Valores

L’air du temps

Escrito por Roberto Estévez
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Nuestro tiempo se caracteriza por una crisis global, que contiene la crisis de cambio de época de la civilización euroamericana, en el contexto de otras civilizaciones que no se encuentran en crisis.

La civilización euroamericana transita diversas crisis internas. Muchos sostienen que una de ellas, es la crisis de la democracia republicana, pero otros matizan que no es una crisis de las democracias, sino una crisis de sentido de las izquierdas euroamericanas, que dominaron el imaginario colectivo desde 1968 (salvo el interregno Reagan-Thatcher-Wojtyla)

El estado presente en las sábanas

La política que ha ido creciendo en la civilización euroamericana, a partir de “la izquierda” cultural -con su estrategia de crear “nuevas minorías revolucionarias” y agenda de lo “políticamente correcto”-, incluye el crecimiento de los impuestos, regulaciones que implican la reducción de la esfera de lo privado y la expansión de lo estatal, aún en las sábanas y más allá del orden público, la prevención y castigo del perjuicio a los terceros.

Las fuerzas de centro que consintieron esta estrategia adulando a las “nuevas minorías” y asociándose a su agenda, crearon desigualdades de derechos costosos para las mayorías (subsidios, planes, y cupos), y no atendieron los riesgos del avance paralelo del lenguaje de “la cancelación”. 

Una dictadura del lenguaje comparable al control puritano en las aldeas del Mar del Norte, que llegaron a poner impuestos a las cortinas de las casas, para que la vida privada sea de dominio público. 

En función de una ideología del gender, se llegó a que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes(1) identificadas con esa agenda y no con la erradicación del hambre y la miseria.

Agradar más y más a las nuevas izquierdas era entonces “el aire del tiempo” parecía una posibilidad sin límites, pero no solo hay una estética del poder, sino también una ascética del poder, por la que no todo poder «posible» puede ser ejercido. Es decir, que el ejercicio del poder cuando deja de ser considerado razonable, o se percibe que interfiere sin limitaciones, tiende a disipar el propio poder.

Con estas nuevas desigualdades los demócratas norteamericanos, los cristiano demócratas alemanes (CDU), los populares españoles y el Pro argentino, se alejaron de los electorados igualitarios, que las llevaron al poder y las sostuvieron en él.

Un giro inesperado

En 1965, el mensaje final del Concilio Vaticano II (Gaudium et spes) impulsaba una agenda de igualdad: La mujer, allí donde todavía no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre (9). En verdad, es lamentable que los derechos fundamentales de la persona no estén todavía protegidos en la forma debida por todas partes. Es lo que sucede cuando se niega a la mujer el derecho de escoger libremente esposo y de abrazar el estado de vida que prefiera o se le impide tener acceso a una educación y a una cultura iguales a las que se conceden al hombre (29). El reconocimiento obligatorio de la igual dignidad personal del hombre y de la mujer (49). La legítima promoción social de la mujer (52). Las mujeres ya actúan en casi todos los campos de la vida, pero es conveniente que puedan asumir con plenitud su papel según su propia naturaleza. Todos deben contribuir a que se reconozca y promueva la propia y necesaria participación de la mujer (60).

Treinta años después, en la academia, nos preocupaba el techo de cristal que padecía la mujer en la empresa y que no podía haber en lo privado (empresa), menores derechos a la intimidad que en lo público (estatal). 

Por mi parte, trabajaba en un caso de enseñanza -para escuelas de negocios-, sobre el respeto de la intimidad de los trabajadores enfermos de SIDA, a partir de la idea de que ciertas áreas de la vida de la persona, son privadas, no pueden ser renunciadas y ningún empleador debería invadirlas bajo ningún pretexto(2)

Entre tanto (1995) los organismos internacionales comenzaron a sostener inadvertidamente, la adopción del enfoque de género, de modo que se reconoció que toda la estructura de la sociedad y todas las relaciones entre los hombres y las mujeres en el interior de esa estructura tenían que ser reevaluadas(3), por una ideología para la cual lo privado no existía, y se confundía con lo público. 

En una suerte de síndrome de Estocolmo, luego de las catástrofes humanas de los totalitarismos, y ya caído el Muro de Berlín, no estaba en el horizonte imaginado, que el poder político de los estados, pudieran arrogarse poderes de intervenir sobre el área de intimidad de las personas, generando categorías humanas de acuerdo con su origen étnico, o al ejercicio de su sexualidad.

Dicho en términos del papa Francisco: Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo»(4). Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir, pero no separar»(5)… Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad(6).

El área de intimidad 

Hay movimientos del hombre: los sentimientos, las pasiones hábitos y costumbres, relaciones familiares, la situación económica, las creencias religiosas, la salud mental y física, la integridad corporal, la imagen -y todo lo que de ello se reúne en la sexualidad-, que permanecen en el «espacio» de interioridad, el área privada, en la cual se fundan las acciones que están reservadas al propio individuo, y aunque a veces pueden ser conocidos por terceros, no se sustraen por ello del ámbito de la privacidad de la persona, en tanto no alteren el orden público o dañen a terceros.

