Valores

Cuestión de valores: un fenómeno que parece nuevo en los jóvenes y lleva tiempo

Escrito por Roberto Estévez
Escuchar artículo

*El presente artículo vuelve sobre el tema de las valoraciones en sectores juveniles, que publiqué en la Revista CRITERIO, Nro. 2489 de julio de 2022.

Siempre valoramos

La acción humana es valorante. Todo acto humano lleva implicada una valoración. Abstraemos los valores de actos humanos concretos. Por su generalidad o representatividad, los reconocemos como los valores de una época concreta, distinguimos una época de otra por lo que en ella fue, o es valorado, e imitamos las conductas que fueron abstraídas de otro o de muchos y así hacemos cultura.

Desde allí, la mirada de lo que sucedió en el pasado adquiere otra profundidad, nos conecta con el desarrollo de lo humano en una época, y puede enriquecer la mirada del presente.

Lo común de la crisis: el corazón partío

Dado el corazón partío del hombre, es cierto que no sólo cada persona en sí misma, sino cada sociedad, históricamente, ha experimentado esa sensación de que las cosas no iban bien. La crisis tiene raíces profundas en ese corazón y durante siglos se han expresado a través del mito de la edad de oro: cualquier tiempo pasado -como escribía Jorge Manrique- fue mejor. La civilización decayó desde aquel momento áureo.

Incluso en las épocas que hoy consideramos como de mayor florecimiento moral y social, encontramos muchos testimonios de eso. Así opinaban grandes filósofos y teólogos del siglo XIII -considerado la maravilla de la escolástica-, y también Hegel sobre los años en torno a 1800 en Alemania -estimados hoy como de riqueza cultural incomparable-. 

Sin embargo, a partir de la Ilustración europea, el mito que permitía rehuir el presente se invierte, mira al futuro, se expresa en la idea de progreso. Cualquier tiempo futuro será mejor, por lo que se entiende que ahora hay un malestar con lo que vivimos.

Lo específico de la crisis: la Modernidad caída

El ser humano, en su comportamiento, en cierta medida es siempre igual, y en otra siempre distinto. Resulta así posible -dada la permanencia- comparar situaciones morales de un pueblo y otro, y de uno consigo mismo en los diferentes momentos de su historia, pero esa comparación -dados los cambios- es siempre difícil, siempre relativa y conjetural.

Hecha esta salvedad podemos pensar la situación moral en la que nosotros y la sociedad en la que vivimos se encuentran. Reflexión necesaria si se quiere mejorar. 

En la práctica vemos que no es cierto que cualquier situación sea indiferente con respecto a otras: las hay mejores y peores, y no existe una necesidad histórica que haga imposible cambiar las cosas mediante el esfuerzo de cada uno, ya que con los buenos ejemplos individuales se han cambiado muchas cosas en la sociedad a lo largo de la historia.

Llamamos Modernidad a un tiempo histórico que se inicia aproximadamente al finalizar el siglo trece, que convive bicentenariamente con el tiempo anterior, entra en crisis a fines del siglo diecinueve y se encuentra en la Actualidad luego del primer siglo del proceso de su sustitución. 

Un dato de la lamentable pandemia del coronavirus fue la extensión de la desconfianza en la autoridad científica (vacunas) e institucional (gobiernos), la caída de estos dos valores que caracterizaron los siglos XVII, XVIII, XIX, hasta incluso los años 70 del siglo XX, se traduce hoy en la desconfianza del futuro, del progreso, y de la razón. La acentuación del presente, del sentimiento, de la emoción, del disfrute y de lo ecológico.

La expresión posmodernidad, usada por primera vez por Peter Drücker como subtítulo The new post-modern world para su libro Landmarks of Tomorrow (Los límites del mañana, 1957), ha ganado la calle para sintetizar la etapa final de este desarrollo, expresa en sí misma un después de algo que no ha desaparecido del todo, pero también borra de un plumazo una supuesta Edad (Contemporánea) sobre cuya existencia nos habían hablado y escrito durante casi doscientos años después de la revolución francesa (Sarthou y Lafont, Edad Media, Moderna y Contemporánea, 1934).

Nuestro tiempo, es otra vez un período de transformación; pero esta vez no se limita a la sociedad y a la historia occidentales. Es más, uno de los cambios fundamentales es que ya no existe una historia “occidental” o, de hecho, una civilización mundial, aunque ambas estén “occidentalizadas”.

…Todavía estamos claramente en medio de esta transformación; si nos dejamos guiar por la historia, no se completará hasta el 2010 o el 2020, pero el paisaje político, económico, social y moral del mundo ha cambiado ya (Peter Drücker, La sociedad pos capitalista, 1992)

Para Lipovetski la cultura actual no está vacía: Se descubre por gran variedad de rasgos: búsqueda de la calidad de vida, pasión por la personalidad, sensibilidad ecológica, desafección por los grandes sistemas de sentido, culto a la participación, moda ‘retro’, rehabilitación de lo local y lo regional, y ciertas creencias y prácticas tradicionales (1).

Una exploración: la Actualidad que emerge

Desde el año 2011 repito la misma experiencia con mis alumnos: proyecto sobre el pizarrón limpio de tiza un formulario vacío de tres columnas, la primera se titula ¿Qué valoran? la segunda ¿Qué rechazan? y la tercera ¿Qué olvidan?

Los invito entonces a compartir -de un modo libre y espontáneo- la opinión de su generación en estos temas, y limito mi participación solamente a escribir lo que ellos dicen, sin agregar comentarios.

