el beneficio, se iba a compartir.Es de imaginarse el impacto que esto causó. Se hizo gradualmente, con el beneplácito de la Comisión Interna del Sindicato, que en aquellos momentos eran muy activistas” (testimonio Salvador Cóppola)[19].

49) En su gozo en el trabajo por la gente

Estoy pleno de optimismo, de sana alegría, de satisfacción por mi trabajo[20]

Vivió intensamente lo que le tocó vivir[21]. Consideraba que el trabajo es una realidad querida por Dios y santificada por Cristo (Circular sobre la desocupación de 1959).

50) Verdadero sentido del trabajo

El trabajo es no solo el factor que más influye en el desarrollo. El paganismo consideraba el trabajo como algo vil, propio de los siervos, «obra servil»; el marxismo considera al hombre esencialmente como un trabajador, consagrado únicamente al perfeccionamiento del cosmos; en cambio el cristianismo señala la eminente dignidad del trabajo en función de la vocación divina de la humanidad: el trabajo no es un fin en sí mismo, sino que debe favorecer el desarrollo del hombre, del mundo y del reino de Dios.

Es así́ que el cristianismo considera que el trabajo:

  • Perfecciona al hombre, en su cuerpo y en su alma, desarrollando su personalidad y disciplinando sus facultades intelectuales y morales. Un haragán obviamente no es un hombre desarrollado.
  • Presta un servicio a la humanidad, no sólo por que con su trabajo cada hombre colabora al bien común, sino porque es un factor de unión entre los hombres por ser una experiencia reconfortante de amistad y exponente de solidaridad humana.
  • Es dominio de la materia en colaboración con Dios, pues por medio del trabajo el hombre domina la materia y «humaniza» la tierra, continuando en cierto modo la obra de la creación al transformar y hacer utilizables por el hombre los bienes creados. Un campo bien sembrado con trigo es más «humano» que, si estuviera lleno de malas yerbas, porque de aquel modo presta un servicio mayor al hombre.
  • Es servicio de Dios y colaboración con El en Su obra redentora, si el hombre lo ejecuta con recta intención y la gracia de Dios. En tal caso el esfuerzo que desarrolla y el dolor que experimenta trabajando hace participar al hombre del misterio del sufrimiento redentor, extendiendo los frutos de la Redención y fecundando la civilización con el fermento evangélico”[22].

 

*Para leer la siguiente entrega, hacé clic acá.

 

Referencias

[1] Shaw, …Y dominad la tierra.

[2] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 130 y131.

[3] Shaw, libreta personal 19, 1960-1961.

[4] Notas y apuntes personales de E. Shaw recopiladas por Critto, Adolfo.

[5] Shaw, …Y dominad la tierra, pág. 191.

[6] Un empresario en plenitud, págs. 146/148.

[7] RIGOVISOR publicaciones en revistas del personal de las Cristalerías Rigolleau S.A. encuadernadas que se encuentran disponibles en la Biblioteca institucional del Museo Histórico y Natural de Berazategui desde los años 1947 a 1962, años en que Enrique Shaw trabajó en Rigolleau.

[8] Notas y apuntes personales de E. Shaw recopiladas por Critto, Adolfo.

[9] Shaw, …Y dominad la tierra.

[10] Viviendo con Alegría, Sara Shaw de Critto, Ed. Claretiana, pág. 113.

[11] Viviendo con Alegría, Sara Shaw de Critto, Ed. Claretiana, págs. 113 y 114.

[12] Viviendo con Alegría, Sara Shaw de Critto, Ed. Claretiana.

[13] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, página 131.

[14] Shaw de Critto, Viviendo con alegría pág. 131.

[15] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, página 132.

[16] Un empresario en plenitud, págs. 203/206.

[17] Shaw, Y dominad la tierra, 2010, págs. 24, 30, 36 a 47.

[18] Comunicación personal 2017.

[19] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, página 143.

[20] Viviendo con Alegría, Sara Shaw de Critto, Ed. Claretiana, pág. 19.

[21] Viviendo con Alegría, Sara Shaw de Critto, Ed. Claretiana, pág.18.

[22] Shaw, E. …Y dominad la tierra, pág. 155.

Sobre el autor

Sara Critto y Virna Bergoglio

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