Hace varios meses, allá por agosto del 2024, en una nota (“Cuando el proyecto de transformación somos nosotros mismos”) que escribí, recordé unas palabras que aún me resuenan de Diego Bernardini. Para Diego, el retiro o jubilación es considerado el fin de la “vida productiva o eficiente”, pero él llama a no confundir “vida productiva” con “vigencia”. Entre otras razones, porque a partir del momento del retiro sólo han pasado las 2/3 partes de la edad de vigencia. Eso nos deja toda una parte por explorar.
Hoy vamos a enfocarnos en personas protagonistas que planifican esa “Vida Vigente”, empalmándola con el último tramo de su “Vida Productiva” dentro de la empresa. Y abordando, por último, un tema innovador, que es la oportunidad que tienen las empresas de asumir el rol de Ángeles del último tramo de carrera.
Introducción
Una semana atrás, con toda la generosidad que le conozco desde que fue mi mentor en la Certificación de la Escuela de Mentoring, Lucas Ricoy nos llevó a vivir su “Encuentro con Marga”, pues ella se encuentra en ese momento vital.
Aún resuenan en mí las palabras finales de Lucas luego de sus encuentros con Marga.
“Mientras repasaba las notas de las sesiones para poner orden y dar coherencia a lo apuntado, pensé en las vidas a las que asistimos, tanto en un sentido real como contemplativo. Vidas que no han sabido “recuperarse” del fin de su carrera profesional o de la inminencia de ésta, y que deambulan sin más; viviendo cada día con la eterna pregunta “pero qué hago yo aquí”. Entonces me imaginé en qué podrían convertirse de hacerse las preguntas que Marga decidió hacerse. En tiempo y a tiempo.”
Yo mismo pude conectar esta convicción con mi vivencia personal cuatro años atrás, al cumplir 61, porque en ese momento tuve una certeza: “si no pasa algo impensado, en cuatro años me retiro como socio de mi empresa, y si yo no armo mi propio proyecto posterior, nadie lo va a hacer por mí”.
De esa única y última certeza y todas mis incertidumbres, pasé a una búsqueda entusiasta, encontré mis nuevos espacios de interés y el entusiasmo los transformó en pasión.
Desde ese momento, la pasión comenzó a escribir una nueva historia, ya no con certezas sino con muchas ideas por hacer y recorrer. Y eso permitió un aterrizaje suave.
Aprendizaje fundamental: “si no te haces protagonista de esta historia, todo lo que sigue a continuación en esta nota no tiene sentido. Nadie sino uno mismo puede liderar este camino hacia su vigencia, con alto contenido de su propósito vital”.
Un gran pendiente generacional
La mayoría de mis pares generacionales viven una realidad diferente. Muchos no pudieron, no supieron o no se animaron a poner en marcha sus transiciones, ni las organizaciones tenían opciones para contenerlos, pues son muchos los tabús que personas y organizaciones deben enfrentar.
Hablando con muchos de ellos que viven en el mundo corporativo pude ratificar una realidad: entre ellos y sus organizaciones, del momento de retiro “no se habla o se lo expresa como algo muy lejano, por lo cual dediquémonos al presente que es lo que debemos resolver”
¿Por qué podemos tener pudor de hablar de ello en nuestra empresa?
Les comento las que han surgido de conversaciones en este último año:
-Por aquellos momentos en los que nos cuesta controlar el EGO (que se cree omnisciente, salvador, mártir, controlador, héroe irremplazable … y podríamos seguir). Enfocarnos ahí nos inhibe a descubrir y maravillarnos con las riquezas y diversidad de nuestro equipo de sucesores, que lo harán con su impronta y respuesta a lo que viene.
-Por aquellos momentos en los que disfrutamos del poder, el status y el nivel de referencia, y le tenemos miedo al vacío que puede sobrevenir, o cuando nuestra identidad tiene apellido doble y el segundo es el de nuestra empresa.
-Por el “amor a la adrenalina” que surge de los 250 whatsapp, mails, llamados por día y que nos “mantienen en forma, joven y vital”.
-Por diversas y explicables razones económicas y beneficios, aunque muchas de ellas están más allá de lo imprescindible para tener cierta tranquilidad económica.
-Por toneladas genuinas de afecto y valor profesional y relacional construido con pares, subordinados, clientes, proveedores, consultores y tanta otra buena gente que uno no quisiera perder, y que deberá reconstruir con creatividad (pero con menos mochila)
Y porque algunos creen tener una posibilidad de ganar algunos meses en la pelea con el almanaque, aunque no midan los costos de oportunidad que estaremos pagando respecto a nuestra etapa de vigencia posterior.