Salvo que pasemos al terreno del “crimen mental” de George Orwell (Erik Blair) en “1984” (1948), el estado, no puede legislar sobre los actos internos porque su potestad legislativa tiende exclusivamente a la paz y honestidad exterior de los miembros de la comunidad, con las que no se vinculan las acciones que se consuman en el interior humano y el área de las relaciones privadas de las personas, se perciban como se perciban.

En nuestro orden público originario, la Constitución de la Nación Argentina establece un área de intimidad donde la libertad originaria, inofensiva o neutra para terceros quede inmunizada más que la libertad de prensa, literalmente «reservada a Dios» y sustraída a toda interferencia arbitraria de cualquiera de los poderes del Estado (es el principio de reserva, del artículo 19, el artículo más estable en la historia de nuestros desarrollos constitucionales). El poder debe detenerse ante la órbita de la libertad personal, por libertad de intimidad.

La libertad de intimidad se vincula con la libertad de conciencia, e implica la no discriminación por razones de ideología, religiosas, étnicas o sexuales. Es decir, que se vincula con el derecho a la igualdad frente a los particulares y frente al estado previsto en la Constitución en el artículo 16.

De la no discriminación a la valoración

Sin duda, el “aire del tiempo”, es más emocional y menos intelectual, menos científico y más tecnológico, más individualista y menos socialista, menos material y más espiritual (aunque consumista).

Con lo cual toda ideología entra en crisis, y las izquierdas ideológicas son desplazadas por otras fuerzas que solo tienen en común el haber sido rechazadas por la izquierda. Pero la lamentable ideologización impulsada desde el estado, por el anterior régimen -con su estrategia de crear “nuevas minorías revolucionarias” y su agenda políticamente correcta-, que privatizó lo público (peculado) y publicitó lo privado (ideología de gender), debería ser enfrentada con un auténtico discernimiento de lo público y lo privado, y no con una renovada invasión sobre la privacidad, ahora en nombre de la agenda de una libertad políticamente correctísima.

La ideología de gender, usa el carácter performativo (habitualidad evidente) de todo lo humano, para convencer que podemos cancelar la realidad biológica. Al hacerlo destrata la necesidad de los vínculos de ternura del ser humano, y su opción histórico cultural desde antes del “sapiens” por el sedentarismo en las relaciones.

Toda ideología genera una segunda realidad (no real) que limita la visión de parte de la realidad. Lo real es siempre la persona concreta (se perciba como se perciba), a la cual las comunidades deben acoger a como don, a ser aceptado y respetado como ha sido creada(7), desde lo físico, pero antes desde el lenguaje y el corazón, descubriendo y sirviéndole para descubrir su don en la comunidad.

Aquel sábado perdido en el Art Institute Chicago, luego de una semana de trabajo duro, observaba las obras y la cantidad de personas solas recorriendo la muestra. Las pocas parejas heterosexuales y homosexuales, y las nulas familias. Pensé entonces, en el don de amistad, la búsqueda del bien del otro, la reciprocidad, la intimidad, la ternura, la estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va construyendo con la vida compartida de los unos y los otros.

Referencias

  1. Cf. Francisco, Amoris Laetitia, 19 de marzo de 2016, nro. 251.
  2. En 1992 publiqué un artículo titulado Privacy, cuya preocupación era que los “derechos civiles establecidos en la Constitución Nacional, de libre expresión de sus ideas, de disenso, de igualdad, libertad en sus acciones privadas y del debido proceso judicial” no eran “tan claramente reconocido en el ámbito laboral, donde los hombres se ven frecuentemente expuestos a la generosidad o no del jefe o ejecutivo de turno” (Nota Técnica, del Dr. Roberto M. Estévez, realizada con la colaboración de la Lic. Virginia Latorre de Donovan (12-1992). Publicado en Revista de Antiguos del IAE, 1992. Reproducido en Comportamiento Humano y Valores, Editorial UNSTA, 3ra, 2007).
  3.  División de la ONU para la Mujer, en su examen de las cuatro Conferencias Mundiales sobre la Mujer, 1995
  4.  Relación final del Sínodo de Obispos 2015, 28.
  5.  Relación final del Sínodo de Obispos 2015, 58.
  6.  Cf. Francisco, Amoris Laetitia, 19 de marzo de 2016, nro. 56
  7. Cf. Francisco, Amoris Laetitia, 19 de marzo de 2016, nro. 123
  8. De colectivos y peatones – La persona y la atracción hacia el mismo sexo, Publicado en la Revista CRITERIO Nro 2474, marzo 2021.

Sobre el autor

Roberto Estévez

Profesor titular ordinario de filosofía política FCS – UCA. Presidente de la Asociación Santo Domingo, Tandil 

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