El pasado 24 de septiembre leía perplejo un artículo de Luisa Corradini en el diario La Nación donde hablaba de 10 zonas del mundo en guerra o atravesando conflictos armados. La más notoria la invasión de Rusia a Ucrania, pero muchas otras menos conocidas para mí, aunque no menos intensas. Sin lugar a duda, el mundo está atravesando transformaciones y crisis dramáticas. Crisis económicas, sociales, políticas, ambientales y migratorias.
En Argentina no tenemos conflictos bélicos, pero si tenemos niveles de inflación angustiantes, un 40% de pobreza que duele, y muchos vivimos a diario situaciones de violencia, desde la inseguridad, a la forma en que nos hablamos y no nos escuchamos, la famosa grieta, la intolerancia y el pensamiento simplista de buenos y malos, sin dar oportunidad a la escucha sincera y a permitir los matices y aceptar la complejidad de la realidad. Lo vemos también en la forma en que manejamos el auto, transitamos por la calle y en cómo nos relacionamos.
Ante tanta incertidumbre sentimos inquietud en el corazón. Un clima donde impera el miedo y el sálvese quien pueda. Parece que no hay futuro. No podemos tomar buenas decisiones regidos por el miedo y la desazón. Muchos de los jóvenes que pueden eligen escapar a esta realidad por ezeiza y otros tapándola con drogas o fingiendo demencia.
Además, somos una generación que en medio de todas estas crisis, violencia y angustia; estamos experimentando cambios tecnológicos enormes, rápidos y disruptivos, no siempre teniendo la capacidad para procesarlos y adaptarnos.
El celular es una gran herramienta, pero ha invadido todos nuestros espacios, roba nuestra atención y nos genera una dependencia que nos cuesta pasar unos minutos sin mirar la pantalla, incluso cuando estamos hablando con alguien cara a cara o cuando estamos manejando. La calidad de nuestras conversaciones y por ende de nuestros vínculos están en riesgo. Por si fuera poco, siempre estamos apurados y nunca hay tiempo.
¿Podemos experimentar paz en tiempos tan convulsionados?
¿Podemos relacionarnos mejor?
¿Cómo enfrentan estos desafíos los líderes? ¿Cómo toman decisiones, se sostienen y encuentran paz en medio de la tormenta?
¿Cómo vamos a enfrentar estos desafíos los jóvenes? ¿Cómo podemos encontrar Paz?
La Jornada anual de jóvenes de ACDE pretende ser un aporte para ayudarnos a responder vitalmente estos interrogantes. A través del testimonio de reconocidos empresarios y expertos vamos a reflexionar juntos sobre estos temas.
Si la ansiedad es un exceso de preocupación por el futuro, y la depresión un exceso de preocupación por el pasado; la jornada es una invitación para centrarnos en el presente y en lo que cada uno es y puede hacer hoy.
Una propuesta esperanzadora que nos ayudara a encontrar paz.
Lo único constante es el cambio. ¿O algo permanece a pesar de los cambios?
- Link a la web de Argenthink 2023
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