¿Qué aprendí yo al pasar por acá? Que no somos imprescindibles y nuestra gente se arreglará sin nosotros, cumpliremos años el día de aniversario de nuestro nacimiento y ni un día más, los mensajes se reducen de 250 a 10 en la primera semana del retiro y aunque parezca mentira los principales problemas que encontré no fue no poder pagar la cuenta de la luz, sino afrontar una agenda de vigencia vital, que es lo que te propongo liderar con tiempo y protagonismo.
¿Cómo te resuenan estos porqués?
¿Y qué pasa del lado de la empresa?
Situaciones como estas son las que han surgido de conversaciones en este último año:
-Pasamos de la locura galopante de una economía descontrolada de hace poco más de un año a contextos más previsibles, seguimos atrás del cumplimiento de metas concretas, pero comienzan a emerger mejores conversaciones estratégicas.
-Desde el lado de los negocios, nos enfrentamos a contextos de incertidumbre donde la evolución del negocio surgirá más del liderazgo creativo, relacional, creador de confianza interempresarial, colaborativo, apasionado, con uso intensivo de los activos de información, y business case menos llenos de racionales del pasado y más de mentes abiertas, porque lo que vamos a vivir es distinto.
-Porque esos managers jóvenes tendrán mucho de orquestadores, manejarán analogías y pensamiento horizontal para resolver lo nuevo. ¿Cómo podríamos conectar la experiencia de los mayores, surfeadores de tantas crisis, para fortalecer esas competencias?
-Desde lo humano y social, comienzan a incluirse en las agendas de diversidad el edadismo y una mayor consciencia para controlar los sesgos y la miopía que han desaprovechado la transferencia de experiencia a los más jóvenes en agendas de colaboración creativa, apasionada y activa en “procesos de sucesión creativa”.
Y llegamos así a nuestro planteo a los líderes corporativos.
¿Y si las empresas fueran “ángeles” de mi proactividad? Esto va de cambio de miradas y dejar atrás los tabús.
Del lado del experimentado que se retirará, ¿qué pasaría si cuando está a 3 o 4 años de la “teórica edad del retiro”, pudieran protagonizar el cierre de su vida corporativa en un proceso en alta intensidad, descubriendo al mismo tiempo aquellas competencias que pueden estar presentes en su etapa de vigencia, en un verdadero programa personal de próxima vocación?
Al mismo tiempo imaginemos que la empresa quisiera ser un “ángel” de ese protagonismo. ¿Qué pasaría si la empresa pone en marcha un programa de último tramo de carrera, para aquellas personas con una carrera intensa y dedicada, con responsabilidad por la toma de decisiones y un gran capital de conocimientos y experiencias?
Ello resolvería de por si el tema del pudor, pues nadie se expone: el programa invita al protagonismo y sólo aquellos que tienen ese protagonismo pueden desarrollarlo exitosamente.
Ello le permitiría a la empresa lograr tres objetivos:
-Desarrollar procesos de sucesión anticipados, activos, plenos de creatividad y emociones entre el experimentado y sus equipos, para compartir decisiones, cambiando el concepto de “transferencia de conocimiento” por el de “vivencia compartida potenciadora”, como atractividad para el talento joven y reduciendo el riesgo de incertidumbre empresarial.
-Darle a quien se va a retirar la oportunidad de “dejar su legado” en el tramo hasta su retiro, como reconocimiento a su valor. Que sus contribuciones finales lo estimulen, “Jugando los últimos 20 minutos en alta intensidad, valiosos, con las tribunas colmadas, y que el técnico pida el cambio en el último minuto”.
-Al mismo tiempo y en paralelo, que esta vivencia estimule su proceso de búsqueda y definición de su “próxima vocación”, como reconocimiento a su trayectoria profesional.
En mi caso, esto lo viví personalmente como un “aterrizaje suave”, porque la “nueva vocación” se superpuso al “legado valioso”.
Conclusión
Se trata de ponerse en movimiento, saliendo del pudor y las dudas de preguntas tales como: “¿La gente querrá?” o “¿Cómo lo tomarán?”
¡Es camino de protagonistas de mi propio futuro y “ángeles” de ese protagonismo!
El resto se construye andando de a dos.
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