Cuando ellos consideran que lo escrito es suficiente, bajo una pantalla blanca y proyecto sobre ella un nuevo slide. La sorpresa de los alumnos es mayúscula, dado que se trata de la foto del mismo pizarrón, pero del año anterior donde pueden constatar la reiteración de la mayor parte de las ideas.

Desde hace años agrego un tercer slide con el cuadro que registra las respuestas más recurrentes a cada una de las preguntas durante más de una década. De las mismas, a modo de síntesis, he escogido seis palabras para expresar que valoran en primer lugar (la libertad, la tecnología, y la tribu/colmena/monada) y que valoran en un segundo nivel (la individualidad, la descorporización, y la aceptación), manteniendo sus palabras salvo en dos casos que señalo:

Libertad

La libertad para hacer lo que deseo, como rechazo individualista de cualquier atadura o límite. La libertad de pensamiento y expresión de mi subjetividad. La Libertad de seguir mi camino, con independencia de reglas, normas y compromisos.

Lo actual, lo nuevo, la diferenciación, la diversidad, y el respeto de la diversidad.

Rechazan: ataduras, límites, reglas, normas, compromisos, la autoridad, y las obligaciones no elegidas

Tecnología

La tecnología, la conectividad virtual, el acceso instantáneo, la velocidad de conexión e intercambio. Las redes sociales y lo que ellas muestran de la realidad que recortan.

Rechazan: la espera, la planificación a largo plazo, los imponderables que pueden perturbar lo propio en sus ritmos. El esfuerzo, el sacrificio, la pérdida de tiempo, y olvidan las desventajas de lo efímero, el valor de lo duradero, y el priorizar.

Tribu / Colmena (lo expreso con las denominaciones usadas por Michel Maffesoli y Byung-Chul Han)

Busco pertenecer, necesito ser escuchado, añoro una amistad que se me ha hecho esquiva en la vida, pero deseo.

El nosotros confiado y el los otros con desconfianza fundada. El compromiso en la red, con las causas de la red, la idea de la tolerancia y la inclusión a todo y a toda costa, las ideas con intenciones valoradas por nosotros. 

Rechazan: la autoridad institucional y se someten a las autoridades convalidadas en el nosotros, que valen por lo que rechaza. Lo otro, lo no actual (nuevo), lo viejo, las verdades absolutas, lo convencional, la educación, y la escuela.

Olvidan el contacto personal y directo con el otro, las relaciones personales, el escuchar al otro, pasar tiempo con sus seres queridos.

Individualidad

Primero yo, mi bienestar y aceptación (careta), cuido la imagen social (visual), y la estética, (juventud eterna). 

La capacidad casi total de controlar mi propia vida y mi propio destino (o por lo menos la ilusión de ella) por medio de los avances científicos y tecnológicos.

Rechazan: lo trascendente institucional, la religión, la rigidez de las creencias.

Descorporización (2)

La naturaleza sin seres humanos (paisaje), lo natural, lo orgánico. Algo espiritual no institucional, individual, desencarnado y difuso.

Las experiencias inmediatas, el presente, la moda, lo sensorial, emocional, efímero (descontrolarme de tanto en tanto). Lo dionisíaco, la diversión, el entretenimiento, lo que no requiere esfuerzo, sacrificio, ni espera.

Rechazan: los momentos tristes, el envejecer, la vejez.

Aceptación

La imagen que me muestra a los demás jóvenes y la opinión que éstos tienen sobre mi (se relaciona con el tema de los “likes”). El consumo frívolo como símbolo de status social o «éxito» material. Viajar, conocer.

Rechazan: lo trascendente institucional, la religión, la rigidez de las creencias religiosas. Los momentos tristes, la vejez. El odio, la división, la violencia física y el machismo. La falsedad, el prejuicio, la mente cerrada, la discriminación, el creerse superior a los demás.

Olvidan el valor de lo viejo (historia), las raíces (patriotismo, la cultura/identidad nacional), las generaciones mayores, la tolerancia, la necesidad de reglas. 

Concluyendo

La desconfianza en la ciencia no impide la aceptación acrítica de la tecnología, que me permite una vida independiente de la identidad y estado corporal; la individualidad no se ve ya como fruto de la libertad pública, sino en el Olimpo de la tribu/colmena/monada social; la aceptación de mi existencia y creencia es la clave de mi mónada, en tanto esta no se oponga, sino que flote en los vientos de la historia.

Lo que perciben/aprecian como valor, son los motivos de la acción que rompen la indiferencia de una voluntad, y vuelven a las cosas como acción. 

La persona es la causa de sus actos, por tanto, causa eficiente de los valores éticos apreciables en los mismos actos. Las elecciones de cada hombre lo con-forman, y pueden ser causa ejemplar de la autodeterminación de otro.

 

Referencias

  1. Gilíes Lipovetski, L’ére du vide: Essais sur l’individualisme contemporain, París: Gallimard, 1983, p. 13.
  2.  Lo expreso según mi mirada de lo gnóstico presente, pero también se podría relacionar con la idea de las mónadas como sustancias simples e inmateriales, que constituyen la base ontológica de la realidad, de modo que lo material es la percepción que tenemos de las mónadas.

Sobre el autor

Roberto Estévez

Profesor titular ordinario de filosofía política FCS–UCA
Licenciado en Ciencias Políticas, Abogado, Master en Dirección de Empresas y Doctor en Ciencia Política. Autor de diversos libros.

Deje su opinión