Esta nota cierra la trilogía realizada para el Portal Empresa* con una comparativa sobre referentes claves de la vida cristiana como lo fueron y son: José, Simón de Cirene y Juan el Bautista. A los tres los une el estar y accionar detrás de escena, como también no sentirse figura relevante más allá de ser claves en determinado momento de la historia. Acompañando, sosteniendo o anunciando estas tres figuras bíblicas siguen espejando nuestro día a día profesional.
Para quienes desarrollamos tareas de consultoría (en asuntos públicos) acompañar, sostener (o cargar sobre la espalda) y anunciar son algunos nuestros “to do” del trillado 24/7. En este caso voy a detenerme en Juan el Bautista. El precursor que antecede al Mesías (en este caso -quizás- al CEO de una empresa). Como hemos señalado anteriormente uno de los axiomas para una gestión de asuntos públicos es la anticipación. Por un lado, la anticipación de información sensible que pueda contribuir a tener una mirada más estratégica como así también para lograr mayor tiempo en pos de influir en la toma de decisiones. Esto se encuentra dentro de lo que denominamos inteligencia corporativa. Pero también se encuadra muy bien en nuestro rol de anunciar “la buena nueva” aunque siendo terrenales digamos que anticipamos al político, funcionario (decisor o influenciador) “de qué va la cosa”.
El briefing que uno como consultor pueda realizar tiene mucha incidencia en lograr obtener una reunión con determinado actor político. Casi como el “elevator pitch” el qué, el cómo y quién lo dice tiene incidencia directa en poder conseguir esa agenda con el funcionario previamente mapeado. Estar validado por el actor político ayuda, conocer la agenda pública y dónde “le aprieta el zapato para hacer match” con la postura del cliente suma, pero lo importante es saber cómo y cuándo decirlo para llegar a buen puerto, o sea la estrategia. Este rol de mensajero (como el primo de Jesús) también es destacado durante el relacionamiento: ayuda a tener una correcta introducción con la descripción de los presentes y el porqué están sentados en esa oficina. Y viceversa: un mal abordaje puede cerrar la puerta definitivamente o retroceder varios casilleros que en tiempos de gestión de influencias sería lo mismo.
En este plano entra de lleno es refrán que dice “matamos al mensajero por no querer escuchar el mensaje”. Pero el problema no es el mensajero, sino el mensaje que anuncia y que a veces molesta. El dirigente puede sentirlo como una amenaza porque en tiempos de “casta y de círculo rojo punzó” la forma no es lo de menos, es tan importante como el fondo y aquí es donde se resalta el rol del consultor que cómo Juan Bautista anticipa al que vale la pena escuchar. La mejor definición sobre el paralelismo entre el profeta y el consultor es que ambos tienen la tarea de preparar el camino.
Podemos inferir tres valores de San Juan Bautista como faro para nuestra profesión de consultores:
- La preparación: él se fue al desierto para lograr foco y poder prepararse para su misión de anunciar la llegada del Mesías (que no es más ni menos que adentrarse en una compañía, analizar sus fortalezas y debilidades para construir la mejor reputación).
- En segundo lugar, generar el ambiente y el interés de la audiencia: «Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento, pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego«.
- Ser creíble para sus interlocutores y sin ir más lejos por algo Herodes quería sacarlo del ruedo…su mensaje hace mella, cae en tierra fértil.
En definitiva, como el consultor, intermedia, anticipa y facilita lo que viene.
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Me encantó! Gracias por compartir.
Gracias Gaby por tu comentario!